Dicen que la nostalgia es uno de los grandes motores que existen y es el que nos lleva a querer traernos al presente viejos recuerdos y sensaciones del pasado. Una fotografía, un vídeo, una frase, un olor, un programa de televisión y, por supuesto, un videojuego, pueden hacer magia y conseguir que nos transportemos a otra época que no sabemos si fue mejor, pero sí nos dejó una huella imborrable. Es por eso que fenómenos como el retro triunfan en el mundo de los videojuegos, con lanzamientos que, de alguna manera, miran al pasado con cariño, como en el caso de Abathor.
Abathor es una feliz idea desarrollada por Pow Pixel Games (David Garay y su hermano Javier) y publicado por JanduSoft, que nos va a transportar hasta la edad de oro de los salones recreativos, en los 80, cuando se establecieron de una forma tosca los primeros grandes géneros. Y en los de plataformas que se llevaban entonces, había mucha variedad, con algunos nombres que seguro recuerdas. Como el de Rastan Saga, del que parece beber con más ganas esta maravilla, aunque tiene otros retazos importantes de otros clásicos de la época.
De casta la viene al galgo
Abathor llegó a las tiendas (digitales) en julio de 2024, pero pronto se vio que iba a ser un éxito y por eso tuvo una réplica en formato físico para consolas, sobre todo en PlayStation y Switch, donde todavía el formato digital no ha arrasado con todo. Pero si ahora nos detenemos en él es porque desde el pasado 17 de abril tenemos en Steam una Ultimate Edition que saca del periodo de early access al título, por lo que ya podemos considerarlo como una edición final.
Y si no conoces a este Abathor créenos que estás perdiendo una oportunidad de reencontrarte con tu peqeño yo de los 80, ese que miraba apoyándose en la recreativa cómo jugaban los mayores. Es un canto, no solo a Rastan Saga, que es del que coge más elementos (ese bárbaro y esa pose con la espada son inconfundibles), pero tiene de otros muchos como Castlevania y nos pone en la mano manejar a uno de sus cuatro héroes —Crantor, Sais, Kritias y Azaes— y jugar la aventura partiendo de los poderes distintos que tiene cada uno.
Es más, como si de una recreativa se tratara, también tendremos un cooperativo para cuatro jugadores que nos recordará a los viejos Gauntlet de 1985 de Atari (o al propio Quartet de SEGA) y otras muchas máquinas donde unos se quitan las recompensas a otros y al final sobrevive el más fuerte, o el más pillo. Todo eso lo tiene, salvo que no tendrás que meter ninguna moneda en ningún cajetín de una arcade al uso de los 80, cuando nos pedían cinco duros para poder añadir más y más créditos.
Largo y con rejugabilidad asegurada
Abathor no es un juego pequeño porque a pesar de su apariencia esconde 50 niveles completos que tenemos que recorrer para llegar hasta el final de la historia. Escenarios que van cambiando y encontrando lugares comunes de este tipo de títulos que ya en los años 80 nos asombraban: enormes bosques, maravillosos naufragios llenos de criaturas del averno, colosales monumentos clásicos y incluso torres infernales. Precisamente, este es uno de sus grandes reclamos, ir superando fases para ver nuevos caminos, gráficos, ambientaciones y enemigos, porque muchos van cambiando a medida que avanzamos en el juego. Ese «¿qué vendrá ahora?» tiene su importancia, como la tenía en los 80 y 90.
Luego tenemos lo que tenemos, que son personajes con poderes muy concretos, que no evolucionan, no se personalizan, no se especializan en nada: el que es bárbaro se muere bárbaro y solo tiene dos tajos que hacer con la espada, un salto, una especie de movimiento de esquiva y ya está. No le pidáis peras al olmo porque el juego es lo que es, y todo lo que se empeña en hacer lo consigue con ese realismo y con esa verdad que solo es capaz de transmitir el pixel perfect. Es por eso que una de sus grandes virtudes es que es capaz de teletransportarnos directamente al año 1985.
Ejecución impecable para un plataformas que deslumbra
Hacer un juego retro está ahora mismo al alcance de cualquiera porque existen herramientas para programar que nos permiten crear uno sin muchos problemas, pero la gracia no está ahí, sino en conseguir un conjunto creíle, que tenga personalidad y que transmita las mismas sensaciones que los clásicos de hace 40 años. Creednos que Abathor está en ese grupo de juegos que transmiten saber hacer, sentido de la oportunidad para meter ciertos elementos y talento para crear la sensación real de diversión. No solo retro o nostálgica, sino también ese intangible que nos induce a jugar con algo machaconamente hasta que lo terminamos.
El detalle es, además, enfermizo en el juego, con elementos muy pequeños pero que dicen mucho de lo grandes que han sido las aspiraciones del desarrollador para transmitir esa idea de mandarnos al pasado de una patada en nuestro trasero gamer. Lo consigue, además, apelando a varios tipos de dificultades (especialmente reseñable la más fácil, con 99 créditos) que se adaptarán al tipo de jugador. Lo que no excluirá ni al que prefiere un paseo por el campo casi sin molestias ni al que quiera un desafío mucho más exigente.
Por cierto, es especialmente bonito ver que el juego sigue haciendo referencias a los créditos, como si fueran monedas dentro de una recreativa porque Abathor nace de esa necesidad de ajustar cuentas con el pasado pero, también, de mantener cierto legado que se ha perdido en los últimos años, donde los salones recreativos no están precisamente en su mejor momento para lanzamientos de este estilo. Y por cierto, si quieréis probar la experiencia de jugar con una versión de Abathor en arcade, que sepáis que tenéis una plenamente funcional en el Museo Arcade Vintage de Ibi, en Alicante.
Nombre conocidos, ilustres, y una Ultimate Edition
Podemos destacar muchas cosas de Abathor, todas buenas, pero una de las mejores es la banda sonora: sin exagerar, estamos ante una de las mejores del género retro (si es que podemos decir algo así). No en vano firman los créditos nombres tan reconocidos como los de Soyo Oka (Super Mario Kart) o Gryzor87 (Maldita Castilla) para un total de 40 temas a cuál más chiptune (que dicen ahora los modernos) y que es capaz de capturar esa esencia de los salones recreativos de los 80 y 90. Son melodías pegadizas, con una textura que huele a 8 y 16 bits y que van describiendo el juego a medida que avanzamos por sus 50 fases.
Y claro, si estamos hablando de Abathor hoy y aquí es por su Ultimate Edition, que trae toda una serie de añadidos que le dan un poco más de valor: libro digital con arte conceptual, guías de jefes y un sistema de estadísticas específico para fans de los speedrun que incentiva la rejugabilidad una y otra vez. Además, contaremos con la posibilidad de desbloquear un modo Bravery que dispone de un escenario adicional y el verdadero final es un toque genial que premia a los jugadores más dedicados.
Sin duda, por lo que cuesta, por lo que transmite, por todo lo que tiene y porque te hará pasar muchas horas pegado a su pantalla (especialmente jugable en handheld PC), os recomendamos que aprovechéis esta Ultimate Edition de Abathor que tenéis ya disponible en Steam. ¿Genial!
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