Cuando te dispones a comprar un PC gaming de gama alta, es bastante probable que los procesadores Intel Core i7-10700K y los Core i9-10900K estén entre tus candidatos, pero entramos en la eterna disputa de si merece más la pena uno u otro. Desde luego, el Core i9 supone un desembolso monetario bastante mayor pero, cuando hablamos de juegos, ¿merece realmente la pena pagar más por la diferencia de rendimiento? Vamos a verlo.
Ambos procesadores fueron lanzados al mercado durante el segundo trimestre de 2020, y aunque son de la misma generación y basados en la misma litografía de 14 nm, están pensados para segmentos diferentes puesto que el 10700K está pensado para PC gaming de gama alta, pero el 10900K está orientado a la gama entusiasta e incluso premium, pues es la antesala de los procesadores HEDT de Intel. Desde luego, la diferencia de precio es más que evidente y aquí tenéis la prueba:
A fecha de julio de 2023, la diferencia entre estos dos procesadores, sin promoción, es de apenas 64 euros, aunque cuando fueron lanzados la diferencia entre ambos procesadores era bastante superior, de más de 200 Euros. Por lo tanto, y dado que a fecha de hoy puedes seguir comprando ambos procesadores en casi cualquier tienda, ¿vale la pena pagar más por el 10900K frente al 10700K?
Intel Core i7-10700K vs Core i9-10900K, diferencias en sus características
El Core i7-10700K es un procesador de 8 núcleos y 16 hilos de proceso gracias a la tecnología HyperThreading de la marca, con una velocidad base de 3,8 GHz pero que aumenta hasta 5,1 GHz en modo Turbo. Cuenta con 16 MB Smart Cache de Intel, y su TDP es de 125 vatios (con descenso de TDP configurable a 95W).
Por su parte, el Core i9-10900K cuenta con 10 núcleos y 20 hilos de proceso que funcionan a una frecuencia base de 3,7 GHz pero cuya velocidad turbo máxima es de 5,3 GHz, y además cuenta con la característica Intel Thermal Velocity Boost para un nivel de rendimiento adicional cuando la temperatura lo permite, algo de lo que carece el Core i7. La memoria caché también es algo superior, de 20 MB, pero por lo demás es exactamente igual que el 10700K, incluyendo en cuanto a TDP.
Ambos son procesadores con el multiplicador desbloqueado y por lo tanto aptos para overclock, y ambos utilizan el socket Intel LGA1200 de la 10ª generación de la marca. Soportan una temperatura máxima de 100ºC (Tjunction) e incorporan una iGPU Intel UHD 630, si bien es cierto que como ya hemos hablado anteriormente no es que esta GPU sea muy apta para gaming, y de hecho sería extraño que quien compre uno de estos procesadores para un PC de gama alta no lo acompañe de una tarjeta gráfica dedicada en consonancia.
Hay un dato adicional a tener en cuenta, y es la temperatura: el Core i7-10700K es un procesador «calentito», lo que significa que necesitarás un disipador de altas prestaciones para poder mantenerlo a una temperatura óptima de funcionamiento. Pero es que si este era «calentito», el Core i9-10900K es un horno industrial, ya que incluso los disipadores tope de gama lo pasan bastante mal para mantener su temperatura a raya, y esto significa que una de las ventanas de éste, el Thermal Velocity Boost, no se activará en la mayoría de los casos.
Como podemos ver, estamos ante dos procesadores más que aptos para un PC de gama alta, pero sus sutiles diferencias pueden repercutir en que a un usuario le interese la compra de uno u otro. No obstante, y como hoy en día la mayoría de usuarios que se plantean la compra de una CPU de estas características lo hacen con intención de montar un PC gaming, vamos a ver las diferencias que nos pueden dar concretamente en juegos para PC.
Rendimiento en gaming, ¿hay mucha diferencia?
En el siguiente vídeo muestran la diferencia de rendimiento de un Intel Core i9-10900K con respecto a un Core i7-10700K (también respecto a un Core i5-10600K, que es el procesador más vendido para gaming de Intel), utilizando el mismo hardware para probar los tres procesadores: una placa base ASUS ROG STRIX Z490-A Gaming, 32 GB de memoria RAM G.Skill TridentZ RGB a 3600 MHz, y una MSI GeForce RTX 2080 Ti Ventus.
