Tras bastante tiempo en silencio, Konami ha decidido devolvernos a la niebla más famosa de los videojuegos con Silent Hill f, un título que llega cargado de expectativas aunque sea solo por portar ese nombre, y con la responsabilidad de avivar una de las sagas de videojuegos más influyentes del género Survival Horror. En este caso, el título está ambientado en el Japón de mediados del siglo XX, abandonando las clásicas calles de Silent Hill para trasladar su inconfundible atmósfera a un entorno diferente pero igualmente perturbador, donde lo psicológico y lo grotesco van de la mano. Lo hemos jugado a fondo, y en este artículo os dejamos nuestro análisis.
Cuando se lanza un juego con «Silent Hill» en el título, lo que se espera es oscuridad, opresión ambiental y la sensación constante de amenaza. El resultado es una experiencia que combina lo conocido y lo nuevo: la niebla, criaturas deformes, simbolismo y puzles que evocan los grandes momentos de esta franquicia, pero ahora envueltos en una estética más poética si cabe, y ambientado en la cultura japonesa. Silent Hill f no se limita por lo tanto a repetir fórmulas, sino que intenta reinterpretarlas ofreciendo una visión diferente del horror que definió a toda una generación de jugadores.
Historia: un nuevo contexto, pero el mismo descenso a la locura
La trama de Silent Hill f mantiene la tradición de la saga, con una historia que en apariencia es mundana pero que poco a poco se va transformando en un viaje al horror interior de la protagonista. Sin hacer spoilers por si queréis jugarlo y os interesa la trama, el guion utiliza con acierto la estética y la mitología japonesa para reinterpretar temas como la culpa, la pérdida y la redención que siempre han sido la seña de identidad de la saga.
El ritmo narrativo está bastante bien medido, alternando momentos de exploración, resolución de puzles y secuencias de puro terror. Eso sí, a nosotros nos ha parecido que los puzles a veces resultan demasiado crípticos hasta el punto de romper el flujo del juego. Por el contrario, hay algunos que nos han resultado magistrales, como uno de los primeros que (de nuevo sin entrar a destripar detalles) tienes que resolver mientras una criatura se levanta una y otra vez sin importar cuántas veces la derribemos mientras tratamos de resolverlo.
La sensación general es que el título brilla más cuando sugiere que cuando explica, lo que sin duda encantará a los más veteranos de la saga, pero por contra también podría llegar a frustrar a quienes se enfrentan a la niebla por primera vez.
Jugabilidad: equilibrio entre tensión y torpeza
En cuanto a la jugabilidad, Silent Hill f se siente bastante correcto. El movimiento de Hinako, la protagonista, se siente preciso, con inercias realistas que refuerzan la sensación de vulnerabilidad, si bien es cierto que hay ocasiones en las que resulta complicado medir bien las distancias al enemigo en combate a causa de ello. Está claro que Silent Hill f no pretende ser un Elden Ring y eso se nota en la constante sensación de indefensión que se tiene en combate.
En cuanto al combate en sí, cumple pero peca de exceso bajo nuestro punto de vista. Las criaturas, magistralmente diseñadas (personalmente a nosotros nos parece que además de las criaturas clásicas de la saga, algunas (especialmente jefes) beben del universo de Berserk de Kentaro Miura), a veces pierden parte de su impacto cuando aparecen con tanta frecuencia que dejan de dar miedo.
Por el contrario, los momentos de huida y persecución, inspirados en las secuencias de escape de entregas anteriores, aportan variedad y mantienen el pulso del miedo y, de nuevo, la indefensión. Bajo nuestro punto de vista, Konami ha abusado un poco de las criaturas «masillas», esas que te encuentras en todas partes y que mueren de tres golpes… limitando más su número pero haciendo que sus apariciones fueran más estratégicas, creemos que la experiencia habría resultado más intensa y coherente con el tono psicológico del juego.
