Por estos motivos no debes comprar un SSD SATA y si uno M.2 NVMe

Por estos motivos no debes comprar un SSD SATA y si uno M.2 NVMe

Rodrigo Alonso

Seguramente te estes montando un ordenador nuevo y quieras saber cómo obtener el mejor rendimiento. Actualmente en el mercado podemos encontrar dos tipos de discos duros SSD, unos tipo SATA 3 y otros NVMe PCIe. Te vamos a explicar las diferencias entre ellos y cuál es la mejor opción para tu nuevo PC.

Veremos por un lado las especificaciones técnicas de los SSD SATA 3 y los NMVe PCIe. También hablaremos de las diferencias entre los que son con interfaz PCIe 3.0 y PCIe 4.0. Además, veremos una comparativa de rendimiento real entre estas unidades de almacenamiento en diferentes casos cotidianos. Destacar que cuando indicamos SSD SATA 3, nos referimos a los SSD de 2.5 pulgadas, exclusivamente.

 

SSD tipo SATA vs M.2 NVMe PCIe: diferencias

Antes de ver la comparativa de rendimiento, debemos conocer un poco las diferencias. Cada tipo de unidad de almacenamiento nos ofrece unas fortalezas y debilidades. Es como todo, valorar lo que necesitamos, nuestro presupuesto y por supuesto, la compatibilidad.

Lo primero que debemos saber es el tipo de instalación. Para empezar, los SSD SATA requieren de dos cables, uno de datos que se conecta a la placa base y el que lleva tensión desde la fuente de alimentación. Mientras que los NVMe PCIe se instalan directamente sobre la placa base en un conector especifico y no requieren de cables de ningún tipo.

diferencias entre ssd sata y ssd m.2 nvme

Una de las grandes ventajas de los M.2 NVMe PCIe es la velocidad de transferencia de datos, que es al menos seis veces superior con respecto a los SSD SATA. Esto se debe a la interfaz de transferencia, ya que PCIe permite más ancho de banda y, por consiguiente, mayor cantidad de datos por segundo. Destacar que la interfaz SATA 3 es del 2008 y desde entonces, no ha tenido mejoras significativas, mientras que PCIe 3.0 es de 2010 y PCIe 4.0 de 2017.

Hay una cosa en la cual los SSD SATA ganan y es en cuanto a temperaturas de funcionamiento. Los NVMe tienen el problema de la temperatura, que aumenta muy rápido y provoca una pérdida de rendimiento. Requieren estas unidades de algún tipo de disipador para gestionar este exceso de calor y que el rendimiento no se vea afectado.

Como resumen, te dejamos una tabla para que puedas ver las diferencias:

 SSD SATASSD M.2 PCIe 3.0SSD M.2 PCIe 4.0
InstalaciónRequiere de cable de datos y alimentaciónDirectamente en la placa baseDirectamente en la placa base
TemperaturaSin grandes problemasRequieren disipadores pasivosRequieren disipadores pasivos
Velocidades (media)Unos 550 GB/sUnos 3.500 GB/sUnos 7.000 GB/s
 

Comparativa entre SSD SATA y M.2 PCIe

Para esta comparativa vamos a utilizar uno de los SSD SATA 3 de mejor rendimiento del mercado: un Corsair Neutron XTi de 480 GB cuyas velocidades teóricas son de 560 MB/s de lectura y 540 MB/s de escritura.

La contrapartida en SSD PCIe NVMe será un Transcend SSD 220S de 1 TB, uno de los dispositivos de esta categoría que mejor relación prestaciones / precio ofrece en el mercado, y cuyas velocidades teóricas son de 3500 MB/s de lectura y 2800 MB/s de escritura.

En cuanto a características teóricas, no cabe duda de que la contienda está bastante desigualada en favor del SSD NVMe pero, ¿qué pasará en situaciones reales de funcionamiento? Vamos a verlo.

 

Diferencias de rendimiento

 

Arranque de Windows

Comenzamos las pruebas con el sistema operativo Windows 10 instalado en uno y otro. La instalación incluye algunos programas al inicio, como los controladores de la tarjeta gráfica o el software del teclado y el ratón. Contabilizamos desde que pulsamos el botón de encendido hasta que aparece el escritorio y podemos comenzar a usar el equipo.

El arranque es 8 segundos más rápido con el SSD NVMe que con el SATA 3, un tiempo valioso pero que tampoco es una enorme diferencia como podría ser si lo comparáramos con un disco duro mecánico, cuyo tiempo de arranque supera el minuto.

