La situación que se está viviendo en China es especialmente grave y no tanto por el impacto de la variante de la COVID-19, sino por el desempeño económico e industrial que está suponiendo al mundo. El último informe evidencia un colapso total de un sector que estaba en clara alza en los últimos años: los portátiles, e incluso va más allá cuando se afirma que podríamos entrar en escasez inmediata si China no quita el bloqueo que tiene en ciudades y polígonos industriales clave.
Son las propias empresas las que ponen el grito en el cielo debido a las restricciones y escasez que están sufriendo. La cadena de suministros está afectando a la de montaje porque las fábricas se están quedando sin materiales clave, piezas como PMIC o simplemente productos químicos que necesitan para ciertos procesos. Un drama que en breve viviremos en el resto del mundo y que solo dos factores pueden impedir este desastre anunciado.
Kunshan y Shanghái en el centro del huracán
Las grandes empresas de la industria del PC se concentran cerca de los núcleos neurálgicos del país asiático al igual que ocurre en el resto del mundo. Es un sistema de organización laboral que cada vez se diferencia menos entre occidente y oriente porque todos intentan mejorar la productividad, pero China actualmente no puede mantener el nivel igual que Europa tampoco lo consiguió al principio de la pandemia.
La salvedad es la efectividad de las vacunas como hemos apuntado anteriormente y esto lo están sufriendo empresas como Compal, Pegatron o Winstron entre otras, por no mencionar a ODM Quanta Computer.
Estas empresas o han parado la producción o están en mínimos desde el 28 de marzo, ya que los bloqueos siguen siendo estrictos y además se están intensificando. Esto está derivando en un suministro inconstante y mínimo que está produciendo problemas temporales como los que enfrentan estas empresas con productos químicos que no pueden ser almacenados para ciertas tareas más de unos días.
La escasez de portátiles y la producción frente a la demanda
Empresas como Carrer Technology o Unimicron, gigantes de la construcción de los PCB llevan paradas desde el 21 de abril y no tienen visos de abrir en breve. Si no hay PCBs no hay ni placas base ni portátiles, o tarjetas gráficas, es un parón de la producción sin precedentes que ni la primera ola de COVID consiguió realmente.
Pero esto no termina aquí, sino que los circuitos integrados, los cableados internos o los chips de administración de energía claves para la industria están en escasez completa por los bloqueos y parones mencionados. Es decir, la industria ha bajado la persiana y enfrentamos una escasez casi total de portátiles y posiblemente de otros componentes.
Además, las unidades que están saliendo de fábrica con cuentagotas tienen otro problema añadido: el puerto de Shanghái está completamente bloqueado por barcos, los cuales se cuentan por miles.
Si se quiere importar materiales hay colas kilométricas en alta mar, si se quiere exportar los contenedores y materiales tienen que pasar controles de detección para garantizar que tanto el barco como la carga no propaguen el virus, lo que ralentiza toda acción día tras día.
Entonces, ¿cuáles son las posibles soluciones? La primera es la más obvia: la retirada de las restricciones y el bloqueo por parte de China. La segunda tiene que ver con la demanda. La de Chromebooks está cayendo en picado tras un alza bastante peculiar en el último año y medio, lo que significa que los materiales usados para estos podrían ser reconducidos o adaptados a los portátiles tradicionales.
Además, la demanda general de portátiles está cayendo. Para ser específicos, dicha demanda en lo que va de 2022 se ha reducido en un 10% mientras que la de PC va en aumento, un cambio de tendencia que solo mueve el problema parcialmente a otro sector, pero que podría aliviar al de los portátiles y su escasez. Las previsiones de los analistas dicen que la situación empeorará en verano para comenzar a mejorar de cara a final de año, eso si no hay nada que vuelva a sacudir el panorama mundial…