Apple va a dejar de soportar las aplicaciones de 32 bits en macOS; como ya hizo en iOS, su sistema operativo para dispositivos portátiles. Todo este proceso nos hace plantearnos que ocurriría en Windows si Microsoft decidiese dejar de soportar programas de 32 bits en su sistema operativo. ¿Debería hacer esto también Windows?
Hace 15 años que salió el primer sistema operativo de Windows basado en 64 bits, el Windows XP. Uno de los principales motivos por lo que surgió esta actualización del sistema, es la necesidad de poder trabajar con un mayor tamaño de memorias RAM. Mientras que los sistemas de 32 bits sólo pueden direccionar hasta 3,25 GB de memorias RAM, los de 64 bits pueden direccionar teóricamente hasta 16 EB (Exabytes) – un tamaño que puede que tardemos muchos años en alcanzar-.
Desde que Windows lanzase este nuevo sistema operativo hemos vivido con la “promesa” de que en algún momento dejaríamos de tener las dos carpetas de Windows, la de programas en 32 bits y la de programas en 64 bits. De hecho, Microsoft se planteó dejar de dar soporte para la versión de 32 bits en Windows 10, pero finalmente desecharon la idea porque había aún millones de sistemas que funcionaban bajo esta arquitectura.
¿Qué supondría para nosotros el cambio de arquitectura?
Para los usuarios que disponemos de equipos relativamente recientes, con más de 4 GB de RAM, sería una de las mejores noticias que podríamos tener: los programas podrían utilizar todo el espacio de memoria del que disponemos, el rendimiento de nuestro equipo mejoraría, ya que no tendrían que realizarse conversiones en las aplicaciones que están hechas con librerías de 32 bits para funcionar en equipos de 64 (lo que nos ahorra un gran número de fallos). Aunque hay muchas aplicaciones punteras que no se han actualizado a los 64 bits, o que si lo han hecho no nos ofrecen su versión de 64 bits para la descargar fácilmente.
Los juegos serían los mayores beneficiados con el cambio, ya que al poder realizar operaciones más complejas y utilizar un mayor espacio de memoria, tendrían un mayor rendimiento. Si bien es cierto que la mayoría de los juegos ya están creados bajo los 64 bits porque necesitan más de 4 GB de RAM para operar.
Que el cambio se haga relativamente rápido, puede provocar que los desarrolladores se tengan que poner el turbo en actualizar sus aplicaciones a los 64 bits y evitar que pierdan la compatibilidad. Las plataformas como Steam podrían tener que eliminar una gran cantidad de títulos para los usuarios, ya que los que no sean nuevos no serían actualizados a la nueva generación y se convertirían en programas no compatibles.
Este cambio, como la mayoría de los cambios, puede resultar en una vorágine en el momento en el que se inicie: habrá muchas aplicaciones de nuestro día a día que de repente dejarán de ser compatibles con Windows y tendríamos que esperar a que se actualizasen, proceso que no tiene porque ser rápido. Además, hay muchas empresas y universidades que utilizan programas antiguos para trabajar o enseñar, que no existen en 64 bits ni serían actualizados.
En definitiva, aunque el cambio sería muy beneficioso a la hora de utilizar nuestros ordenadores, no podemos olvidar los millones de ordenadores que dejarían de ser compatibles con Windows. Sin embargo, si algo hemos aprendido de Apple es que si quieres conseguir que los usuarios y desarrolladores se adapten a un cambio, tienes que forzarlo.