 

Copiar archivos

Para esta prueba, lo que hemos hecho ha sido utilizar un tercer SSD PCIe NVMe para asegurar la máxima velocidad de lectura. Con ese SSD de origen, hemos movido un archivo falso de 30 GB hasta ambos SSD manualmente para ver el tiempo que tarda.

Aquí sí que hay una enorme diferencia, y es que el SSD NVMe nos ofrece el triple de rendimiento, es decir, ha tardado un tercio del tiempo que el SSD SATA 3. Claro que estamos hablando de un único archivo muy grande, pues cuando hablamos de muchos archivos más pequeños entonces la diferencia no es tanta.

 

Tiempo de carga de juegos

En este caso probamos lo que tarda el juego en cargar una partida guardada, estando instalado en uno u otro SSD. Se contabiliza el tiempo no al entrar en el juego, sino en el tiempo que tarda desde que le damos a cargar partida hasta que ésta carga y podemos comenzar a jugar. Esta prueba es importante porque también influye, lógicamente, en las pantallas de carga, pero debéis tener en cuenta que una vez cargada la partida el rendimiento del SSD no influye apenas en nada, salvo en las pantallas de carga.

Esencialmente el SSD NVMe vuelve a mostrarse más rápido que el SATA pero, realmente, la mayor diferencia es de poco más de un segundo, en ningún caso llega a dos segundos, por lo que en realidad la diferencia aquí es nimia.

Con todas estas pruebas hemos visto que, en situaciones cotidianas y de la vida real, si bien es cierto que los SSD NVMe proporcionan un nivel de rendimiento extra en realidad no es algo demasiado perceptible, por lo que no podemos decir que «se note» demasiado el utilizar uno u otro tipo de SSD. En benchmarks obviamente la diferencia es radical, pero luego a la hora de la verdad el ahorro en tiempo que nos proporciona ese rendimiento extra es bastante exiguo y consideramos que en ninguno de los casos (al menos a las pruebas que hemos hecho nos remitimos) hay una diferencia demasiado notable como para decir que merece la pena.

 

Problemas crecientes de temperatura

Se requiere que las unidades M.2 PCIe 3.0 y 4.0 tengan un disipador de calor pasivo para evitar el Theramal Throttling. Esto se debe a las elevadas velocidades de transferencia de estas unidades. Cuando se genera un exceso de temperatura, si la unidad SSD M.2 no tiene disipador, pierde rendimiento para protegerse.

La problemática ha crecido con las unidades PCIe 5.0, que ofrecen prácticamente el doble de velocidades de lectura y escritura. Genera este factor un fuerte aumento de la temperatura y requiere que estas unidades tengan grandes disipadores pasivos o, incluso, reforzados con ventiladores.

Estos problemas no están presentes están en los SSD SATA debido a las limitaciones de rendimiento. Además, este formato de unidades tiene la fortaleza en que la carcasa externa ayuda a la disipación del calor. Así que son menos propensas a sufrir estos problemas.

problema térmico ssd m.2

 

Entonces, ¿qué merece más la pena?

Actualmente, los SSD SATA están siendo desplazados del mercado en favor de los M.2 PCIe. La diferencia de precio entre un SSD SATA y M.2 PCIe de la misma capacidad es mínima. Lo que ganamos con estas unidades, que se instalan sobre la placa base, son mayores velocidades de transferencia y mejores rendimientos.

Un síntoma del cambio es que los fabricantes de portátiles empiezan a dejar de lado los discos duros de tipo SATA. Optan por los de formato M.2 NVMe por ocupar mucho menos espacio. Les permite hacer portátiles más compactos y livianos, además de mejorar otros aspectos como batería, por ejemplo.

Vemos también como los de interfaz PCIe 4.0 están bajando de precio y acercándose a los PCIe 3.0. Esto es un síntoma de adopción y también que en breve deberían llegar los M.2 basados en PCIe 5.0. Así que todo va en favor de las unidades NVMe, ya que la interfaz SATA está muy obsoleta y no parece vaya a recibir mejoras de aquí a unos años.

Ahora mismo el mercado está aceptando como mejores los SSD M.2 NVMe y prueba de ello es que empresas como Sony o Microsoft los utilizan para expandir las capacidades de sus PlayStation 5 y Xbox Series X|S y mantener el rendimiento de los mismos componentes que usan internamente para el almacenamiento. Así se acortan los tiempos de carga e incluso la ejecución dentro de los videojuegos, que pueden acceder a la información de una manera absolutamente inmediata. Algo que no ocurría con los viejos discos de PS4, Xbox One, etc.

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