Tempest Rising, desarrollado por Slipgate Ironworks y publicado por 3D Realms, ha irrumpido con fuerza dentro del panorama pecero de los videojuegos. Y lo ha hecho gracias a un feliz regreso a los viejos tiempos, a cuando los ordenadores eran un bastión en esto de la estrategia en tiempo real, de los RTS famosos que alumbraron los años 90 y 2000 gracias a estudios como Westwood y sus maravillosos Command & Conquer. ¿Te acuerdas de ellos?
Tempest Rising, así de primeras, os podemos decir que ofrece una experiencia que captura todo lo mejor de ese apoteósico pasado mientras se adapta a los estándares actuales. Algo que damos por descontado que es bueno pero que a veces ha sido la causa de que felices imitaciones no hayan cuajado como creemos que lo hará este título. Y cuando decimos imitaciones, no lo hacemos despectivamente: es un gran valor el atrevimiento de Slipgate Ironworks en querer recordarnos a esos viejos clásicos de siempre.
Una narrativa inmersiva con ecos de ciencia ficción apocalíptica
Y claro, lo primero que llama la atención de este Tempest Rising es la apuesta que han hecho sus creadores por la narrativa. Por mostrarnos una historia, con sus personajes y sus facciones donde importa lo que piensan unos de otros para entender por qué se está liando parda. Básicamente, el juego gira alrededor de un viejo conflicto entre EE.UU. y la URSS, la conocida «Crisis de los misiles» solo que un poco cambiado. Nos movemos por una especie de distopía por la que Cuba desató finalmente un apocalipsis nuclear que devastó todo el planeta. ahí es nada.
Eso provoca que surja un nuevo poder (rojo) conocido como Tempest, y que no es otra cosa que un recurso tan codiciado que altera por completo la flora y fauna de la Tierra, despertando a una antigua raza que andaba dormida y que atienda al nombre de los Veti. Así que para qué queremos más, existen dos facciones enfrentadas, las Global Defense Forces (GDF) por un lado y la Tempest Dynasty, que vuelven a provocar un conflicto global, solo que aquí estamos en una especie de futuro con armas super avanzadas y un objetivo que completar. Acabar con el contrario.
Es por esa razón, argumental, que la campaña está dividida en dos historias independientes de once misiones cada una, que permiten comprender las motivaciones que llevan a luchar a cada uno de los dos bandos. Cada misión se acompaña de unas secuencias cinematográficas que, a los más veteranos, recordará a los videos FMV de Westwood en sus primeros Command & Conquer cuando los generales nos hablaban mirando a los ojos. Por desgracia no están dobladas al castellano, pero con los subtítulos nos servirá.
Hay que decir que la trama no busca reinventar el género, solo ofrecer un contexto, pero su enfoque artístico y las decisiones interactivas a las que nos enfrentamos llevan a recordarnos a trabajos tan soberbios como los Dawn of War de Relic Entertainment, donde lo que nos cuentan importa y nos ayuda a sentir la historia de la forma más directa posible. Y es que este Tempest Rising huele a que tiene un futuro prometedor que dará para que las historias se desarrollen y terminen por cincelar un poderoso lore.
Un equilibrio entre lo clásico y lo moderno
Como os podréis imaginar por todo lo que hemos dicho ya, las mecánicas de Tempest Rising son un homenaje a los fundamentos del RTS clásico, pero con unos pequeños ajustes que lo hacen accesible para los jugadores más modernos. El núcleo del gameplay se basa en la construcción de bases, la recolección de recursos y la gestión táctica de unidades en tiempo real, un esquema que cualquier fan de los viejos clásicos de PC será capaz de reconocer al instante. Sin embargo, Tempest Rising introduce elementos mucho más modernos que viene a sumar dentro de un conjunto ya conocido.
Por ejemplo, la construcción de bases es muy intuitiva, con una interfaz que es capaz de ofrecernos una vista general muy limpia, por la que es posible gestionar recursos, la propia energía o la producción de armamento y complementos de manera eficiente. Los jugadores deben recolectar Tempest, ya os lo hemos dicho, que es el recurso principal y al mismo tiempo administrar la energía que mantiene todas sus operaciones activas. Eso nos permite entrar en una parte del juego donde predomina la expansión territorial ya que a medida que vamos conquistando, vamos ganando poder y fortaleza. Como ocurría con los famosos Warhammer 40.000 Dawn of War, que al controlar ciertos puntos estratégicos íbamos arrinconando al enemigo hasta derrotarle.
