Según parece, Microsoft está precargando Windows 10 en los ordenadores de todos aquellos usuarios de Windows 7 y Windows 8.1 que tienen las actualizaciones automáticas activadas, aunque los usuarios no quieran o incluso aunque no hayan reservado Windows 10. ¿El motivo? «Por si el usuario se decide a actualizar».
Ésta información ha salido a la luz a través de The Inquirer tras investigar las quejas publicadas por uno de sus lectores. Según parece, Microsoft descarga Windows 10 a través de Windows Update sin avisar al usuario de ninguna manera, y lo almacena en un directorio oculto llamado «$Windows.~BT» que ocupa hasta 6 GB de espacio en disco.
Microsoft ya se ha pronunciado al respecto con el siguiente comunicado:
«Para usuarios que hayan decidido recibir actualizaciones automáticas a través de Windows Update, ayudamos a que los dispositivos que son actualizables estén preparados para Windows 10 descargando los archivos necesarios que necesitarán por si deciden actualizar. Cuando la actualización esté lista, al usuario se le mostrará la opción de instalar Windows 10 en el dispositivo».
Ésto ya está acarreando problemas a muchos usuarios
Vamos a dejar de lado el hecho de que Microsoft esté haciendo cosas en nuestros ordenadores sin nuestro consentimiento, o que llene nuestro disco duro de información que, a lo mejor, ni necesitamos ni queremos. El tema es grave sobre todo para usuarios en países donde no hay «tarifa plana» de Internet como EEUU o Reino Unido, donde tienen una capacidad limitada de descarga mensual.
Según han publicado en la fuente, muchos usuarios están teniendo problemas de sobrecostes con sus operadores de Internet por haber sobrepasado la tasa de transferencia mensual por culpa de éstas descargas no autorizadas de Microsoft, conllevando por ello costes adicionales e incluso multas por parte de sus operadores de Internet. Seguro que muy contentos con Microsoft no estarán, en todos los sentidos.
Microsoft continúa con su política invasiva
Ya hemos hablado anteriormente de que Windows 10 es una auténtica bomba que atenta contra la privacidad del usuario en todos los ámbitos, pero esta noticia que nos llega en el día de hoy ya es el colmo, pues los afectados son usuarios de Windows 7 y Windows 8.1 que todavía no han actualizado.
La intención de Microsoft podría ser buena, allanando el camino para los usuarios que quieran actualizar a Windows, de manera que la transición sea más rápida. Sin embargo ésta política resulta demasiado invasiva, pues los de Redmond dan por hecho que todos los usuarios de Windows van a actualizar a la última versión de su sistema operativo, llevándose por delante privacidad, límites de transferencia de Internet y almacenaje del disco duro en el proceso.
¿Qué opináis vosotros de ésta práctica de Microsoft?
Vía The Inquirer.