Seguramente te estés montando un ordenador nuevo y quieras saber cómo obtener el mejor rendimiento. Actualmente en el mercado podemos encontrar dos tipos de discos duros SSD, unos tipo SATA 3 y otros NVMe PCIe. Te vamos a explicar las diferencias entre ellos y cuál es la mejor opción para tu nuevo PC dependiendo del uso que le vayas a dar, si más orientado al rendimiento bruto con juegos o para ofimática y multimedia, por ejemplo.
Veremos por un lado las especificaciones técnicas de los SSD SATA 3 y los NMVe PCIe. También hablaremos de las diferencias entre los que son con interfaz PCIe 3.0 y PCIe 4.0. Además, veremos una comparativa de rendimiento real entre estas unidades de almacenamiento en diferentes casos cotidianos. Destacar que cuando indicamos SSD SATA 3, nos referimos a los SSD de 2.5 pulgadas, exclusivamente.
SSD tipo SATA vs M.2 NVMe PCIe: diferencias
Antes de ver la comparativa de rendimiento, debemos conocer un poco las diferencias. Cada tipo de unidad de almacenamiento nos ofrece unas fortalezas y debilidades. Es como todo, valorar lo que necesitamos, nuestro presupuesto y por supuesto, la compatibilidad. Pero sobre todo, saber de antemano para qué queremos dedicar el nuevo componente, si para unas tareas de juego con las últimas novedades AAA del mercado o para cuestiones menos exigentes, como reproducción de contenidos multimedia, ofimática, etc.
Lo siguiente que debemos saber es el tipo de instalación que necesitamos para colocar el nuevo SSD dentro del PC, y hay varias cosas que debes tener en cuenta. Para empezar, los SSD SATA requieren de dos cables, uno de datos que se conecta a la placa base y el que lleva tensión desde la fuente de alimentación. Mientras que los NVMe PCIe se instalan directamente sobre la placa base en un conector especifico y no requieren de cables de ningún tipo.
Una de las grandes ventajas de los M.2 NVMe PCIe es la velocidad de transferencia de datos, que es al menos seis veces superior con respecto a los SSD SATA. Esto se debe a la interfaz de transferencia, ya que PCIe permite más ancho de banda y, por consiguiente, mayor cantidad de datos por segundo. Destacar que la interfaz SATA 3 es del 2008 y desde entonces, no ha tenido mejoras significativas, mientras que PCIe 3.0 es de 2010 y PCIe 4.0 de 2017.
Hay una cosa en la cual los SSD SATA ganan y es en cuanto a temperaturas de funcionamiento. Los NVMe tienen el problema de la temperatura, que aumenta muy rápido y provoca una pérdida de rendimiento. Requieren estas unidades de algún tipo de disipador para gestionar este exceso de calor y que el rendimiento no se vea afectado.
Como resumen, te dejamos una tabla para que puedas ver las diferencias justo aquí debajo:
SSD SATA | SSD M.2 PCIe 3.0 | SSD M.2 PCIe 4.0 | |
---|---|---|---|
Instalación | Requiere de cable de datos y alimentación | Directamente en la placa base | Directamente en la placa base |
Temperatura | Sin grandes problemas | Requieren disipadores pasivos | Requieren disipadores pasivos |
Velocidades (media) | Unos 550 GB/s | Unos 3.500 GB/s | Unos 7.000 GB/s |
Velocidades de transferencia
Actualmente, en el mercado tenemos unidades SSD con interfaz SATA y M.2 PCIe. Debes saber que las unidades PCIe tienen diferentes versiones que se adaptan a las diferentes versiones de esta interfaz. Cada nueva versión permite mejorar las velocidades de transferencia de estas unidades. Estas son las diferentes velocidades de transferencia de los SSD según el tipo y versión:
- SSD con interfaz SATA III: hasta 600 MB/s
- SSD M.2 con interfaz PCIe 3.0: hasta 4.000 MB/s
- SSD M.2 con interfaz PCIe 4.0: hasta 8.000 MB/s
- SSD M.2 con interfaz PCIe 5.0: hasta 16.000 MB/s
Como puedes ver, la velocidad de transferencia de los SSD M.2 con interfaz SATA se ha duplicado con cada nueva versión. Destacar que la interfaz SATA III no ha recibido ninguna actualización en prácticamente dos décadas. De ahí que su rendimiento sean tan inferior a las versiones PCIe.
