La nostalgia es un arma muy poderosa en el ecosistema de los videojuegos y, de vez en cuando, golpea con bastante fuerza resonando en algún videojuego. Basta un recuerdo de la infancia, un juego que nos marcó en su día o una experiencia que dejamos atrás para que resurja la chispa. En mi caso, el detonante fue el clásico Incubation, un título de estrategia táctica por turnos que descubrí gracias a una colección de videojuegos de prensa sobre el año 2000. Aquella experiencia me abrió la puerta a un género que, con el tiempo, se convirtió en una de mis pasiones.
Han pasado muchos años desde Incubation y por el camino ha habido muchos juegos roguelite, unos mejores que otros, pero ahora esta misma chispa ha vuelto a encenderse con Lost Eidolons: Veil of the Witch, el nuevo juego de Ocean Drive Studio que llega como un spin-off de su franquicia principal. De entrada, este juego se presenta como una dosis de estrategia pura, pero con un planteamiento fresco que combina el ADN del título original con elementos roguelite que incentivan la rejugabilidad.
Un cóctel que, si bien no es perfecto, resulta tan adictivo como desafiante. Vamos a entrar en detalles.
La historia: un bucle que justifica la obsesión por intentarlo una y otra vez
Como es lógico, la narrativa de Veil of the Witch se basa en el universo construido en Lost Eidolons, su precedesor. Esto puede ser un arma de doble filo porque quien busque comprender cada detalle de la trama encontrará referencias directas y un trasfondo rico en conexiones con el juego anterior, algo que agradará mucho a quienes lo hayan jugado pero que puede provocar que quienes no lo hayan hecho se vean un poco perdidos. Por fortuna, el juego permite saltarse todo el lore y lanzarse directamente al combate para centrarse en la acción.
La historia se articula en torno a un bucle temporal en el que los protagonistas quedan atrapados, obligados a repetir su misión una y otra vez hasta cumplir con su objetivo. Como «El día de la marmota», vamos. Esta mecánica justifica de manera más o menos natural el componente roguelite del juego, dando coherencia tanto a la narrativa como a la progresión.
Los personajes (hasta diez en total) están bien escritos, con diálogos cargados de sarcasmo y personalidades muy fuertes y marcadas. Además, el sistema de Diario y Registro refuerza el seguimiento de la trama, aunque algunos detalles la verdad es que recuerdan demasiado al sistema gacha, un matiz que rompe un poco con la inmersión.
Jugabilidad y mecánicas: estrategia pura sin concesiones
El auténtico corazón de Lost Eidolons: Veil of the Witch estriba en sus mecánicas de juego. Cada partida comienza en la Taberna, la base de operaciones donde se gestiona el grupo, se puede conversar con los aliados y se prepara la expedición. A partir de ahí se abre un mapa que combina combate, campamentos para descansar, mercaderes y bifurcaciones con distintas recompensas (algo que nos ha recordado a Darkest Dungeon para ser honestos). La estructura es la de un roguelite clásico: múltiples intentos, cada vez con más fuerza y más recursos hasta que logres superar el nivel.
El combate táctico destaca por su claridad y profundidad. Los mapas están pensados para verlo todo de un solo vistazo, con ayudas visuales y códigos de color que facilitan la toma de decisiones. Pero la verdadera magia surge en la progresión, pues tras cada combate se obtienen piedras mágicas que permiten mejorar armas y armaduras con distintos niveles de rareza, otorgando habilidades nuevas o potenciando las ya existentes.
Aquí entra un poco en juego la incertidumbre, ya que nunca sabes exactamente qué habilidad recibirás hasta que se la das a un personaje. Elegir bien qué equipar a quién se convierte en una decisión clave a la hora de desarrollar tu party y que puede llegar a cambiar el rumbo de la aventura tangencialmente.
