En los últimos tiempos, los SSD en formato M.2 están a la orden del día incluso en ordenadores domésticos. Son dispositivos de almacenamiento muy rápidos y con un gran rendimiento, pero que por regla general se calientan bastante pudiendo generarse Thermal Throttling, un fenómeno mediante el que reducen su rendimiento para preservar la temperatura y su integridad. Te preguntarás si tu SSD M.2 necesita un disipador a raíz de esto, así que vamos a proceder a realizar nuestras propias pruebas de rendimiento para comprobarlo.
Debéis tener en cuenta que no todos los SSD se calientan por igual, y de hecho hay muchos modelos que ni siquiera necesitan un disipador para funcionar a buenas temperaturas (normalmente eso depende en grandes medidas de la controladora del SSD, pero también del tipo de chips NAND que utilice).
Por lo tanto, no toméis estas pruebas como una verdad absoluta, porque lo que pretendemos con ella es mostrar si hay o no diferencia entre utilizar disipador en un SSD M.2 en concreto, pero no puede extrapolarse esto para todos. Ahora bien, lo que os mostramos a continuación son datos empíricos medidos por nosotros mismos, y por lo tanto demuestran la conclusión de la prueba realizada.
El entorno de pruebas
Para las pruebas, vamos a utilizar nuestro equipo habitual (Core i7-8700K con una MSI Z370 Gaming M5 y una RTX 2080), con el SSD colocado en el zócalo M.2 inferior para que no reciba el calor de la tarjeta gráfica ni del procesador.
El SSD utilizado en las pruebas es un Transcend SSD 220S de 1 TB de capacidad, y como disipador vamos a utilizar uno sencillo, pasivo y bastante económico, un Aquacomputer KryoM.2. Hay que denotar que este SSD PCIe 3.0 NVMe 1.2 no es de los que más se calientan del mercado, y de hecho es de los que mejor temperatura son capaces de mantener en situaciones normales. Otros SSDs de mismas características pero mejor rendimiento se calientan bastante más, y los hay incluso que se mantienen a unos 60ºC estando en reposo.
Para la prueba vamos a ponernos en una situación «normal» de funcionamiento: jugando a un juego. Para ello utilizamos Black Desert Online Remastered con todos los ajustes gráficos al máximo, un juego que pone la tarjeta gráfica a máximo rendimiento y el procesador a un buen nivel de carga, lo que generará bastante calor en el interior de la caja.
Al mismo tiempo y con el juego en segundo plano, procedemos a realizar un benchmark al SSD para ver su rendimiento.
Pruebas de rendimiento con disipador
Comenzamos con las pruebas de rendimiento que hemos mencionado antes, con el juego de fondo y realizando un benchmark con CrystalDisk Mark, con CrystalDisk Info también a su lado para poder monitorizar la temperatura al mismo tiempo.
Como se puede ver, el SSD se mantiene a unos muy buenos 42ºC y eso que el disipador es pasivo, y el rendimiento del SSD es más o menos el esperado, un funcionamiento normal en este SSD.
Pruebas de rendimiento sin disipador
Vamos ahora a someter a la prueba al equipo en las mismas condiciones, pero tras retirarle el disipador al SSD. Este ha sido el resultado de la prueba:
En este caso, al carecer de disipador y estar exigiéndole bastante al equipo, el SSD está a 66ºC, y aunque todavía está por debajo del umbral en el que se activa el Thermal Throttling ya se nota que el rendimiento empieza a flojear y es claramente inferior al resultado obtenido en la prueba con disipador, quedando en desventaja y además «sufriendo» por la alta temperatura de funcionamiento.
Veredicto: los SSD M.2, mejor con disipador que sin él
Salta a la vista que incluso con una buena ventilación en la caja y con el SSD instalado en un zócalo M.2 en el que no recibe calor directo de la gráfica ni del procesador, el rendimiento de éste se ve mermado cuando no estamos utilizando un disipador. Y más que eso, obligar al dispositivo a que esté permanentemente trabajando a altas temperaturas también va a repercutir en la vida útil del mismo.
