Overclocking, o el arte de hacer funcionar un componente por encima de sus especificaciones de serie, es una práctica muy antigua que ya se practicaba hace más de 15 años y a la que cada vez se le han ido cortando más las alas con componentes que se sacan al mercado con especificaciones muy cercanas a las máximas que realmente son capaces de dar. Especialmente sangrante es el caso de los procesadores de Intel a los que, incluso en las famosas gamas K, raro es el componente que sube más de 300 Mhz sobre su velocidad de serie
Obtener Mhz gratis y conseguir el rendimiento de un componente de gama superior pero gastando lo mínimo posible en dicho componente, ese es el espíritu original con el que nació del overclock hace ya bastantes años y que las empresas se han encargado de ir comprimiendo poco a poco hasta dejarnos prácticamente sin posibilidades de realizarlo.
Muy lejos han quedado los días en que se podía obtener hasta un 33 % más de rendimiento de un componente si se empleaban las herramientas y componentes adecuados. Y no hace tanto tiempo en realidad de eso: en los tiempos de los Core i7 920, con un núcleo D0 se podía subir sin demasiados problemas hasta los 4 Ghz desde los 2.93 Ghz y obtener un buen incremento de rendimiento extra con la placa base adecuada (que no tenía por qué ser una tope de gama), un buen disipador y una fuente de alimentación en condiciones.
Por desgracia, esos días llegaron a su fin con la aparición de las series «K» de procesadores con multiplicadores desbloqueados. Lo más gracioso del tema es que contar con un multiplicador desbloqueado, en teoría, es el Santo Grial del overclock dado que te permite practicarlo sin preocuparse demasiado de la calidad de la placa base (aunque esto es bastante relativo, claro) pero va bastante en contra de la filosofía del overclock: si quieres intentar hacer overclock a mi producto, o pasas por caja y te dejas una buena pasta o te quedas a dos velas. Dado que los buses de datos cada vez se han diseñado con tolerancias cada vez más pequeñas, la antigua técnica de modificar sus valores para aumentar el rendimiento, aunque tengamos el multiplicador bloqueado, ha dejado de tener validez práctica. Sí, es verdad que aún se pueden modificar dichos buses pero no suelen admitir desviaciones más allá de 4 a 7 Mhz, o lo que es lo mismo, unos 100 Mhz extra de overclock (esto aplica mas para la plataforma de Intel que para la de AMD, con ellos el overclock vía modificación de buses es bastante mejor).
Cierto es que de vez en cuando, algún fabricante suelta alguna perita en dulce pero no es lo habitual. Lo habitual es encontrarnos procesadores que van tan al límite de sus posibilidades de funcionamiento que extraer el rendimiento extra cada vez es más cuestión de la suerte: que te toque un procesador «pata negra» que suba mucho sin tener que tocar casi los voltajes. Y esos son muy pocos, por desgracia. Ese es uno de los principales motivos por los que soy bastante reacio a deshacerme de mi Core i5 2500K, dado que fue el último procesador de Intel capaz de subir 500 Mhz sin despeinarse demasiado, y hasta 700 Mhz si te empeñabas un poco.
No, me temo que las cosas pintan cada vez peor para los que amamos el overclock y sus largas horas de testear configuraciones para dejarlas estables… y los subsecuentes cabreos cuando descubrimos que no lo son. Y todo lo que acabamos mientras aprendiendo sobre el funcionamiento internos de los procesadores y las placas bases.
No somos una especie en extinción. Somos pocos pero nos mantenemos firmes y decididos. El overclock o lo haces o no lo haces, pero no sirven las medias tintas.