Es casi una obviedad decir que cada facción cuenta con un árbol de habilidades que aquí los llaman doctrinas, y que básicamente se trata de un sistema de mejoras que permiten personalizar el estilo de juego. De esa manera, podemos potenciar la recolección de recursos o simplemente mejorar la resistencia de las unidades para convertirlas todas en auténticos tankes. Estas doctrinas, similares a las habilidades de las facciones en Dawn of War, añaden profundidad táctica, ya que las elecciones del jugador afectan significativamente el desarrollo de las partidas y al resultado de los combates. Por ejemplo, optar por mejoras defensivas que pueden permitirte resistir un asedio mientras que si no te convence jugar a esperar al contrario, pases al ataque con otras ramas de aprendizaje más agresivas.
Eso sí, como ocurre en ocasiones con juegos que esperan mucho del multijugador (sobre todo triunfar para hacerse con una comunidad amplia y fiel) al final la campaña se convierte en un tutorial para introducir a los novatos y en el caso de quien suscribe, soy de poco jaleo PvP contra nadie. como mucho contra la máquina y acaba por aburrir. Es cierto que 22 misiones son suficientes para echarle unas cuantas horas pero tal vez que los Veti acaben por contar con su propia campaña es un aliciente para esperar de esteTempest Rising mucho más en el futuro.
Eso sí, algo que nos ha gustado especialmente es el espacio que reserva el juego para la microgestión que, sin llegar a ser tan bestia como la de un StarCraft II, requiere de mucha atención cuando nos posicionamos o simplemente llevamos a cabo la composición de las unidades de nuestro ejército.
Diversidad estratégica con personalidades únicas
Como ya os hemos dicho, Tempest Rising ofrece dos facciones jugables en su lanzamiento: las Global Defense Forces (GDF) y la Tempest Dynasty, con una tercera, los Veti, que se supone que llegará en futuras expansiones. Como es lógico, cada facción tiene una identidad muy bien definida tanto en su estilo de juego como en su estética y al poder utilizarlos en campañas distintas, podremos bucear en sus puntos fuertes y débiles de una manera muy interesante.
Por ejemplo, la GDF es una coalición de Estados Unidos, Canadá y Europa Occidental, son un ejército tecnológicamente muy avanzado que prioriza la movilidad de sus unidades y el manejo de información para adelantarse a los movimientos del enemigo. Presumen de contar con drones y tanques de alta precisión y son perfectos para los que desean un enfoque mucho más táctico de los combates. Es más, su árbol de doctrinas se centra en mejoras que optimizan la eficiencia y la versatilidad, permitiendo estrategias defensivas o de guerrilla.
Por otro lado, la Tempest Dynasty, formada por países de Europa del Este y Asia, tiene un enfoque mucho más agresivo y arriesgado, que lo confía todo a la fuerza bruta, de los números de unidades presentes en el campo de batalla. Es por eso que su economía depende, en gran medida, de la recolección de Tempest, y sus unidades, como son los soldados con lanzallamas y estructuras que sacrifican durabilidad por velocidad de producción, favorecen un estilo de juego mucho más ofensivo. Tanto es así que las doctrinas de la Dynasty potencian la resistencia y el poder bruto, ideales para jugadores que disfrutan de embestidas atacar sin pensar demasiado.
Esa asimetría entre las facciones de Tempest Rising es uno de los puntos fuertes del juego, ya que no solo cambian las unidades y la estética con cada campaña que jugamos, sino también la forma en que se gestionan las bases y sus recursos.
Un imprescindible para los amantes del RTS
Tempest Rising es mucho más que un sucesor espiritual de Command & Conquer, es un título que captura la magia de los RTS clásicos mientras abraza las posibilidades de la tecnología actual. Su argumento, clásico y previsible, pero suficiente como para meternos en su universo, sus mecánicas sólidas, las facciones diferenciadas y un apartado técnico espectacular lo convierten en un digno heredero de los días gloriosos de Dawn of War o los Command & Conquer. Aunque podría beneficiarse de más contenido inicial y mejoras en la IA de los enemigos controlados por la máquina, estas son críticas menores frente a una experiencia que destila pasión por el género.
Para los veteranos que crecieron construyendo bases y liderando ejércitos en los 90, Tempest Rising es un viaje nostálgico que se siente como volver a casa. Para los nuevos jugadores, es una puerta de entrada accesible y emocionante al mundo de la estrategia en tiempo real. Con su lanzamiento, se posiciona como un referente moderno del género, demostrando que los RTS todavía tienen mucho que ofrecer.
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