El término SOC puede referirse a Security Operations Center, pero cuando hablamos de un SoC (fijaos en la o minúscula) en hardware, nos referimos al término «System on a Chip«. En este artículo vamos a explicarte qué es un SoC, qué características son las que lo definen y qué tipos de SoC hay.
A medida que la tecnología avanza y todo tiende a la miniaturización del hardware para mejorar su eficiencia, nos vemos obligados a acuñar nueva terminología, y más todavía cuando hablamos de la tecnología. Por este motivo un término como SoC lleva ya utilizándose varios años en la industria, y aunque muchas personas lo utilizan incluso a diario, no son muchos los que saben realmente qué significa.
¿Qué es un SoC (System-on-a-Chip)?
SoC es un acrónimo que viene del inglés «System on a Chip», y que significa literalmente «sistema en un chip». Su origen se remota al auge de compañías como Nokia, cuando comenzaron el desarrollo de los primeros teléfonos móviles y era necesario que éstos fueran lo más pequeños y autónomos posible. Por ello, y siguiendo con la idea de miniaturizarlo todo en mente, la tendencia fue la de implementar un chip que tuviera tantas funciones integradas como fuera posible.
Todos sabemos lo que es un chip, pero ahora la pregunta es ¿qué se considera un sistema? A simple vista un SoC parece un chip normal, pero lo que diferencia a un SoC de un chip normal y corriente lo encontraremos bajo el capó, donde convergen una gran cantidad de componentes diferentes que son los que conforman su nombre, cada uno de ellos con una función pero con una funcionalidad combinada.
En otras palabras, la definición de SoC podríamos tenerla como un «chip integrado por múltiples componentes que, en conjunto, conforman un sistema completo».
Características y funciones de los SoC
Para explicar las características que tienen estos elementos, vamos a tomar como ejemplo el SoC SnapDragon 801 de Qualcomm cuyo diagrama podéis ver a continuación:
Como se puede ver en el diagrama, encontramos una buena cantidad de componentes internos como el procesador (CPU) en sí mismo, el controlador de memoria, la memoria, la GPU, el DSP, el módulo de conectividad que da servicio a tecnologías como USB, LTE, WiFi o Bluetooth, el módulo de GPS, el de la pantalla, el de la cámara y finalmente el multimedia. Todo esto que véis ahí en el diagrama, en la realidad se traduce en un chip no mucho más grande que una moneda.
Por supuesto, las características y componentes internos pueden ser diferentes de un modelo a otro, ya que no es lo mismo un SoC orientado a potenciar un terminal móvil que uno que esté diseñado para un router, siendo los primeros mucho más completos y complicados que los segundos, ya que la finalidad es bien diferente. Por si os lo preguntábais, un SoC no es meramente el «procesador» de un smartphone, sino que también potencian consolas portátiles, routers, smartwatches y un amplio elenco de productos tecnológicos.
Ventajas e inconvenientes
Toda nueva tecnología se desarrolla para mejorar lo que ya existe, pero hay ocasiones en las que un nuevo tipo de producto soluciona problemas existentes pero genera otros nuevos. Así, estos pequeños System on a Chip mejoraron muchísimo lo existente en su momento, pero a continuación generan los siguientes problemas:
- En caso de fallo de alguno de sus componentes internos, todo el sistema queda inservible.
- El aumento de densidad de componentes provoca un aumento del calor generado, pudiendo afectar a su rendimiento.
Como ventajas, evidentemente tenemos la miniaturización del elemento, ya que su pequeño tamaño permite utilizarlo en dispositivos móviles entre otros. Igualmente, su siguiente ventaja también pasa para los dispositivos móviles, ya que es la eficiencia, que colabora en reducir su consumo de batería y con ello aumentar la autonomía.