Cómo ha evolucionado el almacenamiento en los ordenadores

Aunque sea un tema al que no le prestemos atención, excepto cuando nos quedamos sin espacio en nuestra unidad, el almacenamiento en los ordenadores tiene una historia que precede, incluso, a la propia invención de los ordenadores como tal. Hoy veremos cómo ha sido la evolución de este medio a lo largo de los años, hasta llegar a nuestros SSD.
El primer sistema que se empleó como almacenamiento en los ordenadores fueron las famosas tarjetas perforadas. Este tipo de tarjetas ya existían desde los comienzos de la revolución industrial, siendo empleadas por «ordenadores mecánicos» en los antiguos telares para representar fidedignamente el diseño en un tejido. Para el momento en que se fabrica el primero ordenador digital, era el método más conocido, aunque la capacidad de almacenamiento de una de estas tarjetas equivale solo a una fracción de kilobyte (imaginaos todas las que se necesitarían para tener que cargar un juego de 20 GB en nuestro ordenador).
La evolución frente a las tarjetas perforadas sería el tambor de memoria. En este tipo de dispositivos los datos se grababan en un cilindro, en una capa de material magnético que recubría su parte externa. A diferencia de los discos duros mecánicos actuales, en el tambor de memoria no había cabezas lectoras, sino que los puntos de lectura / escritura estaban fijos sobre un cilindro que recubría todo el tambor. La lectura / escritura se producía con el tambor girando a un elevado número de rpm, mientras que la cabeza lectora tenía que esperar a que le llegar la información que estaba buscando.
El siguiente salto ya se daría en los años 60, con el comienzo del uso del almacenamiento en cinta magnética. Todos recordamos las antiguas películas donde las salas de ordenadores tenían unos enormes armarios, en cuya parte superior solía haber uno o dos rollos de cinta magnética girando parsimoniosamente. El hecho es que, la cinta magnética todavía es un método de almacenamiento que se sigue empleando en los ordenadores, aunque solo para guardar datos a granel, tales como back up de datos. El hecho de tener que estar rebobinando la cinta constantemente para localizar un dato o tener que cambiar de cinta para localizar más datos hace que sea un método poco efectivo en cuanto a la rapidez de acceso a los datos almacenados en ella.
Y desde estas cintas magnéticas ya saltamos al primer disco duro mecánico. Presentado en el año 1957 es el primer paso dentro del tipo de almacenamiento que conocemos hoy en día. Con un tamaño aproximado equivalente a dos neveras, tenía un total de 50 platos con la increíble capacidad de almacenamiento interno de… 3,75 MB. Por supuesto, a medida que se fue popularizando, el tamaño de estas unidades de almacenamiento fue descendiendo paulatinamente, hasta que a principios – mediados de los años 80 se comenzaron a vender en el popular formato de forma de 3,5″, para más adelante pasar al formato de 2,5″, el cual se empleó inicialmente en los ordenadores portátiles, para luego ser adoptado por los SSD. Y, desde ahí, al formato M.2 que se está instaurando recientemente para los SSD.
En paralelo a la llegada de los discos duros a los ordenadores tenemos la aparición de los discos extraíbles flexibles, los famosos Floppy Disks. Este tipo de unidad magnética comenzaron a aparecer a principios de los años 70 y fueron la única manera en que los usuarios podían compartir datos entre ellos, sobre todo si eran de gran tamaño. Y de ahí pasaríamos al CD-ROM, al DVD-ROM, al BR-ROM, los pen drives, etc. Aunque todos estos métodos quedaron anticuados con la llegada de Internet.