La última impresora HP que me compré lo hice hace 12 años, más bien fue un regalo de mi mujer y se trataba de una Envy 110, una impresora con conectividad WiFi, soporte para AirPrint, con una pantalla LCD que me permitía hacer fotocopias sin tener encender el ordenador. A lo largo de su vida y tras varias mudanzas, había llegado a un puto de deterioro físico que me hacía replantearme renovarla. Pero, como funcionaba como el primer día, nunca llegue a dar el paso.
Sin embargo, llegó un día en el que a HP no le parecía bien que siguiera utilizando cartuchos compatibles y la impresora mostraba un cartel informativo en el que me recomendaba utilizar cartuchos originales para obtener mejores impresiones. Lo que inicialmente parecía un mensaje informativo, realmente no lo era.
La impresora era mía, no de HP
No había ninguna forma de quitar ese mensaje e imprimir. Hablé con el técnico que me vendía los cartuchos (y que también arregla impresoras) y me comentó que existía un menú oculto dentro de la impresora para acceder a las opciones de configuración internas para restaurar el firmware anterior al que se había instalado en la última actualización y me había bloqueado la impresora.
Los técnicos de reparación de impresoras comparten una base de datos con las teclas que hay que pulsar para acceder al menú oculto de este tipo de impresoras con pantallas LCD, por lo restaurar el firmare no fue ningún problema. El problema es que esta actualización que bloqueaba mi impresora había venido a través del firmware sino desde la aplicación que tenía instalada en Windows.
Si tienes una impresora de HP, sabrás que la aplicación HP tiene acceso a la misma información que se muestra en la pantalla, como los niveles de tinta, una información a la que nunca tuve acceso cuando decidí que había llegado el momento de no seguir pagando el precio de los cartuchos originales de HP. El técnico probó mil y una formas de tratar de revertir los cambios que se habían efectuado en la impresora y que me prohibían seguir utilizándola como el primer día, por lo que no tuve más remedio que llevarla a un punto de reciclaje.
Pero antes, como último esfuerzo y por los años que llevábamos juntos, decidí darle una última oportunidad y comprar los cartuchos originales. Nada. La impresora se había cerrado completamente en banda y no quería sabe absolutamente nada de nadie, como si hubiera cumplido su ciclo de vida útil establecido de forma intencionada (obsolescencia programada).
Me pasé a Canon
Si buscamos una impresora que no sea de HP, el fabricante que ofrece un mayor número de opciones es Canon, seguida de Epson. Tras hablar con el técnico y tras conocer que mi necesidad pasa por imprimir un par de hojas una o dos veces por semana, me recomendó optar por Canon.
Las impresoras Epson ofrecen la misma calidad de impresión que cualquier otra impresora, sin embargo, están diseñadas para utilizarse a diario, ya que, de lo contrario, los cartuchos se secan con facilidad. Las impresoras Canon, al igual que las de HP, incluyen el cabezal en el cartucho, por lo que, si no imprimo durante mucho tiempo, con tan solo cambiar el cartucho, podré volver a hacerlo.
Pero, lo más importante de todo es que según me comentó el técnico, nunca voy a tener problemas con los cartuchos compatibles de Canon. Los cartuchos son igual de baratos que los de HP y la calidad de impresión es la misma. Y, si quiero utilizar los cartuchos originales, estos son más baratos que los de HP.
Después de varios modelos en el mercado, finalmente me decidí por la Canon Pixma TS5350a, una impresora multifunción 3 en 1 de inyección de tinta conectividad Wi-Fi e impresión a doble cara, una función que se había convertido en imprescindible desde que la descubrió con la Envy 110. Después de llevar 3 meses utilizándola no puedo estar más contento y, si alguien me pregunta que impresora comprar, sin duda, recomendaría este modelo.