Actualmente estamos en una época en la que pueden surgir tecnologías que cambian el mundo de la noche a la mañana, no por cómo aparecen sino más bien por la velocidad a la que se desarrollan, algo que hemos visto por ejemplo con la inteligencia artificial. Pero el mayor problema que tiene esta tecnología es el pensamiento lógico, algo que ChatGPT demuestra ya que al parecer, no tiene la capacidad para vencer a una Atari 2600 en una partida de ajedrez.
Todas las inteligencias artificiales basadas en LLM tienen como objetivo replicar el cerebro humano, por este mismo motivo se basan en el aprendizaje automático y utilizan redes neuronales para procesar todo lo que les llega, generando de esta forma respuestas muy parecidas a las que daría una persona. Pero tienen un gran fallo que se centra en la lógica, hemos visto cómo tienen problemas a la hora de enfrentarse a situaciones en las que realmente deben pensar algo nuevo en lugar de centrarse en todo lo que han absorbido, y esto es algo que obviamente se aplica a ciertos juegos de mesa como es el caso del ajedrez, donde uno de los chatbots más avanzados no logra vencer a una consola de hace 48 años.
100 billones de parámetros contra 8 bits, ¿quién ganará?
Hay muchas personas que se centran en tratar de comprobar hasta dónde llegan ciertas tecnologías, en el caso de la IA sabemos que su mayor problema está en el pensamiento lógico, tratar de entender una situación que presenta una variable en la que otra persona o máquina puede actuar de una forma que no conocen. Y poner a prueba a ChatGPT contra una Atari 2600 en una partida de ajedrez surge de la forma más cómica posible, ya que según indica Robert Jr. Caruso, quien ha llevado a cabo este experimento, todo surgió por cómo ChatGPT hacía de menos a la consola de Atari poniéndose como voluntario para conocer cuanto tardaba en ganarle una partida de ajedrez.
Durante 90 minutos el chatbot de OpenAI sufrió en todo momento para tratar de entender la lógica detrás de los movimientos que hacía la consola con 48 años de antigüedad, según indica Robert no solo cometía un fallo tras otro, sino que además le echaba la culpa a no poder reconocer las figuras del juego, confundiendo los peones con los alfiles mientras que también tenía problemas para acordarse de la ubicación de las piezas. La Atari mientras tanto hacía sus movimientos (en la dificultad más fácil posible) evitando que la inteligencia artificial pudiese, ni acercarse a ganar una partida.
Incluso con ayuda la IA no era capaz de ganar a la dificultad más baja que ofrecía la consola, durante todo el tiempo que Caruso estuvo probando indica que ChatGPT no tenía la capacidad de hacer movimientos sin que Atari Chess le diese la vuelta en todo momento, ganando una vez tras otra. Al parecer 8-bits y unos movimientos creados para dejarse ganar incluso por un niño de 8 años es algo más que suficiente para que una IA tenga problemas en el ajedrez.