Hace ya algunas semanas que se estrenó la temporada ocho, y da la sensación de que la propia Blizzard está deseando que termine cuanto antes ya que, de manera inédita, se ha puesto sin que nadie la obligue a avanzar cosas que podremos disfrutar en la nueve. Es decir, que el regreso de Belial y la colaboración con Berserk, entre otras muchas cosas, han levantando en armas a los fans irredentos del ARPG. Y claro, toca analizar por qué está ocurriendo lo que está ocurriendo.
Como os decimos, desde que la temporada ocho llegó a Diablo 4 no han parado de sucederse las quejas de los usuarios que se empeñan en seguir jugando con la criatura de Blizzard y que no entienden cómo a estas alturas de la película (del propio juego y de la compañía) pueden estar apareciendo los problemas que se palpan durante las partidas. Y no, no hablamos de los 150 euros necesarios para comprar todos los cosméticos del famoso Berserk.
Fallos incomprensibles de Blizzard en Diablo 4
El caso es que desde que se estrenó esta última temporada no han cesado las quejas de los usuarios por el desequilibrio que hay entre clases distintas después de la última actualización. Es decir, que notan perfectamente que los personajes que creamos tienen descompensados sus atributos de ataque y defensa respecto de otros protagonistas, sin posibilidad de igualarlos por mucha habilidad que invirtamos en el proceso. Así que según la clase que escojamos, unas misiones serán más complicadas que para otros.
Esto, en los viejos tiempos de Blizzard, sería algo impensable que ocurriera porque precisamente ese ha sido siempre el punto diferencial de los de Irvine respecto de todos los demás desarrolladores. Coger una clase en World of Warcraft solo cambiaba la forma de jugar o encarar a los enemigos pero todos, prácticamente, ofrecían una perfecta armonía entre puntos fuertes y débiles (bueno, salvando el primer Paladín de inicio que era invencible).
Imaginad un Hearthstone sin un equilibrio entre todas sus cartas, o un Overwatch (al menos el primero) con clases que pudieran arrasar a las demás en medio del mapa de combate. Decir que Diablo 4 está desequilibrado a estas alturas, cuando se cumplirán dos años de su lanzamiento a principios de junio, es como afirmar que está roto y que es necesario que Blizzard intervenga de inmediato. Pero por desgracia eso no es lo que está ocurriendo y lleva ocurriendo, valga la redundancia, desde hace mucho.
Como muestra un botón: la clase Espiritualista de la primera expansión de Diablo 4, Vessel of Hatred, aterrizó completamente OP, es decir, overpower, de una manera que nos permitía subir de nivel con una rapidez nunca vista y, lo peor de todo, sin que mediara un nerfeo de inmediato. Así que sí, podemos decir que Blizzard no está en su mejor momento pero lo que más nos intriga es imaginar qué estará ocurriendo allí dentro en esta nueva etapa post-compra de Microsoft para que los de Irvine estén perdiendo la mano con uno de los detalles en los que siempre acertaban. En el equilibrio.