A la hora de escoger un nuevo procesador es inevitable valorar sus especificaciones, y muy especialmente el número de núcleos e hilos de proceso y la velocidad máxima a la que son capaces de funcionar. En las CPU de escritorio normalmente suele primar la velocidad frente al número de núcleos, pero en procesadores para servidor y workstation es justo al revés, prima el número de núcleos pero tienen velocidades algo más bajas. ¿Qué es mejor en última instancia?
En el mercado actual y si tu presupuesto te lo permite, puedes elegir opciones desde procesadores de solo dos núcleos hasta opciones de 64, así que realmente por opciones no será. El problema radica en que por norma general incrementar el número de núcleos en un procesador incrementa también su precio, y mucho. Sin embargo, entre dos procesadores a igualdad de núcleos y diferente velocidad, puede no haber diferencia de precio (o incluso ser más barato el más rápido) porque entran otros muchos factores en juego como la arquitectura o la plataforma, por ejemplo.
¿Más núcleos, pero lentos, o menos núcleos, pero rápidos?
Así pues, lo que vamos a hacer a continuación es ejemplificar la situación de manera virtual, es decir, imaginar dos procesadores que son de la misma marca y hacen uso de la misma arquitectura, pero uno tiene un solo núcleo muy rápido mientras que otro tiene dos núcleos pero más lentos (por ponerle números, imaginad un procesador de un núcleo a 5 GHz y otro con dos núcleos a 2,5 GHz). ¿Cuál sería una mejor opción?
La respuesta es, como siempre, que depende. En este caso depende del software y más concretamente de la aplicación, juego o benchmark que estemos ejecutando y de cómo se comporte con las instrucciones y los ciclos del procesador. Por ejemplo, en una aplicación que solo es capaz de funcionar con un núcleo en paralelo no serviría de nada tener dos núcleos y, por lo tanto, el procesador rápido tendría mucho mejor rendimiento.
Ahora bien, si estamos ante una aplicación que es capaz de paralelizar dos tareas simultáneamente, entonces la contienda estará igualada (a grosso modo), y lo estará porque la velocidad del procesador de un núcleo es justo el doble que el procesador que tiene el doble de núcleos, igualando la contienda.
La realidad es bien diferente, porque ni tenemos procesadores de un núcleo a 5 GHz ni tenemos variantes de dos núcleos a 2,5 GHz, sino que más bien las comparaciones están entre, por ejemplo, 4 núcleos y 8 hilos a 4,4 GHz y 6 núcleos con 12 hilos a 4,2 GHz, donde obviamente el procesador hexacore tendrá un mejor rendimiento en la mayoría de las ocasiones porque hoy en día casi todo el software es capaz de paralelizar 12 tareas simultáneas.
Según el uso, ¿debes comprar una CPU más rápida o con más núcleos?
Efectivamente y como siempre, si merece la pena una CPU u otra dependerá del uso que vayas a darle. Por ejemplo si el uso principal que vas a hacer es renderizado en 3D entonces te interesa tener un procesador con el mayor número de hilos de proceso posible aunque sean más lentos, ya que será capaz de ejecutar un mayor número de tareas simultáneamente dando como resultado una renderización más veloz.
Ahora bien, si el uso que le vas a dar a tu CPU es por ejemplo para navegar por Internet y poco más, entonces no necesitas tantos núcleos porque no estarán siendo aprovechados y lo que te vendrá mejor es un procesador con menor cantidad pero a mayor velocidad.
A estas alturas seguro que te estarás preguntando si para gaming es mejor más núcleos o que estos sean más rápidos, y es que antaño existía la leyenda urbana de que los juegos no aprovechaban los procesadores de cuatro núcleos de por aquel entonces. La realidad es que en los juegos modernos aquello quedó muy atrás y la gran mayoría son capaces de aprovechar tantos hilos de proceso como tenga disponibles el procesador, por lo que, a fin de cuentas, la mejor opción la vas a encontrar casi siempre en un procesador con un mayor número de núcleos / hilos porque será capaz de ejecutar más tareas en menos tiempo.
Obviamente hay muchos otros factores a tener en cuenta a la hora de elegir uno u otro procesador y nuestra explicación ha sido bastante burda, pero si tenéis en cuenta los valores empíricos teóricos que os hemos explicado la respuesta está bastante clara: si te lo puedes permitir, más núcleos te va a dar mayor rendimiento. Pero visto esto, vamos con casos concretos.
