A pesar de que hay más variantes, en la actualidad la mayoría de los SSD que se venden son o bien de formato 2,5″ e interfaz SATA 3, o bien de formato M.2 e interfaz PCIe. En los últimos tiempos, parece ser que la tendencia del mercado es que los SSD en formato M.2 están comiéndole todo el terreno a los de formato 2,5″, y las ventas de estos están comenzando a ser poco más que marginales… ¿estamos ante una potencial desaparición de los SSD SATA 3 en el mercado?
Es cierto que, en realidad, también hay SSDs en formato M.2 e interfaz SATA 3, pero también es verdad que la cuota de mercado de este tipo de dispositivos nunca ha sido comparable a la de los otros dos tipos mencionados. En cualquier caso, hasta ahora los SSD M.2 siempre habían destacado por ser más caros pero con un mejor rendimiento, mientras que los SSD de 2,5″ e interfaz SATA 3 tenían su razón de ser por ser mucho más baratos, lo cual permitía adquirirlos con mayores capacidades por poco dinero. ¿Qué ha cambiado entonces?
Se venden menos SSD SATA 3 pero más PCIe, ¿por qué?
Para poder entender lo que está sucediendo en este momento, es necesario remontarnos unos años al pasado, en la época dorada de los discos duros mecánicos en PC. Por aquel entonces, cuando aparecieron los primeros SSD comerciales en el mercado, estos tenían formato de 2,5 pulgadas e interfaz SATA 2, con capacidades que apenas llegaban a 64 GB en los modelos tope de gama. Eran extremadamente caros, pero ya en ese momento lograban triplicar el rendimiento de los mejores discos duros tradicionales, por lo que sin duda suscitaron el interés tanto de los usuarios como de los fabricantes.
Luego llegó la interfaz SATA 3, y con esta mejoró notablemente el rendimiento de todos los dispositivos de almacenamiento; el problema es que mientras que los mejores discos duros mecánicos apenas ofrecían 90-100 MB/s de velocidad de transferencia, los primeros SSD SATA 3 ya casi copaban el límite de la interfaz, superando los 500 MB/s (en general, se admite que los SSD SATA 3 son 6 veces más rápidos que los discos duros de 3,5″ con la misma interfaz).
A medida que estos SSD se fueron adoptando en el mercado, más y más fabricantes fueron lanzando sus modelos, su proceso de fabricación mejoró y se abarató, su capacidad se amplió, y llegamos al punto en el que prácticamente todos los PCs del mercado ya tenían un SSD para, al menos, el sistema operativo y los programas fundamentales ya que aceleraba enormemente el rendimiento de todo el sistema.
Pero justo después de eso comenzaron a aparecer los SSD en formato M.2, inicialmente con interfaz SATA 3 pero pronto llegaron los que tenemos ahora, con interfaz PCIe, mejorando y mucho el rendimiento de los SSD que teníamos hasta ahora. En ese momento, los discos duros mecánicos comenzaron a quedarse de lado y, y la tendencia hizo que se repitiera la historia pero un paso más allá: ahora los SSD SATA 3 se quedaban como dispositivos secundarios, dejando los SSD PCIe, más rápidos, como almacenamiento para el sistema operativo y los programas principales. En este símil, los SSD SATA 3 son los discos duros tradicionales, y los SSD PCIe son los SATA 3.
Ahora hemos llegado a un punto en el que ya se venden más SSD PCIe que SATA 3, y con ello obviamente más SSD en formato M.2 que de 2,5 pulgadas. Esto está llevándonos a una tendencia en la que cada vez se venden menos SSD de 2,5″, y por lo tanto se fabrican menos ya que, al final, los fabricantes siguen la misma tendencia de mercado que lo que antaño vivimos con los discos duros y los primeros SSD.
Una respuesta cuádruple: velocidad, capacidad, precio y tamaño
El mercado está en un momento en el que indudablemente todo tiende al rendimiento, y al final todos quieren tener el mejor rendimiento en su sistema. Esto, aunado al hecho de que en los últimos tiempos la capacidad de los SSD en formato M.2 ha dejado de ser un impedimento y a que el precio se ha ido abaratando en cierta medida, es lo que ha propiciado esta nueva tendencia en el mercado en la que los usuarios ya están comenzando a prescindir completamente de los SSD de 2,5″, incluso como almacenamiento adicional.
Como es lógico, no es que todo el mundo esté comenzando a prescindir de este tipo de almacenamiento, pero sí es una tendencia que poco a poco va cogiendo fuerza puesto que, si con un solo SSD M.2 tienes ya toda la capacidad que necesitas y además el mejor rendimiento, ¿para qué instalar un SSD SATA 3 adicional?
No obstante, hay un cuarto parámetro que influye en esta tendencia, y es el tamaño físico de los dispositivos. Salta a la vista que los SSD en formato M.2 son mucho más pequeños y livianos que los de 2,5″, pero es que además consumen menos también, y esto es algo que los fabricantes de portátiles aprecian en gran medida debido a que deben ingeniárselas mucho para meter hardware potente y de bajo consumo en el estrecho espacio que tienen estos dispositivos.
Por este motivo, los fabricantes de portátiles sí que han dejado de utilizar ya zócalos de 2,5″, y todos los portátiles modernos ya hacen uso únicamente de almacenamiento SSD con dispositivos en formato M.2 e interfaz PCI-Express, ya que simplemente les resulta mucho más cómodo y rentable hacerlo de esta manera. Esto ha llevado a que los pedidos de SSD a los fabricantes hayan bajado, y por lo tanto cada vez fabrican menos unidades de 2,5″, algo que, al final, termina repercutiendo también en el mercado.
Estos son todos los motivos por los que los SSD M.2 están comenzando a imponerse a los de 2,5″, pero nos resta todavía contestar a la pregunta: ¿están condenados a desaparecer? La respuesta es que no, al menos no a corto ni medio plazo; el mercado de SSD de 2,5″ e interfaz SATA 3 ya no puede evolucionar mucho más en términos de rendimiento, donde obviamente lleva años estancado, pero sí que siguen pudiendo mejorar la relación precio / GB de capacidad y eso es algo que siempre va a tener hueco en el mercado.