Europa despierta: llega «Chips Act» para competir contra EE.UU y China

Europa despierta: llega «Chips Act» para competir contra EE.UU y China

Javier López

Siempre hablamos de los mismos actores en el mismo escenario y parece que el tercero en discordia no tiene mucho que decir. Aunque escuetos en estos dos últimos años, la Comisión Europea ha ido desgranando la hoja muy poco a poco y en la noche del miércoles dibujó un nuevo panorama para el continente: Chips Act. ¿Qué piensa hacer la Unión Europea para contrarrestar la Ley CHIPS For America y Made in China?

Sin duda el viejo continente es el que va con mayor retraso de los tres grandes, ya que EE.UU se ha movido lento pero seguro y China lleva casi 10 años apretando el acelerador. Lo que planea la Comisión Europea ha tardado dos años en organizarse debido a la pandemia del COVID-19, por lo que los retrasos están justificados, pero la premura necesaria y la celeridad impuesta han terminado por despejar todas las dudas. Esta es la respuesta a sus competidores.

Europa es líder en silencio de gran parte de la tecnología mundial

Úrsula-Von-der-leyen-UE

Aunque parezca que EE.UU tiene gran parte del pastel con Intel, AMD y NVIDIA, donde China hace lo propio con sus empresas y TSMC de por medio, todas ellas dependen de dos empresas que dominan con mano de hierro la tecnología en distintos ámbitos: ARM y ASML.

Aunque ARM es británica, los acuerdos con la UE en el traspaso de las tecnologías han forzado a UK y al continente a entenderse y aunar esfuerzos para mantenerse en la cúspide. Si NVIDIA termina haciéndose con ARM entonces estaríamos hablando de otro paradigma distinto, pero por ahora la empresa de Softbank sigue perteneciendo a la Unión Europea tecnológicamente hablando.

¿Por qué es importante? ARM es la empresa que está en cualquier dispositivo del mundo, incluso en los procesadores AMD, por lo que el dominio tecnológico va más allá lo que consiguen Intel, los de Lisa Su y NVIDIA juntas. Por otro lado, ASML es líder en solitario y casi en exclusiva para los escáneres de obleas, los cuales usan Samsung, TSMC e Intel. Con estos argumentos ya frescos vamos a introducirnos en Chips Act, puesto que aunque Úrsula Von der Leyen ha sido bastante escueta en la «presentación oficial» hay detalles a tratar.

Chips Act, el nuevo ecosistema para recuperar el liderazgo tecnológico

Semiconductors-UE

«Lo digital es la cuestión decisiva». Así de tajante ha estado la presidenta de la Comisión Europea en la presentación de la estrategia del viejo continente:

Presentaremos una nueva ley europea de chips. El objetivo es crear conjuntamente un ecosistema europeo de chips de última generación, incluida la producción de los mismos. Eso garantiza nuestra seguridad en el suministro y desarrollará nuevos mercados para la tecnología europea a nivel de innovación.

Thierry Breton, comisario de Industria de la UE fue más taxativo:

La carrera por los chips más avanzados es una carrera por el liderazgo tecnológico e industrial. La ley Chips Act abarcará la investigación, capacidad de producción y cooperación internacional.

También deslizó la posible creación de un Fondo Europeo de Semiconductores específico, principalmente porque se necesitará financiación para hacer despegar toda esta cadena. En cualquier caso, la ley deberá reflejar cómo actúa la UE con otro tema clave que domina China: el acceso a las tierras raras, la mayoría en África.

No hay detalles sobre esto, pero básicamente lo nombrado indica que la UE planea hacer su propia TSMC y junto con UK y ARM seguir liderando el despliegue tecnológico por el mundo, tarea nada sencilla por el retraso que implica y que costará décadas en ponerse al día, pero todo pasaría por ASML, ya que si los escáneres más avanzados se quedan en la UE, la ventaja tecnológica y el parón a sus competidores sería extremadamente alto. La pregunta es ¿puede Europa permitirse esto actualmente? o ¿es algo que podría pasar en un futuro próximo? China puede ofrecer acceso a las tierras raras a gran precio, así como EE.UU en menores cantidades de toneladas, pero ¿y qué más?