Destacar que estas velocidades de transferencia son teóricas, luego la realidad es diferente. Además, si miras las especificaciones, la velocidad de lectura siempre será superior a la de escritura en todas las unidades SSD independientemente de la versión.
Comparativa entre SSD SATA y M.2 PCIe
Para esta comparativa vamos a utilizar uno de los SSD SATA 3 de mejor rendimiento del mercado: un Corsair Neutron XTi de 480 GB cuyas velocidades teóricas son de 560 MB/s de lectura y 540 MB/s de escritura. Se trata de un modelo enfocado a rendir al máximo, con algunos de los mejores números que podemos encontrar en el mercado para las unidades de su categoría.
La contrapartida en SSD PCIe NVMe será un Transcend SSD 220S de 1 TB, uno de los dispositivos de esta categoría que mejor relación prestaciones / precio ofrece en el mercado, y cuyas velocidades teóricas son de 3.500 MB/s de lectura y 2.800 MB/s de escritura. Como podéis ver, aquí los números se disparan.
En cuanto a características teóricas, no cabe duda de que la contienda está bastante desigualada en favor del SSD NVMe pero, ¿qué pasará en situaciones reales de funcionamiento? Vamos a verlo.
Diferencias de rendimiento
Arranque de Windows
Comenzamos las pruebas con el sistema operativo Windows 10 instalado en uno y otro. La instalación incluye algunos programas al inicio, como los controladores de la tarjeta gráfica o el software del teclado y el ratón. Contabilizamos desde que pulsamos el botón de encendido hasta que aparece el escritorio y podemos comenzar a usar el equipo.
El arranque es 8 segundos más rápido con el SSD NVMe que con el SATA 3, un tiempo valioso, pero que tampoco es una enorme diferencia, como podría ser si lo comparáramos con un disco duro mecánico, cuyo tiempo de arranque supera el minuto.
Copiar archivos
Para esta prueba, lo que hemos hecho ha sido utilizar un tercer SSD PCIe NVMe para asegurar la máxima velocidad de lectura. Con ese SSD de origen, hemos movido un archivo falso de 30 GB hasta ambos SSD manualmente para ver el tiempo que tarda.
Aquí sí que hay una enorme diferencia, y es que el SSD NVMe nos ofrece el triple de rendimiento, es decir, ha tardado un tercio del tiempo que el SSD SATA 3. Claro que estamos hablando de un único archivo muy grande, pues cuando hablamos de muchos archivos más pequeños entonces la diferencia no es tanta.
Tiempo de carga de juegos
En este caso probamos lo que tarda el juego en cargar una partida guardada, estando instalado en uno u otro SSD. Se contabiliza el tiempo no al entrar en el juego, sino en el tiempo que tarda desde que le damos a cargar partida hasta que esta carga y podemos comenzar a jugar. Esta prueba es importante porque también influye, lógicamente, en las pantallas de carga, pero debéis tener en cuenta que una vez cargada la partida, el rendimiento del SSD no influye apenas en nada, salvo en las pantallas de carga.
Esencialmente, el SSD NVMe vuelve a mostrarse más rápido que el SATA pero, realmente, la mayor diferencia es de poco más de un segundo, en ningún caso llega a dos segundos, por lo que en realidad la diferencia aquí es nimia si no eres de los que está pendiente de este tipo de cuestiones y se conforma con que, para ciertas tareas, no tengamos en el PC el componente más rápido.
Con todas estas pruebas hemos visto que, en situaciones cotidianas y de la vida real, si bien es cierto que los SSD NVMe proporcionan un nivel de rendimiento extra, en realidad no es algo demasiado perceptible, por lo que no podemos decir que «se note» demasiado el utilizar uno u otro tipo de SSD. En benchmarks obviamente la diferencia es radical, pero luego a la hora de la verdad el ahorro en tiempo que nos proporciona ese rendimiento extra es bastante exiguo y consideramos que en ninguno de los casos (al menos a las pruebas que hemos hecho nos remitimos) hay una diferencia demasiado notable como para decir que merece la pena.
