Comprar un nuevo PC, ¿misión imposible por culpa del precio?

Comprar un nuevo PC, ¿misión imposible por culpa del precio?

Josep Roca

La llegada de la crisis ha resultado en una reacción cuanto menos impopular por parte de muchos fabricantes de componentes para PC. Una subida generalizada en los precios ha propiciado que, hoy en día, comprar un PC de buenas prestaciones se haya convertido casi en una misión imposible para muchos usuarios por culpa del precio.

En los años 80 existían dos mercados paralelos en cuanto a la informática: por un lado, el de los PC que poblaba las oficinas y la administración de todo el mundo, y por otro, el de los microordenadores, el cual desapareció y estaba dirigido al mercado doméstico. Este último desapareció del mapa tan pronto como la tecnología de los primeros se abarató y permitió desplazarlos al olvido con sus mayores prestaciones y rendimiento. La realidad es que uno de los dos mercados se extinguió no por tener mejores productos, sino por el hecho funcionar con márgenes tan justos que no pudieron llevar a cabo una guerra frontal de desgaste.

¿Qué ha ocurrido con la informática barata?

Desde entonces, la reacción de todo fabricante de componentes de hardware cuando han venido las vacas flacas ha sido subir los precios para acumular capital y poder subsistir a largo plazo, lo que ha provocado que en una era donde tener un ordenador es indispensable para muchos trabajos y elementos de ocio nos encontremos que se han vuelto más inaccesibles que nunca. ¿La prueba de ello? Solo tenemos que tomar dos listas de referencia: por un lado, la de los juegos más jugados de Steam, y por el otro lado los más vistos en Twitch.

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¿Su particularidad? Necesitan un hardware paupérrimo, dado que la mayoría no opta por otros títulos por el hecho de ser peores, sino por un motivo que es el elefante en la habitación. El hardware se ha encarecido tanto que para el grueso de la gente no se pueden permitir un PC que tenga un rendimiento decente para jugar.

Es más, si antes hemos mencionado a los microordenadores de 8 y 16 bits es por el hecho de que su éxito se debía a los juegos. Eran principalmente un sistema para jugar y son los videojuegos el mayor embajador de la informática en la historia. Es más, al PC no se le consideró viable en los hogares hasta que no llegaron los componentes adecuados para los juegos. El aburrido oficinista no necesita apenas rendimiento y es el mercado del gaming en PC el que mueve la compra de los componentes de alta gama.

No todo es alta gama

Los departamentos de ventas y marketing suelen tener muy claro quién es el tipo de usuario al que le van a vender sus productos, cuáles son sus necesidades y su presupuesto. Sin embargo, de un tiempo a esta parte a veces cuesta entender cuál es el público al que van dirigidos algunos de los últimos lanzamientos. Es esa huida hacia arriba lo que está provocando una reducción en el consumo generalizado de las personas.

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Se dice mucho que la Ley de Moore está muerta, y sin embargo hace referencia a la complejidad en número de transistores y este precepto se sigue manteniendo. No obstante, el hecho de que cada nuevo nodo o tecnología de fabricación es cada vez más cara ha hecho que el coste por mm2 ha aumentado, por lo que teniendo en cuenta un tamaño fijo para un chip generación tras generación, es cada vez más caro. Esto antes no ocurría y, por tanto, no resultaba en un problema.

Sin embargo, si hablamos de gamas altas y tomamos el rendimiento como punto de partida para marcar el valor de compra del producto, entonces podemos justificar dentro de una escala ese precio de más. El problema viene cuando dicha percepción del valor no es generalizada y en consecuencia no es objetiva, sino subjetiva. Es decir, los nuevos chips de alto rendimiento pueden justificar el aumento de su precio, pero no lo pueden hacer en gamas mucho más bajas.

En busca de un consumidor que no existe

Si el coste de diseñar y lanzar nuevos componentes está haciendo subir los precios, lo que acaba ocurriendo es que se termina condenando al grueso de la población no solo a sistemas de menor rendimiento, sino que también se les está privando de algo que antes ya tenían. No olvidemos que nos encontramos en tiempos de estanflación, donde los salarios se mantienen fijos, pero el precio de las cosas sube.

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Si bien un profesional ve un ordenador como un medio de producción y, por tanto, como una herramienta de trabajo de la que va a sacar un rédito económico,  muchos usuarios tienen un ordenador en casa por ocio y si acaban encontrando otras alternativas a comprarse un PC para sus quehaceres diarios irán a por ella. En especial, si hablamos de consolas de videojuegos.

No puede ser que el precio de una tarjeta gráfica se encuentre en precios cercanos a las cuatro cifras y nos parezca normal, más que nada por el hecho que se están dirigiendo a un usuario que no existe o no representa al usuario medio. Simplemente, la gente de a pie no van a pasar por el aro, más que nada por falta de capacidad económica.

Entonces, ¿cuál es la solución?

El problema del sobreprecio en el mundo de la informática no es algo fácil de resolver, pero requiere que los fabricantes se sienten para lanzar un nuevo formato de ordenador, el cual pueda ejecutar juegos y sea accesible para la gran mayoría del público… algo que al mismo tiempo sea rentable para las compañías y que sirva a los desarrolladores para montar un paquete de software y de juegos competente y sin problemas.

Dado que las consolas de videojuegos se basan en el PC con sus costes reducidos, una buena manera de plantear un ordenador más barato al que tenga acceso todo el mundo como estándar es tomar dichos dispositivos como base para crear un nuevo concepto de computadora doméstica. Si bien se perderían elementos como la capacidad de expansión y no tendrían un alto rendimiento en cuanto a gráficos se refiere, el objetivo no sería otro que tener un ordenador por menos de 1000 €, incluyendo la pantalla, que fuese además todoterreno en lo que aplicaciones se refiere, es decir, incluyendo los juegos.

Muchos pensarán que una propuesta así acabaría dinamitando el mercado de los componentes para PC. La realidad es que una buena parte de los que juegan en ordenador lo harán durante años con el mismo sistema que han comprado durante años. El mercado de entusiastas que buscan el último procesador o tarjeta gráfica no se vería afectado por ello, simplemente, sería una forma que muchos usuarios no abandonaran la plataforma.

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