Todas las pruebas han sido realizadas a resolución 1080p y con los ajustes gráficos configurados en Ultra.
Vamos a desgranar los juegos. Comenzando con World War Z, vemos que obviamente el Core i9 es el mejor pero la diferencia con respecto al Core i7 es de tan solo 4 FPS, y de hecho estamos hablando de más de 200 FPS de media, por lo que da bastante igual. Además, hay que reseñar que el 10900K está a tan solo un 16% de su capacidad mientras que el 10700K trabaja al 38% de sus posibilidades, lo que significa que el Core i9 estará más fresco y consumiendo menos energía.
Pasamos a Red Dead Redemption 2, donde los tres procesadores obtienen la misma tasa de FPS (1 FPS menos el Core i5 en este caso), pero de nuevo hay una notable diferencia en cuanto al uso de CPU, con el 10900K trabajando a un 32% y el 10700K a un 73%. En Far Cry New Dawn vemos una diferencia de rendimiento algo mayor, con el 10900K entregando 8 FPS más que el 10700K y el 10600K ya quedándose bastante más atrás, con 16 FPS de menos. En este juego, los tres procesadores rondan el 30% de carga.
Con Assassins Creed: Odyssey la diferencia vuelve a ser de apenas 2 FPS entre ambos procesadores, mientras que en Battlefield V todos obtienen la misma tasa de cuadros por segundo. En Need for Speed: Heat, el Core i9 obtiene apenas 3 FPS más que el Core i7, y éste solo 3 FPS más que el Core i5 por lo que la diferencia vuelve a ser nimia. En Shadow of the Tomb Raider, el i9 sí que obtiene 6 FPS más que el i7, y éste 6 FPS más que el i5; finalmente, en CS:GO sí vemos una diferencia más grande (28 FPS entre el Core i9 y el Core i7, y 27 FPS entre el Core i7 y el Core i5), pero hablamos de más de 500 FPS así que no es algo que el usuario vaya a notar para nada.
Esto implica que por lo general la mayoría de los juegos funcionan de forma similar, aunque hay algunos casos en los que la diferencia es más notable que en otros, pero esto va a ser en juegos que requieren una potencia mucho menor. Y es que en aquellos videojuegos que necesitan una mayor potencia, por lo general los recursos los suelen sacar de la GPU, no de la CPU a no ser que sea un caso muy específico, por eso podemos ver cómo en todo momento el procesador se mantiene con un uso menor al 50% mientras que la gráfica suele estar funcionando prácticamente al máximo, ya que los valores de esta oscilan entre el 80% y el 95%.
Cuál es mejor
La conclusión de esto es que para un PC gaming de gama alta, no hay prácticamente diferencia de rendimiento en juegos entre utilizar un Core i7-10700K o pagar los más de 60 euros extra que cuesta el Core i9-10900K. Este último es un procesador mucho más potente, pero que no representa una mejora notable en juegos como para que merezca la pena el desembolso, y cualquier gamer ganaría más invirtiendo esa diferencia de dinero en saltar, por ejemplo, de una RTX 3070 a una RTX 3080.
Es por ello que realmente podemos decir que se trata de un rendimiento similar, aunque está claro que para aquellas personas que tienen pensado contar cada FPS el Core i9-10900K es mejor pero sin demasiada diferencia. Al final pagar más por un producto que nos ofrece una calidad similar no merece la pena teniendo en cuenta, como hemos indicado, que hay otras formas de conseguir una tasa mayor de FPS mejorando otros componentes que no sea el procesador, aunque en estos casos no hace falta ni irse a por la tarjeta gráfica.
Y es que al final la mayoría de las veces cuando hacemos una mejora o compramos un ordenador tan solo miramos por la CPU y la GPU, pero hay que tener en cuenta que el resto de componentes también afectan al rendimiento de nuestros juegos. Y es que por la diferencia de precio que tienen podríamos optar por una memoria RAM de mayor capacidad, una fuente de alimentación con mayor eficiencia energética o incluso por una unidad de almacenamiento mucho más rápida que permitirá cargar nuestros juegos a gran velocidad.