¿Qué problemas pueden tener los M.2 frente a los SSD SATA?
Es muy probable que nos estemos preguntando, después de ver todo lo bueno que ofrecen los M.2 cuales son los problemas que pueden llegar a tener, y es que al igual que con todos los componentes de PC, conseguir el mejor rendimiento no es a cambio de nada. Para evitar que tengáis dudas en estos casos os vamos a indicar cuales son los principales problemas o limitaciones que pueden llegar a tener los M.2, y es que presentan una serie de diferencias frente a los SATA que no son únicamente buenas, sino que también pueden causar más problemas.
Temperatura
Se requiere que las unidades M.2 PCIe 3.0 y 4.0 tengan un disipador de calor pasivo para evitar el Theramal Throttling. Esto se debe a las elevadas velocidades de transferencia de estas unidades. Cuando se genera un exceso de temperatura, si la unidad SSD M.2 no tiene disipador, pierde rendimiento para protegerse.
La problemática ha crecido con las unidades PCIe 5.0, que ofrecen prácticamente el doble de velocidades de lectura y escritura. Genera este factor un fuerte aumento de la temperatura y requiere que estas unidades tengan grandes disipadores pasivos o, incluso, reforzados con ventiladores. Las unidades PCIe 5.0 que podemos encontrar en el mercado actualmente suelen incorporar siempre un disipador pasivo creado por la compañía para reducir las temperaturas lo máximo posible, ya que pueden generar el calor suficiente como para que logren alcanzar hasta 40 grados (o más).
Estos problemas no están presentes están en los SSD SATA debido a las limitaciones de rendimiento. Además, este formato de unidades tiene la fortaleza en que la carcasa externa ayuda a la disipación del calor. Así que son menos propensas a sufrir estos problemas.
Precio
Otro de los problemas principales que podemos encontrar a la hora de comprar un M.2 es el precio, y es que las versiones que tienen mayor rendimiento obviamente también cuestan más, pero el punto está en que prácticamente por cada TB de espacio puede costar casi el doble. Esto obviamente como podemos imaginar depende de la generación, ya que está ligada directamente a las velocidades máximas que pueden alcanzar, pero en comparación con los SSD SATA podemos ver que 1 TB puede llegar a costar entre 80-100€, mientras que los modelos que ofrecen capacidades superiores pueden superar fácilmente los 200€ e incluso 400€.
La diferencia es muy similar a la que tienen los SSD SATA en comparación con los HDD, y es que por lo general el TB sale mucho más caro en sistemas que tienen una complejidad más alta para ofrecer capacidades superiores, aunque sea bastante más sencillo tener un rendimiento mucho más alto.
Entonces, ¿qué merece más la pena?
Actualmente, los SSD SATA están siendo desplazados del mercado en favor de los M.2 PCIe. Los SSD SATA suelen ser algo más económicos que las versiones M.2 PCIe Gen4 o superior. Este coste superior se compensa con un rendimiento mejorado.
Los fabricantes de ordenadores portátiles, por otro lado, mayormente solo optan por unidades SSD M.2. El motivo de esta elección son sus dimensiones, mucho más compacto que las unidades SATA. Así, pueden desarrollar ordenadores portátiles más delgados y mejorar un poco la autonomía.
Ahora mismo el mercado está aceptando como mejores los SSD M.2 NVMe y prueba de ello es que empresas como Sony o Microsoft los utilizan para expandir las capacidades de sus PlayStation 5 y Xbox Series X|S y mantener el rendimiento de los mismos componentes que usan internamente para el almacenamiento. Así se acortan los tiempos de carga e incluso la ejecución dentro de los videojuegos, que pueden acceder a la información de una manera absolutamente inmediata. Algo que no ocurría con los viejos discos de PS4, Xbox One, etc.
Todo esto no quita que los SSD SATA sigan siendo extremadamente interesantes. Pueden ser soluciones para almacenar datos importantes a los que tenemos que acceder rápidamente. Además, son una solución idónea para el almacenamiento externo de datos al ser más resistentes a golpes y vibraciones que los HDD.