Existen juegos que llegan silenciosamente y solo cuando pasan los días y algunos atrevidos no dudan en probarlo, comienza a trascender. Es el caso de Lone Ruin, que llegó para PC y Nintendo Switch el pasado 12 de enero y que día a día va conquistando a todos los que se han decidido a darle una oportunidad. Y es que a pesar de su aspecto simplón, dentro se esconde un título dispuesto a redefinirlo todo.
Un poder ancestral: la diversión
Como os decimos, Lone Riun llegó a las tiendas digitales (solo un éxito apabullante garantizaría un lanzamiento en físico en Nintendo Switch) hace apenas unas semanas y lo hizo con una idea en mente: contagiarnos su enorme jugabilidad que hereda directamente de los primeros tiempos de los videojuegos. Concretamente de aquella época de salones recreativos, coin-op espectaculares y partidas a cinco duros (25 pesetas).
De todas formas, a pesar de su simpleza, Lone Riun intenta contarnos una historia mágica. La de un personaje que tiene que adentrarse en una ruina en la que se guarda un poder ancestral y que debe derrotar, y que lo fía a todo al control de su personaje y a los poderes que puede ir acumulando a medida que avanza por sus estancias. Porque no se trata de un mundo abierto con misiones que completar, sino que aquí las cosas son más sencillas y cerradas de lo que parecen.
Por ejemplo la disposición del mapa. Cuando entramos en las ruinas veremos a un personaje que nos ofrece un poder que podemos aprender en ese instante y a la izquierda unos muñecos para ensayar con ellos nuestros ataques. Esto no es gratuito porque hacerse a los controles de Lone Riun puede llevarnos unos minutos ya que utiliza un sistema twin stick parecido al del mítico Smash TV de los años 90: con la palanca izquierda movemos al héroe y con la derecha marcamos la dirección de disparo.
Dificultad máxima y partidas cortas
La clave del éxito de Lone Ruin está en su esencia coin-op que nos lleva a ponernos como meta simplemente superar la habitación a la que estamos y llegar a conocer la que hay después. Y si lo conseguimos, intentar ir una más allá hasta terminar la mazmorra que, todo hay que decirlo, se genera de forma aleatoria cada vez que comenzamos una nueva aventura.
Esa es la segunda clave de Lone Ruin, que no habrá dos partidas iguales, ni dos recorridos en la mazmorra idénticos, del mismo modo que tampoco alcanzaremos la misma puntuación cada vez que nos maten y el juego nos pregunte si queremos publicar esa cifra en el Hall of Fame mundial que funciona a modo de clasificación de una recreativa.
Tanto la dificultad (eliminar a los enemigos como si de un matamarcianos se tratara), como esa puntuación que vamos mejorando y subiendo al Hall of Fame, hacen de este título un entretenimiento adictivo, que nos invita a probar una vez más sin parar buscando superar, primero, nuestro score más alto y, después, demostrarnos si somos tan buenos como para grabar en oro nuestro nombre junto al del resto de jugadores del planeta.
Dadle una oportunidad. Es barato y a cambio os ofrecerá toda una batería de horas de diversión desbocada.