Para almacenamiento interno no hay duda, cualquier otra cosa que no sea instalar un SSD es perder rendimiento y, además, ganamos la eficiciencia de no estar gastando puertos en balde. Si te estás planeando comprar una solución de almacenamiento externo, te estarás preguntando cuál es la mejor opción. Pues bien, vamos a ver las diferencias de rendimiento entre un SSD externo y una unidad HDD USB y si realmente vale la pena gastar el dinero.
Antes de realizar cualquier tipo de compra siempre es recomendable informarse debidamente de las opciones disponibles. El almacenamiento externo siempre ha sido cosa de los discos duros mecánicos o HDD. Pero,estamos viendo un aumento de unidades SSD externas que ofrecen grandes prestaciones a los usuarios, sobre todo en la velocidad de lectura y escritura que prácticamente hacen imperceptible las diferencias con los modelos internos, esos que conectamos a los puertos PCIe de la placa base.
Las bondades de un SSD frente a los HDD a estas alturas ya son más que sabidas. Pero, en los SSD, no todo es positivo, ya que este tipo de soluciones de almacenamiento tienen capacidades limitadas frente a los discos duros convencionales. Vamos a realizar pruebas a dos unidades diferentes, analizar los datos y luego, sacar conclusiones para que podáis conocer si de verdad os merece la pena una solución externa o, simplemente, acometer el cambio de la unidad que tenéis dentro del ordenador. Aquí van los resultados.
SSD frente a disco duro USB 3.0
En esta comparativa vamos a ver qué desempeño tienen dos productos totalmente diferentes y en rangos de precio distintos, pero cuya finalidad es la misma: almacenar nuestros datos de manera externa para poder llevarlos de un sitio a otro. ¿Te merecerá la pena la diferencia económica de un modelo de estado sólido frente a otro que todavía utiliza tecnología en desuso conmo son los HDD mecánicos?
Prueba de rendimiento
Por un lado, vamos a utilizar un SSD externo USB 3.0 Transcend ESD230C de 960 GB, y por otro, como disco duro USB 3.0 externo vamos a utilizar un WD My Passport 4 TB, en formato de 2,5 pulgadas que no necesita alimentación adicional (ya que con los discos externos de 3,5 pulgadas perdemos ese plus de portabilidad). El precio de este último ronda los 120 euros, por lo que nos está proporcionando cuatro veces más capacidad con un precio bastante inferior.
Hemos usado el benchmark CrystalDiskMark para medir el rendimiento de ambas unidades de almacenamiento. Dicha prueba de nos indica el rendimiento que alcanzan estos dispositivos tanto de lectura como de escritura bajo diferentes situaciones. Como se puede ver en las imágenes correspondientes, los resultados del rendimiento del SSD es muy superior, más del triple de lectura y cuatro veces más de escritura. Pero, ¿cómo se traduce esto en tareas de la vida cotidiana?


Las desventajas de los viejos HDD
La naturaleza de la memoria RAM no volátil permite tiempos de acceso mucho más grandes que un disco duro por la forma en la que se almacenan y se accede posteriormente a los datos. El motivo de ello es que en toda unidad de disco, sea rígido o flexible, el cabezal que lee los datos se ha de desplazar a otro sector del disco, lo que supone un retraso a la hora de acceder a datos que están repartidos por distintas zonas de la superficie.
Los discos SSD al utilizar RAM no volátil no solo no tienen los problemas de desplazamiento, sino que utilizan interfaces mucho más rápidas. Así pues, hemos llegado al punto en que la manera de funcionar de los discos duros es el cuello de botella en la transferencia de datos y no la interfaz. Todo esto hace que mientras los discos tradicionales se quedan en las pocas decenas de megabytes de transferencia por segundo, la memoria flash o RAM no volátil de las unidades de estado sólido puede aspirar a varias órdenes de magnitud en velocidad de transferencia.
SSD externo vs HDD externo (ambos con USB): copia de archivos
La copia de archivos es una de las formas más comunes para medir el rendimiento de una unidad de almacenamiento en cuanto a su velocidad de transferencia. La razón es simple: una copia es un movimiento de lectura en un dispositivo a otro de manera simultánea. Puede parecer algo banal y simple desde el momento en que las interconexiones son full dúplex o bidireccionales. Luego, a la hora de la verdad, cuando se lleva a cabo el proceso de copia, se produce una contención durante la transferencia, donde si sumamos el ancho de banda por separado en ambas direcciones casi nunca se obtiene el máximo teórico.