Si te vas a dedicar a jugar
Aunque los motores actuales paralelizan medianamente bien (no todos por supuesto) la gran mayoría no se quita el San Benito de estresar un núcleo con sus dos hilos más que al resto. Por ello, un procesador con más velocidad, pero menos núcleos normalmente es mejor que al revés.
Si bien aquí priman otras facetas que deben ser tenidas en cuenta más que la discusión de velocidad vs núcleos como tal. En primer lugar la arquitectura y microarquitectura de núcleo, pasando por el tamaño de las cachés y terminando por el IMC que disponga cada CPU.
Un ejemplo breve podría ser el i9-11900K, un procesador muy rápido para gaming con 8 núcleos y 16 hilos que se iguala frente a un i5-12400F con 6 núcleos y 12 hilos. El primero tiene más núcleos, más velocidad y en cambio es igual de rápido que su rival con 900 MHz menos y 4 hilos perdidos en sus características. Dentro de este apartado, cabe destacar que siempre deberíamos evitar los procesadores que incluyen núcleos de eficiencia, como pueden ser los últimos de Intel.
Esto en un principio puede parecer que no tiene mucho sentido, pero existe un gran problema y es que si mientras jugamos, una parte del proceso pasa por uno de estos núcleos que incorporan los procesadores de Intel desde la generación 12 en adelante, es probable que experimentemos una bajada de FPS. Principalmente este suele ser uno de los motivos por los que, a la hora de comprar un ordenador gaming, se recomienda más optar por AMD frente a Intel.
Si vas a trabajar con apps ofimáticas y navegar
Si nuestras necesidades pasan por utilizar las aplicaciones que forman parte de Microsoft 365 (Word, Excel y PowerPoint principalmente), navegar y descargar imágenes desde nuestro móvil, no necesitamos ningún ordenador de la NASA. El conjunto de aplicaciones disponibles en Microsoft 365 está optimizado para funcionar en equipos de muy básicos, con tan solo 2 núcleos y 4 hilos tenemos más que suficiente. Invertir en procesadores más potentes para navegar, crear documentos y demás, es, literalmente tirar el dinero ya que nunca vamos a sacarle el máximo partido.
De hecho, si únicamente vamos a utilizar Microsoft 365, podemos utilizar cualquier ordenador, por antiguo que sea, ya que esta suscripción de Microsoft, también nos permite acceder a la versiones web de Word, Excel y PowerPoint a través de cualquier navegador, por lo que la carga de trabajo recae en los servidores de Microsoft, no en nuestro equipo. Con la gestión de correos, pasa exactamente lo mismo ya que tanto Gmail como Outlook, nos permite interactuar con nuestros correos vía web, sin utilizar una aplicación dedicada.
Si queremos descargar las imágenes y vídeos de nuestro móvil en el PC, si es recomendable optar por un modelo sencillo de procesador en combinación con un SSD, para que el tiempo necesario para realizar la transferencia no nos lleve unas cuentas hora. Esto implica que obviamente a la hora de elegir entre un procesador con mayor cantidad de núcleos y menor potencia, y otro que ofrezca totalmente lo contrario, deberíamos buscar directamente la opción más barata en vez de pensar en optar por mayor o menor cantidad de núcleos junto con la potencia que estos pueden aportar.
¿Vas a editar fotos o vídeos pesados?
Aquí todo se iguala bastante y también hay que ver más cosas aparte de la frecuencia y núcleos. De nuevo hay que sesgar por software, ya que algunos no usan apenas la memoria RAM en su configuración y velocidad, importando esta poco, mientras que otros sí que la hacen determinante.
La arquitectura aquí también tiene mucho que decir, pero no es imperante si hablamos de aquellas que son correlativas en el tiempo y no comparamos unas que las separen 2 o 3 años, y aun así habría que ver casos concretos. En definitiva y por norma, suele primar el número de núcleos y los canales de RAM así como frecuencia frente a velocidad de los mismos.
A la hora de utilizar este tipo de programas, debemos tener en cuenta que la mayor parte de potencia que necesitan estos programas, no lo ofrece la CPU, sino la tarjeta gráfica en combinación con la RAM, pero como bien hemos explicado, es mejor optar por un procesador con una mayor cantidad de núcleos.
En cualquier caso, recuerda siempre contrastar información veraz en webs especializadas como la nuestra, donde se realizan test precisos sobre cuál es el rendimiento que podemos esperar de ciertos procesadores según qué aplicaciones. Esto es básico si deseas el nuevo PC para tareas muy específicas sin que termines gastando más de la cuenta. Obviamente, si el presupuesto no es un problema, siempre puedes apuntar a lo más alto y no dejarte nada por el camino: compra el SoC más potente y quédate tranquilo porque con él, no habrá tarea que se te resista.