Gráficos y apartado artístico: una belleza marchita bajo la niebla
Visualmente, Silent Hill f se ve bien pero hay que reconocer que tampoco tiene unos gráficos que sean nada del otro mundo. No es un portento técnico, pero honestamente cumple perfectamente con lo que se busca en un título de estas características. Nosotros lo hemos jugado en PC con un Ryzen 7 9800X3D y una RTX 5080 y el juego se mantiene estable a unos 160-180 FPS a resolución 3440 x 1440, ofreciendo una experiencia muy fluida y sin caídas de FPS (salvo en las cinemáticas que baja a 30 FPS).
Eso sí, la parte mala en cuanto a lo técnico es que si activas DLSS, el juego presenta glitches notables y constantes que obligan a desactivar esta tecnología, algo que empaña y mucho el apartado técnico del juego.
Artísticamente, el juego destaca por su coherencia, con la niebla, la decadencia y los espacios cerrados y angostos que están recreados con mimo. Por supuesto, el diseño de los enemigos es uno de los puntos fuertes y que logran mantener ese equilibrio entre lo grotesco y lo poético que caracteriza la franquicia. Es una estética más cercana eso sí al terror japonés que al occidental, pero en ello reside buena parte de su encanto bajo nuestro punto de vista.
Banda sonora: ambientación sobresaliente pero sin temas memorables
En el ámbito de la banda sonora, en Silent Hill f brilla pero sin deslumbrar. Dicho de otra manera, la banda sonora cumple con su papel de acompañar y reforzar la atmósfera oscura y opresiva que quiere transmitir el juego, manteniendo en todo momento una tensión que nunca decae gracias a ello. Los efectos de sonido como ecos, pasos, crujidos o respiraciones están perfectamente calibrados para hacerte sentir observado incluso cuando no está pasando nada.
Sin embargo, y pese a su innegable calidad como música ambiental, el juego carece de composiciones memorables que puedan llegar a trascender la experiencia. Es decir, no hay un nuevo «Theme of Laura» que los fans vayan a recordar, al menos bajo nuestro punto de vista. No obstante, en conjunto el apartado sonoro cumple de manera excelente con el contexto del juego.
Precio: una factura demasiado alta para lo que ofrece
El precio de lanzamiento de Silent Hill f resulta honestamente difícil de justificar. El juego base tiene un precio de 79,99 euros en Steam, mientras que su edición Digital Deluxe asciende a 89,90 euros. Estas cifras superan incluso el estándar habitual en PC, situándose en el listón de los juegos triple A para consolas. La verdad es que por ese precio uno esperaría una experiencia más redonda o al menos técnicamente impecable, pero como hemos explicado antes no es el caso.
En cuanto a los extras de la edición Deluxe, se incluye un libro digital de ilustraciones, la banda sonora digital y un disfraz de conejito rosa para la protagonista. Este último elemento, la verdad, creemos que desentona completamente con la atmósfera del juego: es un añadido que rompe la inmersión y parece pensado más para llamar la atención que para enriquecer la experiencia de juego.
Conclusión: un regreso valiente, imperfecto pero necesario
Bajo nuestro punto de vista, Silent Hill f es un retorno con luces y sombras. Logra capturar perfectamente la esencia de terror psicológico que hizo grande a esta saga, con una ambientación opresiva, puzles elaborados y un tono narrativo que logra atrapar al jugador, pero al mismo tiempo se ve lastrado por algunas decisiones discutibles, como la frecuencia excesiva de los combates o su política de precios.
Konami ha demostrado que sigue sabiendo cómo construir un Silent Hill que de miedo, aunque no siempre haya logrado que ese miedo perdure. En nuestra opinión, le falta un puntito más de sutileza y de refinamiento técnico para brillar como realmente merecía. Pese a ello, quienes amen esta saga encontrarán en Silent Hill f un motivo para regresar a la niebla y reencontrarse con ese terror pausado, psicológico y profundamente humano que siempre ha distinguido a la franquicia.
En definitiva, Silent Hill f no es el renacimiento perfecto de la saga que muchos esperaban, pero sí un paso firme hacia ello. Es una obra imperfecta, sí, pero también un recordatorio de que el verdadero horror nunca muere: solo se transforma.