Esto es debido a muchos factores, pero si nos centramos en los accesos, si tenemos que hacer por ejemplo diez accesos a un disco duro vamos a ir añadiendo la latencia que supone solo el proceso de mover el cabezal 10 veces. El problema no ocurre con los SSD, pero cuidado, puede ser que el controlador de memoria flash interno sea de mala calidad y afecte al rendimiento, pero nunca para reducirlo hasta los niveles de un HDD.
El proceso de copia de archivos
Supongamos que queremos copiar archivos de uno a otro dispositivo, sean películas (archivos grandes), música (muchos archivos medianos), o fotografías (muchos archivos pequeños). Para esta prueba realizamos la copia desde el SSD NVMe de sistema hasta el dispositivo externo, en todos los casos 12 GB acumulados. Veamos el desempeño de ambos:
Evidentemente, el SSD externo nos ha entregado nuevamente un rendimiento muy superior en todos los casos. Pero fijaos que cuanto más pequeños son los archivos, menor es la diferencia entre uno y otro. Claro esta que un disco duro externo por USB está más pensado para almacenar cosas grandes y que se queden ahí, no para estar moviendo datos constantemente.
También es cierto que un SSD siempre va a trabajar de forma mejor con archivos más pequeños frente a un HDD. Por eso en archivos de mayor tamaño las cifras de tiempo son menos acusadas y, en cualquier caso, están supeditadas al ancho de banda del controlador USB. Nos guste o no, debemos tener en cuenta que su rendimiento dista mucho de la regularidad que podemos encontrar en interfaces como SATA o NVMe.
Uso con programas
Vamos con otro supuesto: tenemos una serie de archivos (los que sean) en el dispositivo externo con los que tenemos que trabajar, sean documentos, imágenes para editar en Photoshop, vídeos con los que trabajar en After Effects, etc. No importa, el caso es que necesitamos tenerlos en un dispositivo externo para poder trabajar con ellos en cualquier parte.
Aquí el rendimiento es más relativo, pero en esencia, salvo que estemos manejando archivos muy, muy grandes como vídeos para After Effects, el rendimiento subjetivo que nos dan ambos dispositivos es el mismo, si bien los tiempos de carga no lo son. En otras palabras, para documentos o archivos pequeños y medianos, no vamos a notar prácticamente diferencia, y en archivos grandes solo la percibiremos en el tiempo que tarda en cargarse. Ahí sí que puede merecer la pena apostar por el HDD.
A la hora de utilizarlos como reemplazo de una unidad interna…
Es muy probable que cuando nos hacemos con una unidad externa queramos utilizarla obviamente para tener un sistema adicional de almacenamiento que nos permita guardar datos que queremos tener fuera de la unidad interna de nuestro PC, pero hay muchos más usos que le podemos dar. En general este tipo de unidades, como bien sabemos, también pueden tener otro tipo de utilidades como el hecho de poder utilizarlos para crear un sistema operativo portable, es decir, poder ejecutar directamente un SO desde el disco externo.
Podéis preguntaros que utilidad puede tener esto, pero realmente es algo bastante recomendable si utilizamos varios dispositivos distintos, ya que nos garantiza poder trabajar siempre con nuestros datos de primera mano, sin tener que recurrir a mover los archivos de un lugar a otro, algo que termina siendo una pérdida de tiempo. Es por ello que podemos querer utilizar una de estas unidades para crear un sistema portable, una práctica que podemos llevar a cabo también con un pendrive, pero que obviamente no tiene las capacidades y rendimiento que ofrecen tanto los SSD como los HDD externos.
Aunque en este caso si que es cierto que para esta práctica es extremadamente recomendable utilizar un SSD, principalmente por el hecho de que tal y como podemos imaginar es esencial que tenga una velocidad tanto de lectura como de escritura extremadamente altas. Esto por ejemplo podemos ponerlo en práctica con algún modelo como los que os vamos a enseñar a continuación, e incluso mediante un M.2 con una carcasa que lo convierta en una unidad de almacenamiento portable, ya que ofrecen las mayores velocidades que podemos encontrar ahora mismo en el mercado, haciendo que sean la mejor opción que tenemos en caso de querer hacer esto.