El sistema de habilidades y roles aporta una capa adicional de estrategia. Cada personaje tiene una clase principal (mago, guerrero, sanador…) pero la «fraternidad» entre personajes permite transferir roles y habilitar combinaciones sorprendentes. Imagina un mago que moja el suelo con agua, mientras que otro electrifica el área y un tercero congela a los enemigos, creando una cadena devastadora que recompensa la creatividad y la planificación del jugador. Además, las habilidades también van evolucionando cuando subes de nivel, ofreciendo más elecciones como potenciar el daño, la defensa o mejorar directamente la habilidad en cuestión.
La progresión roguelite se refuerza todavía más con las «Chispas Sagradas», con las que se desbloquean casillas en el Altar del Fuego. Estas bendiciones se aplican de forma permanente, lo que convierte cada derrota en una oportunidad para fortalecerse. Puede que un intento termine en fracaso, pero en la siguiente partida empezarás con una base más sólida hasta que llegue el momento en el que superes los desafíos con facilidad.
La sensación y la conclusión en cuanto a la jugabilidad y las mecánicas es clara: siempre tienes cosas que hacer, con un objetivo que cumplir o una ruta que descubrir. La curva de aprendizaje es un poco exigente, eso sí, pero cuando empiezas a dominar las sinergias y el tablero de mejoras, Veil of the Witch se convierte en toda una adicción táctica.
Gráficos y apartado artístico: ambientación oscura con un acabado irregular
En lo visual, el juego apuesta por un estilo cartoon apoyado en shaders que, si bien son funcionales, no terminan de estar pulidos del todo, al menos a nuestros ojos. Los trazos negros se sienten irregulares, a veces demasiado gruesos y otras demasiado finos, lo que rompe un poco la cohesión y resta fuerza a la ambientación oscura y medieval que se pretende transmitir.
Técnicamente, el juego cumple sin alardes: los gráficos son correctos, fluidos y nunca comprometen el rendimiento incluso en PC antiguos. Pero tampoco sorprenden, claro. La dirección artística tiene buenas intenciones pero la ejecución deja la sensación de que al juego le falta algo de pulido para que el juego hubiera brillado más.
Banda sonora y traducción: voces que eclipsan la música
La banda sonora cumple con su función: acompañar al jugador en la aventura. Ni más ni menos. No ofrece piezas memorables, simplemente actúa como un hilo musical que refuerza la atmósfera, pero que difícilmente trascenderá al propio juego y nadie se acordará de ella.
En contraste, el doblaje y la traducción brillan con luz propia. Los actores transmiten con acierto la personalidad de cada personaje, con interpretaciones cargadas de ironía, sarcasmo y matices emocionales. Esta atención al detalle logra que los diálogos tengan más peso y que eviten caer en la monotonía, algo especialmente importante en un juego con tantos reinicios y repeticiones narrativas.
Precio: un título barato que vale cada céntimo
Uno de los grandes aciertos de Ocean Drive Studio (y Kakao Games) ha sido la etiqueta de precio que le han puesto a Lost Eidolons: Veil of the Witch. El editor ha sabido situar al juego en un franja justa, ofreciendo una cantidad de contenido y horas de diversión más que acorde al coste. En un mercado donde cada vez es más común ver precios inflados, esta propuesta se siente honesta y pensada para llegar a quienes realmente disfrutan del género.
Lo podéis encontrar en Steam por 24,50€, en PlayStation Store por 24,99€ y en Xbox también por 24,99€.
Conclusión: estrategia exigente para paladares curtidos
Lost Eidolons: Veil of the Witch es un título diseñado para los amantes de la estrategia táctica más pura (y dura). Su sistema de progresión, las sinergias entre personajes y la dificultad creciente lo convierten en una experiencia tanto desafiante como adictiva. Es, sin duda, un juego de «café para cafeteros»: exigente, intenso y con una curva de aprendizaje que eso sí, podría espantar a jugadores impacientes.
No es un juego perfecto, claro. El apartado artístico nos ha resultado irregular y la música carece de brillo. Pero su jugabilidad profunda y su capacidad para enganchar al jugador lo convierten en una recomendación sólida tanto para veteranos como para quienes quieran adentrarse en un roguelite táctico con personalidad propia.

