Existen una gran cantidad de opciones en Windows que nos permiten controlar nuestros periféricos, y es que el sistema operativo es realmente completo en todos los aspectos relacionados con la forma que podemos tener de controlar cualquier dispositivo que se conecte. Pero esto puede estar perjudicando el rendimiento de nuestro monitor, y es que si tenéis uno que ofrece una frecuencia de actualización realmente alta, como son los gaming, es posible que el propio sistema operativo esté haciendo que funcione con el mínimo, es decir, 60 hercios.
Los monitores gaming suelen ofrecer una serie de características especiales que permiten a los usuarios mejorar en gran medida su capacidad de reacción, ya que permiten que las imagenes sean mucho más fluidas en comparación con los periféricos normales que podemos encontrar de este estilo. Esto tiene que ver con la tasa de refresco, también conocida como frecuencia de actualización, que cuanto más alta sea, más fluida será la sucesión de imágenes que tendrá un videojuego, algo que es extremadamente necesario en algunos de los títulos competitivos más importantes de los últimos años como pueden ser los shooters.
Las opciones de Windows pueden estar limitando la frecuencia de actualización de tu monitor
Muchas veces si buscamos la configuración de nuestro sistema operativo podemos llegar a darnos cuenta de que hay algo que no cuadra, y es que es bastante común que nos demos cuenta de que algo no va bien cuando estamos por ejemplo jugando. En términos generales, no resulta demasiado común que el propio sistema operativo realice cambios sin avisarnos en algunos aspectos, pero es posible que haya algunas configuraciones que no están definidas como deberían desde un principio, lo que hace que perdamos todo el potencial que nos debería de ofrecer, por ejemplo, un monitor de gran calidad.
En este caso Windows tiene una forma de configurar nuestras pantallas para limitar los hercios que tienen, y si notamos que dicha pantalla no está funcionando con la frecuencia de refresco que debería, tendremos que mirar primero si es culpa del propio sistema operativo. Hacerlo es realmente sencillo, ya que tan solo tendremos que acceder a la configuración de pantalla en Windows para verificar si el problema está aquí o si por el contrario tenemos que mirar otros ajustes como podrían ser los de la tarjeta gráfica, o directamente los del propio monitor.
Para comprobar si es el sistema operativo el que está limitando nuestra frecuencia de actualización solo debemos seguir unos sencillos pasos:
- Presionamos la tecla de Windows y nos dirigimos al buscador
- Escribimos «Sistema» para acceder a la configuración del mismo
- Una vez aquí hacemos clic sobre el botón que aparecerá marcado como «Pantalla»
- Se abrirá una nueva pestaña para configurar la pantalla, deslizamos hacia abajo y hacemos clic sobre «Pantalla avanzada»
- Una vez aquí seleccionamos el monitor que queramos y nos mostrará todas sus características
- Para cambiar la tasa de refresco del mismo, nos dirigimos al apartado «Elegir una frecuencia de actualización» y seleccionamos la más alta que tenga nuestro monitor.