SSD externos muy interesantes
Actualmente, la unidad SSD externa sobre la que realizamos el análisis ya no se encuentra a la venta. Pero, por suerte, en el mercado encontramos una amplia oferta de soluciones externas de alta velocidad. Hemos realizado una pequeña selección para que elijas el que más te interese y recuerda que cada poco tiempo, los modelos con más almacenamiento (2 ó 4TB sobre todo) van poniéndose a tiro con costes cada vez más bajos. Aquí os dejamos algunas alterntivas más que interesantes:
- Philips Portable Externe SSD 1 TB (79 euros): Esta solución tiene un diseño bastante compacto con una carcasa de aluminio que sirve como protección y disipador del calor. La unidad nos ofrece una velocidad de lectura de hasta 540 MB/s y una velocidad de escritura de hasta 520 MB/s. Dispone esta unidad de un único conector USB-C para la transferencia de datos y alimentación.
- Crucial X6 1 TB (90 euros): Unidad bastante compacta que lleva mucho tiempo en el mercado y cuenta con muchas valoraciones positivas. Esta solución de almacenamiento se basa en la interfaz USB-C 3.2, ofreciendo grandes velocidades de transferencia. Concretamente, nos ofrece hasta 800 MB/s de transferencia, que son casi 10 veces lo que nos puede ofrecer cualquier disco duro externo.
- SanDisk Extreme 1 TB (140 euros): Solución enfocada en usuarios que trabajan con archivos pesados, como puedan ser videos. Tiene una carcasa exterior de goma que resiste caídas y una protección IP65, que la hace resistente a polvo y líquidos. Nos ofrece una velocidad de lectura de hasta 1.050 MB/s y de escritura de hasta 1.000 MB/s.
SSD M.2 como disco USB externo
Una posibilidad es la de montar un disco SSD en formato M.2 en uno de los adaptadores especiales que los convierten en llaves USB externas. Es una tercera opción a los SSD externos que os recomendamos que miréis si alguna vez veis algún disco sólido M.2 con interfaz SATA o PCIe y queréis usarlo como disco externo para llevar aplicaciones portables o quién sabe si alguna distribución de Linux.
Si tenéis un disco NVMe M.2 sin utilizar, de algún PC del que lo habéis sacado, os recomendamos transformarlo en un componente externo que gracias a un cable USB 3.0, por lo que será capaz de leer y escribir a velocidades de vértigo que dejan a cualquier pendrive en una broma de mal gusto. Para conseguirlo, necesitaréis un adaptador como este que os dejamos justo aquí debajo y ya os avanzamos que el montaje es extraordinariamente sencillo.
Solución según necesidades y presupuesto
Sabemos que los SSD USB externos son mucho más caros que los discos duros convencionales, pero nos entregan un rendimiento muy superior en todos los ámbitos, además de que carecen de las partes mecánicas y, por tanto, son mucho más aptos para el transporte. Por su parte, los discos duros externos son mucho más baratos y nos entregan no solo mucha más capacidad, sino también otro parámetro que muchos usuarios no tienen en cuenta, y es la esperanza de vida: recordad que los SSD tienen un número limitado de escrituras, mientras que los discos duros tradicionales no.
Esto significa, y llegamos ya a la conclusión y a nuestra recomendación, que si vas a usar el dispositivo de almacenamiento externo para simplemente tener datos ahí y lo que te interesa es contar con mucha capacidad, deberías ir a por un disco duro tradicional, especialmente si lo que quieres es tener copias de seguridad que te duren muchos años (ojo, es importante que no los uses mucho o que tengas cuidado en su manipulación porque un mal golpe o una caída puede mandar al traste todo lo que tienes dentro). Es más, si eres una de esas personas que realizan copias de seguridad continuas de su información, te recomendamos hacer uso de un HDD convencional, ya que el volumen de datos que almacenarás con el tiempo será mucho más elevado e incluso puede llegar a superar el tamaño de lo que te ofrece un SSD.
Ahora bien, si necesitas menos capacidad, pero mucha velocidad porque requieres del almacenamiento para trabajar o jugar, entonces el SSD externo es tu opción predilecta, aunque sea más caro y tengan menos capacidad. En especial, lo recomendamos si trabajas con aplicaciones de edición de vídeo o de diseño gráfico, donde la velocidad de acceso es clave para obtener la mayor productividad posible.
