No son pocos los usuarios que piensan que por el precio de una tarjeta gráfica actual era de esperar un sistema de actualizaciones de la propia tarjeta como si de una placa base se tratara. Aunque la idea es óptima, ya se ha intentado en el pasado y hay una serie de motivos de fuerza mayor que impiden este logro, pero ¿es posible de cara al futuro que diseñen tarjetas gráficas actualizables?
Hace casi 25 años, las primeras tarjetas gráficas de algunos fabricantes tan conocidos como Cirrus Logic, así como ciertas placas base, se diseñaron con la actualización en mente de algunos de sus componentes.
Desde su VRAM, hasta algunos sistemas como las fases de alimentación, pasando por la caché … fueron muchos componentes que podían ser upgradeados y como tal, su rendimiento cambiaba, ¿por qué esto no es posible hoy en día?
Los motivos por los que ni AMD ni NVIDIA lanzan tarjetas gráficas actualizables
Hay una serie de motivos por los que ninguno de los dos grandes fabricantes lanza unos conceptos modulares y actualizables de sus principales productos gaming. El mayor de ellos es sin duda el gasto en I+D necesario para una serie de componentes tan clave como lo son las tarjetas gráficas.
Se necesitaría un socket (o varios) específicos, lo que generaría que los fabricantes tuviesen que diseñar sistemas de disipación estándar con PCB personalizados, por lo que sería un mercado a piezas de nuevo. Por un lado, la venta del PCB de ciertos fabricantes, por otro los sistemas de disipación y finalmente el chip de AMD y NVIDIA.
El símil es claro si lo comparamos con el actual mercado de placas base y CPUs. A esto hay que sumarle otros problemas directos: consumo, VRM, controladores de voltaje y VRAM. En cuanto al primero de ellos, cada GPU tendría un voltaje distinto y un consumo energético que iría desde los 75 vatios o menos hasta más de 300 vatios con overclock.
Esto segmentaría de forma muy clara el mercado de los PCB y aquí llegan los dos siguientes apartados. Los VRM y controladores de voltaje tendrían que poder lidiar con un socket que tendría diversos tamaños de GPU, seguramente incluidas estas en un interposer a modo de PCB para su instalación.
Se especializaría el mercado hasta tal punto que la estandarización de ciertos aspectos sería necesaria en el mundo de las tarjetas gráficas actualizables. Las necesidades de un modelo de gama baja y media poco tienen que ver en cuanto a lo electrónico, igual que entre la gama media y alta, así que la segmentación daría como resultado una guerra de productos y precios absurda donde el tamaño de las GPUs es más que probable que aumentase en algunos centímetros.
Buses y VRAM
Otro de los apartados clave es el bus de cada tarjeta. Aunque el mismo va incluido dentro de la propia GPU con sus respectivos controladores de VRAM de 32 bits, los PCB tendrían que ser específicos para ciertos modelos que compartiesen bus.
La asignación eléctrica de VRAM y bus está muy ligada e impediría que una GPU de gama baja se instalara en un PCB de gama alta ante la incapacidad de los controladores de saber cuál es su asignación correcta de forma automática.
Otros temas a tratar serían los clocks que se podrían conseguir con esta segmentación, las señales de control en los chips y su enrutamiento en el PCB, o simplemente garantizar que el ancho de banda es el esperado.
Hablamos de un componente AIO que es extremadamente veloz y sensible a cualquier variación en sus señales. No en vano los PCB han evolucionado hasta puntos donde una placa base, aunque más compleja, no va a llegar en décadas. Para finalizar, un cambio de paradigma de este calibre tiraría por tierra las inversiones de toda la industria actual y obligaría a cambiar por completo los sistemas de producción, abriendo nuevos mercados de por medio sí, pero seguramente se incrementaría el precio total de cada GPU para no conseguir finalmente su mismo rendimiento.