¿Para un dispositivo portátil cuál de los dos casos es mejor?
Prácticamente todas las preguntas que hemos comentado anteriormente tienen que ver principalmente con ordenadores de sobremesa que pueden hacer un uso intensivo del procesador para cualquier tipo de tareas, desde las más básicas hasta las que más potencia requieren. Pero en los dispositivos portátiles esto cambia un poco ya que debemos tener en cuenta que tienen una duración limitada en términos de batería, lo que implica que cuanto mayor consumo tenga el dispositivo menos tiempo durará, haciendo que si tenemos que conectarlo todo el rato para recargar la batería esto sea un punto bastante negativo.
Muchos de los modelos que podemos encontrar en términos de dispositivos portátiles suelen incorporar procesadores con núcleos híbridos, que aprovechan los P-Cores para realizar funciones que pueden resultar demasiado pesadas, mientras que dejan que los E-Cores ejecuten las aplicaciones que necesitan menor rendimiento. En este caso podemos ver que hay ordenadores que tienen muchos más núcleos que otros, pero que realmente tienen una gran parte de núcleos de eficiencia, que tienen un consumo mucho menor que los de rendimiento.
En este aspecto si que es cierto que es mejor optar por aquellos que tengan más núcleos de bajo consumo por el simple hecho de que obviamente van a favorecer mucho a la autonomía del propio PC, pero no significa que sea la mejor opción si buscamos tener un rendimiento más alto. Es una cuestión bastante complicada ya que tendremos que decidir qué preferimos sacrificar, si rendimiento a costa de tener una duración de la batería más larga, o si preferimos una autonomía mucho menor a cambio de poder tener la potencia que pueden necesitar las aplicaciones de alto rendimiento como pueden ser aquellas que necesitan un renderizado gráfico extenso o similares.
¿Cómo afecta la cantidad de núcleos del procesador para otro tipo de tareas?
Los cuatro casos que hemos explicado anteriormente suelen ser los más comunes a la hora de utilizar un ordenador, ya que son las tareas que están más relacionadas con el uso del procesador, aunque está claro que no son las únicas que podemos llevar a cabo. Es cierto que existen otras cosas que podemos hacer como por ejemplo el hecho de hacer streaming, una práctica que tiene en cuenta la mayoría de los componentes de nuestro PC, y en la que el procesador, también puede jugar un papel muy importante.
En este caso por ejemplo depende de la configuración que tengamos, ya que podemos optar por hacer que la codificación de la transmisión sea a través del procesador, o desde la tarjeta gráfica, en el caso de que nuestro caso sea el primero, optar por un procesador que sea capaz de ofrecer una mayor cantidad de núcleos para que no cause problemas a la hora de asignarlos entre las diversas aplicaciones.
¿Y en el caso de los servidores?
No son muchas las personas que optan por comprar un procesador de servidor para utilizarlo de forma doméstica, pero aun así es posible que haya quien quiera tratar de montar uno servidor de forma local para poder gestionar una gran cantidad de información. En este aspecto es probable que también os estéis preguntando si es mejor optar por un modelo que ofrezca más núcleos a menor rendimiento o si por el contrario es como los otros casos en los que podemos encontrar que es necesario optar por una menor cantidad de núcleos con una frecuencia superior.
En el caso de las CPU para servidores la respuesta es bastante clara, lo mejor es tener una gran cantidad de núcleos aunque estos no tengan una velocidad demasiado alta debido a que no suelen desempeñar tareas muy pesadas en un largo plazo de tiempo, sino millones de tareas ligeras en un corto plazo. Esto obviamente implica que los procesadores que se necesitan para estos casos deben ser capaces de tener realizar todas estas operaciones sin que la cadena de espera llegue a ser demasiado larga debido a que esto terminaría causando prácticamente un colapso en el servidor.
Por este mismo motivo podemos ver que este tipo de componentes como son los Xeon de Intel o los EPYC de AMD cuentan con configuraciones que utilizan entre 64 y 128 núcleos configurados con una velocidad base de 2.0 GHz, mientras que los normales de alto rendimiento como mucho pueden alcanzar los 12-16 núcleos con una frecuencia de entre 4 GHz y 5 GHz. Esto también depende de para qué se utilicen como los casos anteriores, al final para tecnologías como la IA, es importante que los procesadores cuenten tanto con una gran cantidad de núcleos como una frecuencia más alta de lo normal.