Mucha gente se pregunta por qué los portátiles no llevan los mismos procesadores que los equipos de sobremesa, y es que realmente tienen una serie de diferencias bastante sustanciales a causa de las limitaciones físicas de los portátiles. En este artículo vamos a explicarte las diferencias entre los procesadores de portátil y los de sobremesa, con lo que entenderás por qué no es algo viable.
Desde ya os decimos que no son iguales, e incluso procesadores con una nomenclatura parecida tienen unas sustanciales diferencias de las que os vamos a hablar a continuación. En todo caso, ten siempre en mente que un procesador diseñado para ordenador portátil tiene la eficiencia primando por encima del rendimiento, lo que significa que importa más que su consumo sea más contenido para fomentar una mayor duración de la batería a que proporcione un mayor pico de rendimiento.
Las limitaciones físicas de los procesadores en un portátil
Un ordenador portátil debe integrar un PC funcional en un espacio muy reducido, lo que limita el tamaño de sus componentes, y eso incluye su sistema de refrigeración. Si tuviéramos un portátil con un procesador de, digamos, 95 vatios que suele ser un valor típico en un procesador de gama media de PC, necesitaríamos un disipador acorde para poder mantenerlo a una temperatura de funcionamiento adecuada.
Lo mismo sucede con la alimentación. Los portátiles tienen una fuente de alimentación externa que es la encargada de suministrar la energía a todo el conjunto, y estas fuentes de alimentación son compactas para poder llevarlas de un lado a otro junto con el portátil en sí. Claro, si tuviéramos un portátil con un procesador de sobremesa necesitaríamos una fuente de alimentación acorde para poder suministrarle la energía que necesita, ¿no?
Aunque en el pasado se han visto algunas excepciones, estos son los motivos por los que no se utilizan procesadores de sobremesa en los portátiles: esencialmente, por la refrigeración y por el consumo.
Diferencias entre procesadores de portátil y de sobremesa
Dejando de lado que los procesadores para portátil suelen tener su propia nomenclatura (normalmente sufijos, como los «M» en AMD), hay diferencias fundamentales incluso en procesadores de la misma familia. Las diferencias principales vienen marcadas por la mera física: el portátil es un dispositivo usado para transportar un PC de un lado a otro, mientras que los sobremesa pueden tener un tamaño mucho más grande.
El consumo
Un procesador de sobremesa consume mucha más energía que el de un portátil, por lo que necesita una fuente de alimentación y un sistema de refrigeración acordes. Pensad que un procesador de sobremesa está diseñado para funcionar con una fuente de alimentación dedicada y una alimentación continua.
Por otro lado, los portátiles tienen que lidiar con una fuente de un tamaño mucho más limitado, además de estar diseñados para ser eficientes porque funcionan con batería. Os habréis fijado que el TDP de un chip portátil es, prácticamente, la mitad que otro chip de sobremesa dentro de la misma gama. Los procesadores de alto de rendimiento para portátil no llegan a los 45 W, mientras que los procesadores de sobremesa análogos pueden llegar a los 100 W o, incluso, superarlos.
La razón principal de esa reducción de consumo está en que los portátiles tienen que ser eficientes porque se alimentan de una batería que suministra energía de forma limitada.
El socket
Normalmente, un procesador de sobremesa es de «quita y pon», pero los procesadores de portátil por regla general van soldados a la placa y no se pueden cambiar sin sustituir también ésta. Es cierto que podemos encontrar fabricantes que ofrecen la posibilidad de montar un socket de escritorio en un portátil, pero es muy poco común.
Además, las dimensiones de un socket de escritorio suelen ser más grandes que la de un socket de portátil.
Diferencia entre procesadores en un portátil
Por norma general los procesadores para portátil suelen tener menos núcleos que los de sobremesa, y a igualdad de núcleos, generalmente no tendrán HyperThreading / SMT para doblar el número de hilos. Es cierto que con el paso del tiempo se han ido implantando más núcleos en soluciones portátiles. Sin embargo, los procesadores de escritorio siguen teniendo una configuración de núcleos e hilos mayor a la que vemos en los portátiles.
Como ocurre en la tecnología, cada vez se exige más rendimiento, así que es normal que los procesadores de portátil vayan actualizándose, incrementando sus núcleos e hilos.
Menor velocidad
Los procesadores de portátil también suelen tener una velocidad de funcionamiento muy inferior, y con una diferencia muy grande en cuanto a velocidad base y velocidad Turbo. No es raro ver procesadores para portátiles de 1,2 GHz de base y que llegan a 5.0 GHz en modo Turbo.
Una de las razones se encuentran en que no suele ser necesario disfrutar de frecuencias tan altas en soluciones portátiles, ya que para tareas verdaderamente pesadas se utilizan sobremesas. El problema de la frecuencia está relacionada con el consumo y las temperaturas: a mayor frecuencia, mayor consumo, lo que suele terminar con una mayor temperatura. Por este motivo, fabricantes como Intel supeditan la frecuencia Turbo en algunos chips para portátiles a que se reúnan unas condiciones térmicas, es decir, que el procesador no se sobrecaliente.
Diferentes características
Cuando compramos un procesador podemos ver que tienen una lista de características concretas más allá de los núcleos y su velocidad. Muchas de las características de los procesadores de sobremesa se eliminan en los de portátil, como por ejemplo la capacidad de ejecutar máquinas virtuales (aunque no en todos, claro).
También, por meras cuestiones físicas, un portátil no puede ofrecer todas las conexiones SATA que vemos en una placa base de sobremesa, como tampoco una cantidad de puertos USB determinada o slots M.2. Igualmente, podemos suplir esa ausencia de conexiones USB mediante adaptadores o HUBs.
Gráficos integrados
Hay muchos procesadores de sobremesa que incorporan gráficos integrados, pero otros muchos que no. En un portátil, prácticamente la totalidad de los procesadores que nos vamos a encontrar tendrán una gráfica integrada.
En cuanto a las tarjetas gráficas dedicadas que vemos en los portátiles, dan mucho menos rendimiento que una GPU análoga en sobremesa. Es decir, si veis una RTX 2070 en un portátil, no os penséis que esa tarjeta gráfica va a dar el mismo rendimiento que una RTX 2070 de escritorio. Hace años, surgió la idea de instalar una GPU de escritorio en un soporte portátil y conectar ésta al portátil vía USB para aprovechar su rendimiento.
Esto es lo que se conoce como EGPU o tarjeta gráfica externa, la cual se suele conectar por un puerto Thunderbolt. No obstante, hay una pérdida de rendimiento final del 20%, así que no llega a ser una alternativa real porque ciertas tarjetas gráficas integradas en la GPU van a dar mejor rendimiento al estar conectadas vía PCI-Express.
Ya lo habéis visto. Con las limitaciones que tienen los portátiles, los fabricantes de procesadores han tenido que ingeniárselas para poder ofrecer un buen rendimiento pero con menos características y, lógicamente, un menor consumo y con ello una menor potencia que en los equipos de sobremesa, por lo que en ningún caso serán comparables.
Eso sí, a lo largo de la historia ha habido algunos modelos de portátil equipados con procesadores de sobremesa, aunque estos han sido casos aislados que realmente no han tenido demasiado éxito en el mercado, y de hecho a día de hoy ya no encontramos ninguno así.