¿Merece la pena un monitor de alta tasa de refresco para trabajar?

¿Merece la pena un monitor de alta tasa de refresco para trabajar?

Rodrigo Alonso

Los monitores con alta tasa de refresco (o frecuencia de actualización) están dirigidos, tradicionalmente, hacia el gaming, aunque su atractivo puede ser mucho más amplio. Los fabricantes de estos dispositivos han comenzado a incluir pantallas con alta tasa de refresco en modelos más orientados a trabajar y productividad así que, ¿merece la pena comprar un monitor de alta tasa de refresco para trabajar con él y no solo para jugar?

La frecuencia de refresco de un monitor es la cantidad de veces que la pantalla se actualiza cada segundo, y se mide en hercios (Hz). La mayoría de las pantallas del mercado tienen 60 Hz de tasa de refresco, lo que significa que la velocidad de fotogramas máxima que pueden percibir es de 60 FPS. Si juegas mucho y has invertido en un PC potente para ello, es posible que alcances velocidades de cuadros por segundo superiores a esta cifra; contar con una mayor frecuencia de actualización y tasa de FPS reduce el retraso de entrada y hace que la experiencia general sea más fluida, lo cual es genial en juegos pero, ¿sirve esto para trabajar también?

La frecuencia de actualización en monitores

Generalmente, y dado que el considerado «estándar» son 60 Hz de frecuencia de refresco, todo lo que esté por encima de 144 Hz se considera un monitor de alta frecuencia. Si estás buscando una alta frecuencia de actualización es probable que vayas a buscar un monitor de 144 Hz o más (los hay ya hasta de 360 Hz), y estos son especialmente favorecidos por los gamers competitivos porque en los juegos multijugador prima más la latencia y el tiempo de respuesta que la fidelidad gráfica.

Un claro ejemplo son los eSports u otros juegos donde hay juego competitivo, en los que los jugadores profesionales (o no, ya que también lo hacen los amateur) reducen al mínimo los ajustes gráficos e incluso a veces la resolución en aras de obtener una mayor tasa de cuadros por segundo, la cual si va sincronizada con la frecuencia de refresco del monitor se traduce en una experiencia de juego mucho más fluida… y cuando la diferencia entre la victoria y la derrota puede estar en milésimas de segundo, todo cuenta.

Nvidia_Gsync_360_Hz

Sin embargo, los monitores de alta frecuencia de refresco pueden sufrir un fenómeno conocido como tearing (desgarro). Esto ocurre cuando el fotograma y la frecuencia de actualización no coinciden, creando líneas horizontales (o «lágrimas») antiestéticas cuando el monitor intenta procesar la imagen. Por eso os decíamos en el párrafo anterior que esto los profesionales lo utilizan siempre y cuando la tasa de cuadros por segundo se sincronice con la frecuencia de refresco del monitor.

Por suerte, la mayoría de monitores de alta frecuencia son compatibles con las tecnologías FreeSync de AMD o G-Sync de NVIDIA (en términos generales, frecuencia de actualización variable (VRR)) que resuelven este problema, ya que el monitor tiene una tasa de refresco variable y permite que sea la tarjeta gráfica quien la controle, sincronizándola con los FPS que es capaz de generar.

Todo esto es genial para juegos, pero volvemos a la pregunta inicial, ¿para qué querrías tú esto si no vas a jugar sino a trabajar con el monitor?

Alta tasa de refresco para trabajar, no la necesitas pero sí notarás mejoría

Las tareas informáticas básicas como puede ser navegar por Internet o trabajar con una suite ofimática no requieren mucha potencia gráfica, y por lo tanto tu tarjeta gráfica, incluso siendo integrada, ofrecerá casi siempre una alta frecuencia de cuadros por segundo, pudiendo sincronizarse sin problemas con la frecuencia del monitor. Esto significa que si tienes un monitor de 240 Hz, puedes hacer que funcione a esa frecuencia incluso cuando estás en el escritorio.

Dicho de otra manera: generalmente hablamos de altas frecuencias de refresco en juegos, pero para alcanzar una tasa de cuadros por segundo que se pueda sincronizar con ésta necesitaremos una tarjeta gráfica potente, capaz de generar esa cantidad de FPS. Sin embargo, cuando estás en el escritorio o aplicaciones que no impliquen 3D no te hace falta una gran potencia gráfica, e incluso una gráfica integrada de un ordenador portátil o un mini PC es capaz de generar una alta tasa de cuadros por segundo que se sincronice con un monitor de alta frecuencia de refresco.

Monitor ultra panorámico trabajar

En primer lugar, notarás que el PC responde mejor, que todo parece funcionar algo más rápido. Todo, desde mover el cursor y arrastrar ventanas hasta iniciar aplicaciones parecerá que se ejecuta más rápida y fluidamente. Es algo que quizá tengas que experimentar por ti mismo para evaluar los beneficios, pero definitivamente si trabajar durante unas horas con un monitor de alta tasa de refresco y vuelves a uno de 60 Hz notarás una enorme diferencia, todo te parecerá más lento y menos fluido.

Uno de los mejores puntos de referencia para un monitor de frecuencia de actualización más alta es por ejemplo el iPad Pro de Apple. En 2015 la compañía presentó las primeras pantallas de 120 Hz en una tablet de consumo, y tanto los analistas como los usuarios notaron la diferencia de fluidez en la pantalla de inmediato.

Otro punto a favor de utilizar uno de estos monitores para trabajar es que cada vez son más baratos. La tecnología avanza y como hemos mencionado antes ya hay monitores de 240 Hz e incluso 360 Hz en el mercado, haciendo que los de 144 Hz se hayan quedado ya casi obsoletos, motivo por el que muchos fabricantes ya los venden a precios más que competitivos. En otras palabras, tener un monitor con alta frecuencia de refresco ya no es tan caro como antaño, y puede ser un punto a favor para probarlos.

En conclusión: tener un monitor de alta tasa de refresco para trabajar no es una necesidad, pero sí que notarás una mejoría subjetiva en la mayoría de casos. De todos modos esto depende de la persona y es algo que deberás comprobar por ti mismo para ver si merece o no la pena, si bien te adelantamos que para la mayoría de usuarios sí que la merece.

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