Los nuevos SSDs para caché Intel Optane ya están por fin en la calle, y en algunos medios ya han tenido la oportunidad de analizarlos como en el caso de Anandtech. La conclusión es muy clara: el efecto práctico que tienen sobre el rendimiento de un sistema de usuario es prácticamente nulo.
La premisa es muy buena, y la idea de tener caché SSD es una muy buena idea (es algo que, por ejemplo, los NAS de Synology ya permiten hacer desde hace mucho tiempo pero con SSDs convencionales) porque mejora mucho el rendimiento… cuando el volumen de datos y la cantidad de archivos que manejamos es muy elevada. No obstante, a nivel de usuario y como se ha puesto de manifiesto en los primeros análisis, Intel Optane no proporciona prácticamente ninguna mejoría de cara al usuario de a pie, y en algunos medios lo han calificado como “bofetada a los usuarios” e incluso “insulto”.
Intel Optane: la premisa es buena, la consecución no
Tal y como se ha demostrado en los análisis, la diferencia real entre utilizar un SSD convencional y un SSD de caché Intel Optane junto con un disco duro normal es nula. Optane es muchísimo más rápido que cualquier SSD, pero la realidad es que se están reduciendo microsegundos a nanosegundos y por lo tanto, lo que apreciamos es… nada. Desde la perspectiva del caché, todo lo que realmente importa es cuánto más rápido es Optane con respecto a la memoria caché que tienen todos los discos duros mecánicos, y la realidad es que a éste respecto el rendimiento es casi idéntico.
Vamos con un ejemplo: si el tiempo de acceso a un disco duro mecánico SATA 3 normal es de unos 10 ms, añadiendo un SSD éste tiempo de acceso se reduce en 9,99 ms. Con un SSD Intel Optane se reduce en 9,99999 ms. En términos efectivos tenemos exactamente lo mismo, la diferencia es tan sumamente nimia que es despreciable.
¿Qué importancia tiene la memoria caché?
Una de las cosas que hay que tener en consideración con respecto a la memoria caché es con qué frecuencia el equipo necesita acceder a ella: en la realidad, muy pocas veces (ojo porque estamos hablando a nivel de usuario). A estas alturas ya supondréis que el tener una gran cantidad de memoria caché es mucho mejor que tener una memoria caché más rápida, y dadas las capacidades que ofrecen los SSDs SATA3 o incluso los PCI-Express NVMe, parece absurdo que Intel esté ofreciendo Optane con capacidades de 16 y 32 GB.
A día de hoy, podemos comprar un SSD de 256 GB por lo mismo que nos cuesta una memoria Optane de 32 GB, lo que supone una capacidad ocho veces superior y, con unos tiempos de acceso tan similares, realmente tenemos muchísima más capacidad de potencial memoria caché al mismo precio, y sin tener que andar con peripecias de compatibilidad ni configuración.
Actualmente, Intel tiene dos modos diferentes de memoria caché: modo Optane y el modo estándar “SRT Mode”. Éste último es el modo tradicional en el que se almacena en caché información a la que acabas de acceder para que las siguientes veces que accedas a ella el tiempo se reduzca considerablemente; es el modo que usan los discos duros normales. No obstante, éste modo no tiene ningún método inteligente para “predecir” a qué datos vamos a acceder más frecuentemente.
El modo Optane sí que tiene cierta mejora con respecto a esto, pues funciona en conjunto con el sistema operativo y precarga en memoria los archivos necesarios para el arranque durante el inicio del sistema. Esto hace que el ordenador arranque más rápido pero tiene una contrapartida: prácticamente llena el volumen total de la unidad de caché, dejando poco o nada de espacio para las demás cosas.
Intel es consciente de que Optane a día de hoy es un fracaso
Es lógico: Intel ha invertido mucho en el desarrollo de éste tipo de memoria, y ha logrado mejorar lo que ya había, eso hay que reconocerlo. Pero desde luego que a día de hoy no encuentro ni un solo motivo por el que cualquier usuario de a pie quiera comprar éste tipo de memoria para su equipo (repito que en el ámbito empresarial tiene mucho más sentido). No obstante, Intel necesita amortizar la inversión y por lo tanto lo promociona por todo lo alto, como si sus beneficios fueran algo sin lo que no podríamos vivir.
Conclusión
Mi conclusión, y quiero poner por delante que es mi opinión personal, es que Optane es un fracaso de grandes proporciones a nivel comercial. A nivel industrial y de R&D es un triunfo porque sí que han logrado mejorar lo que había, pero en términos reales no tiene ninguna razón de ser a día de hoy, y auguro que Intel dejará muy pronto de comercializar éste tipo de memoria a nivel de usuario. Y si no lo hacen, estarán engañando a los consumidores.
Es de esperar, sin embargo, que Intel lance versiones con mayor capacidad de éste tipo de memoria que podrían llegar a tener algo más de sentido. Pero recordad que, y esto lo ha dicho Intel, Optane solo tiene sentido si lo emparejamos con un disco duro mecánico normal, no en un sistema en el que ya tengamos SSD.