Los primeros SSDs que llegaron al mercado tenían formato de 2,5 pulgadas, pero en los últimos tiempos ese formato ha quedado anticuado en favor de los SSD M.2, mucho más pequeños y adaptados a los nuevos tiempos pues permiten instalarlos directamente en la placa base, ahorrando espacio y cables de por medio. Si te dispones a comprar un SSD en este formato, en este artículo te vamos a contar qué es lo que debes tener en cuenta para acertar en la compra.
Para empezar, debes saber que M.2 es simplemente el formato y nada tiene que ver con la interfaz o el rendimiento del dispositivo. De hecho, aunque cuando hablamos del formato M.2 a secas nos referimos al tamaño más extendido, 2280, en realidad hay diferentes dimensiones de longitud dentro del mismo. Igualmente, debes tener en cuenta aspectos como la interfaz, ya que los zócalos de la placa base van enlazados a uno u otro.
Qué tener en cuenta al comprar un SSD M.2
Vamos a entrar en materia, ¿qué debes tener en cuenta antes de comprar un SSD en este formato? Realmente son tres los factores que debes tomar en consideración antes de lanzarte a la compra de un SSD en formato M.2: su formato (por la compatibilidad), la interfaz por el mismo motivo, y la capacidad que necesitas. Vamos a verlo.
La longitud y el formato del SSD M.2
Casi todas las placas base modernas tienen zócalos M.2 2280 e inferiores, y por ese motivo verás que tienen varios anclajes seguidos, de manera que podremos utilizar cualquiera de las tres longitudes dentro del formato M.2 (2280, 2260 y 2242).
En todo caso, antes de lanzarte a comprar un SSD M.2 debes comprobar que tu placa base cuenta con el anclaje compatible con el formato del dispositivo. Como hemos mencionado antes, el más utilizado es el 2280, pero no es el único que hay.
La interfaz
A pesar de que casi todos los SSDs en formato M.2 tienen interfaz PCI-Express, hay muchos que tienen interfaz SATA (y lo sabrás a simple vista viendo sus parámetros técnicos, ya que incluso aunque no lo indicaran (algo que sería extraño), su velocidad sería equivalente a la de un SSD en formato 2,5 pulgadas e interfaz SATA 3. En cualquier caso, debes asegurarte de qué interfaz tiene el SSD que te dispones a comprar y comprobar que tu placa base lo admite.
Hay placas base con varios zócalos M.2, y no todos tienen que ser necesariamente con la misma interfaz (las hay que por ejemplo tienen un zócalo SATA y otro PCIe). A todo esto, debes tener en cuenta que igualmente hay varias generaciones de SSDs PCIe, y aunque un SSD PCIe 4.0 funcionará en un zócalo PCIe 3.0, estarás perdiendo gran parte de su rendimiento y quizá deberías haber optado por una opción más económica con interfaz PCIe 3.0 (ya que los PCIe 4.0 son sustancialmente más caros).
¿Qué capacidad necesitas?
Por supuesto, uno de los mayores dilemas a la hora de comprar uno de estos dispositivos es su capacidad. Actualmente, los SSD con interfaz SATA son bastante económicos y puedes adquirir modelos de 1 TB o incluso más por poco dinero (relativamente), pero ya si vas a SSDs PCIe 3.0 NVMe el precio sube considerablemente, más todavía si tienes una plataforma compatible con PCIe 4.0 y quieres aprovechar al máximo su enorme ancho de banda con uno de estos dispositivos.
Así pues, como de costumbre dependerá de tu presupuesto el optar por una u otra capacidad, pero también debes tener en cuenta el uso que vas a darle al dispositivo para no comprar un SSD de una capacidad que no vas a utilizar. Como siempre, dependerá de tus necesidades pero la compra hay que realizarla con cabeza, salvo que te sobre el dinero o que estés mirando muy de cara al futuro.
Por norma general, estas son las capacidades recomendables según el tipo de uso y basándonos en nuestra experiencia propia:
- PC para ofimática: entre 120 y 240 GB.
- PC gaming: entre 500 y 1000 GB.
- Uso profesional / almacenamiento: lo máximo que puedas pagar.
¿Necesitas realmente comprar un SSD M.2?
La tecnología de almacenamiento ha evolucionado hacia los SSD, y éstos pasaron del formato de 2,5 pulgadas al formato M.2, así como de la interfaz SATA a la PCI-Express, ahora en la versión 4.0. No obstante, que la tecnología evolucione a veces también significa que los productos de tecnología anterior se vuelven mucho más asequibles, y esto es precisamente lo que está sucediendo con los SSD SATA 3.
En la actualidad comprar un SSD en formato M.2 es la mejor opción si quieres tener el mejor rendimiento, pero también implica una inversión monetaria considerable que podrías emplear en tener una mayor capacidad o mejorar otro componente. Por su parte, los SSD SATA son ahora más baratos que nunca y por el precio que pagarás por un SSD PCIe 4.0 de 512 TB, podrías tener un SSD SATA 3 de 2 TB de capacidad, que si bien te ofrecerá una cuarta parte o menos de su rendimiento, tendrás cuatro veces más capacidad.
Con esto lo que queremos deciros es que, quizás, no necesites comprar un SSD M.2 si lo que necesitas realmente no es mucho rendimiento sino más capacidad, ya que en ese caso salen mucho más rentables los SSD en formato de 2.5 pulgadas e interfaz SATA. Con todo, estos SSD siguen ofreciendo un incremento notable de prestaciones con respecto a los discos duros tradicionales, y realmente en escenarios reales de uso, tampoco suponen una enorme diferencia con respecto a los SSD en formato M.2 e interfaz PCIe (recordad que también hay SSD M.2 pero con interfaz SATA, así que ojo con eso).
Otra cosa a tener en consideración es, obviamente, el espacio físico. Hoy en día todas las placas base vienen ya con uno o más zócalos M.2 para poder instalar SSD en ellos, mientras que como es lógico los SSD en formato de 2,5 pulgadas siguen necesitando su espacio en la caja para anclarlos y poder utilizarlos. Desde luego, un SSD en formato M.2 es bastante más sencillo a este respecto, pero todo dependerá de las necesidades y del presupuesto de cada uno, por supuesto.