En resumen, el veredicto es que es mucho mejor ponerle un disipador a nuestro SSD de formato M.2, porque no solo trabajará a mejores temperaturas y evitaremos el Thermal Throttling obteniendo con ello un mejor rendimiento, sino que además prolongaremos su vida útil ya que lo tendremos trabajando dentro de un rango de temperaturas más adecuado.
De todos modos, volvemos a incidir en lo que hemos dicho al principio, y es que esto es cierto para el SSD que hemos probado nosotros, pero hay SSDs en el mercado que no se calientan apenas y que no necesitan tener un disipador para entregar todo su rendimiento. Te recomendamos por lo tanto ver análisis de los dispositivos que pretendas comprar antes de hacerlo para averiguar si necesitan o no disipador.
Lo que sí que hay que tener en cuenta y volvemos a insistir, es que la temperatura en las celdas de los chips NAND Flash afecta de forma negativa a estas. No solamente por rendimiento o por vida útil como tal, es que incluso pueden mover datos de forma errónea y corromper archivos en mayor o menor medida.
Normalmente esto no pasa, pero si optamos por temperaturas muy altas se dan casos por doquier, sobre todo cuando la vida útil del SSD está por debajo del 50% y el Over Provisioning ya ha cubierto con sus celdas las que están en mal estado y son marcadas por la controladora. Lógicamente el SSD comenzará a degradar más rápido y con ello sus celdas comenzarán a fallar y morir a mayor velocidad, no como muerte súbita pero sí prolongada en el tiempo.
Así que un buen disipador hace la diferencia realmente aquí, sea independiente o de placa base.
¿Mejor un disipador/bloque por agua?
Son el presente y serán el futuro queramos o no. Es cierto que no están muy extendidos todavía pese a que hay modelos en el mercado de grandes fabricantes, pero viendo cómo van a venir los SSD NVMe PCIe 5.0 es más que probable que para marcar diferencias de rendimiento se opte por este tipo de disipador/bloque de agua, sobre todo si queremos mantener esas tasas de lectura/escritura tan altas de las que presumen y que hacen de ellos el mejor aliado para obtener los mejores resultados cuando disfrutamos de un videojuego o realizamos una tarea donde se requiere de estar constantemente accediendo a la unidad de almacenamiento.
Ya sea para mantener temperaturas mínimas de ambiente o para lograr estabilizar la unidad de estado sólido, los disipadores serán casi obligatorios, mirad si no el caso de PS5 donde Sony, para añadir una unidad extra a la consola, exige que estas tengan algún tipo de componente capaz de desalojar el calor que se genera en el interior del SSD. Así que, vistas nuestras pruebas, ya sabéis qué tecnología debéis utilizar, ¿no?
Mejores disipadores para SSD M.2
Actualmente, la mayoría de placas base suelen integrar disipadores para las unidades SSD M.2. Estos son más que suficientes para mejorar la temperatura de la unidad de almacenamiento. En caso de no tener uno de estos, puedes adquirir uno que evite el temido Thermal Throttling o perdida de rendimiento por exceso de temperatura.
Thermalright M.2 2280
La primera de las soluciones que os traemos es muy económica y de muy buena calidad. Este disipador Thermalright permite refrigerar correctamente la unidad de almacenamiento M.2 y es compatible con la PS5. Puedes adquirir el disipador Thermalright M.2 2280 por solo 7 euros.
Be Quiet! MC1
Vamos con una marca muy reconocida en el campo de la refrigeración, sobre todo, de procesadores. La marca Be Quiet! nos propone un disipador de aluminio sencillo, pero con un diseño específico para permitir un buen flujo de aire. Podemos adquirir este disipador Be Quiet! MC1 por solo 12 euros y también es compatible con la PS5.
ElecGear EL-80P
Si instalar una unidad SSD M.2 PCIe 4.0 de alto rendimiento igual necesitas una solución más robusta. ElecGear nos presenta una solución muy interesante de doble bloque con dos heatpipes en cada extremo. No tenemos muchos datos, pero se ve una solución de muy buena calidad. Podemos adquirir este ElecGear EL-80P por 20 euros y decir que no es compatible con la PS5.