Son muchos los motivos por los que puedes querer cambiar la frecuencia de refresco de tu monitor, especialmente si el tuyo es de 144 Hz o más y prefieres que funcione a 60 Hz cuando no estás jugando. En este tutorial vamos a enseñarte cómo cambiar esta frecuencia de refresco del monitor en Windows, sin necesidad de recurrir a los paneles de control de AMD o NVIDIA y de una manera mucho más sencilla de lo que imaginas.
De esta forma, será el sistema operativo el que gestione todos los parámetros del monitor en lo que a tasa de refresco se refiere, lo que te ahorrará andar tocando un software que, aunque suele ser muy útil en algunas ocasiones, para estos casos es mucho mejor dejarlo de lado porque supone tener un software ajeno al OS mandando por encima de él. Y si se te olvida que lo tienes así configurado, puede convertirse en un auténtico quebradero de cabeza.
¿Qué es la tasa de refresco en un monitor?
Pues la cantidad de imágenes completas que muestra en un segundo, y por tanto la frecuencia con lo que lo hace. De ahí a que se utilice la medida universal para medir la frecuencia como son los hercios. De esta manera, en este caso podríamos llegar a decir que los hercios equivalen a fotogramas por segundo o FPS.
Antes de nada, hay que tener en cuenta que cambiar la frecuencia de refresco del monitor podría causar que este no se viera bien, ya que si por ejemplo un monitor ha sido diseñado para funcionar a 60 Hz y solo a 60 Hz, si por ejemplo lo bajáramos a 50 Hz podría no verse la imagen totalmente nítida y habría parpadeos. Lo que nos obligaría a tener que recuperar la vieja configuración en detrimento de la que acabamos de activar.
Aparte de esto, si usamos este método que os vamos a enseñar para cambiar la frecuencia de refresco del monitor, tan solo tendremos la opción de hacerlo con las frecuencias que son compatibles con nuestro monitor, por lo que no podrás utilizar frecuencias que le resulten «extrañas» (lo cual es bueno porque si configuras el monitor con una frecuencia con la que no es compatible, tendrás problemas de visualización en la pantalla).
Cómo cambiar la frecuencia de refresco en Windows
El primer paso es acceder a la configuración de pantalla, y para ello podemos o bien hacer clic derecho en un espacio vacío del escritorio y seleccionar en el menú la opción «Configuración de pantalla», o bien podemos pulsar sobre inicio y escribir precisamente el mencionado nombre para acceder a ello. Tal y como os lo mostramos justo aquí debajo.
Una vez dentro tendremos que ir a la parte inferior y seleccionar la opción «Configuración de pantalla avanzada» para realizar los siguientes cambios. Mirad:
Y en la pantalla que se abre, debemos pulsar sobre «Mostrar las propiedades de adaptador de pantalla 1». Este número puede cambiar si tenemos varios monitores, para escoger entre uno u otro debéis hacer lo que os mostramos justo aquí debajo.
Se abrirá una nueva ventana. En esta, debemos ir a la pestaña «Monitor», donde encontraremos un menú desplegable que ya por fin nos permitirá cambiar la frecuencia de refresco del monitor.
Tened en cuenta que, tal y como hemos dicho, aquí solo se mostrarán las frecuencias de refresco que sean admitidas por el monitor, ya que de hecho seleccionar una frecuencia que no sea compatible causaría problemas. Tened también en cuenta que si, por ejemplo, seleccionamos 50 Hz y vamos a un juego en el que tengamos la sincronización vertical (VSync) activada, el juego funcionará a 50 FPS en lugar de a 60 FPS.
De igual manera, en monitores gaming que tienen frecuencias de 144 Hz o más, será habitual encontrarnos muchas más opciones de las que hemos puesto en el ejemplo (que han sido tomadas con un monitor Dell U3415W que solo es de 60 Hz), y encontraremos valores de 144, 120, 60 y 50 Hz con toda probabilidad. Que son los habituales que utiliza la industria en los últimos tiempos. Tanto en pantallas externas como en los monitores que incorporan los modelos portátiles enfocados al uso con videojuegos.
Cambiar la tasa de refresco con NVIDIA
Como hemos podido ver sobre estas líneas, el proceso para cambiar la tasa de refresco en Windows es muy poco intuitivo y nos invita a realizar un gran número de pulsaciones en las opciones de configuración de Windows. Además, únicamente podemos modificar la tasa de refresco. La mejor forma de hacerlo es utilizando la aplicación de la gráfica.
Si tenemos una gráfica de NVIDIA, podemos hacerlo directamente desde el panel de control de NVIDIA, un panel que se ejecuta en segundo plano en la barra de tareas o bien utilizando la aplicación NVIDIA App, una aplicación que NVIDIA lanzó al mercado a finales de 2024 para integrar tanto las funciones del Panel de control de NVIDIA como las funciones de GeForce Experience.
Panel de control de NVIDIA
Para cambiar tanto la tasa de refresco con la resolución del monitor conectado a nuestro PC, debemos acceder a la aplicación Panel de control de NVIDIA. Dentro de este panel, accedemos al apartado Pantalla y, seguidamente, pulsamos en Cambiar la resolución.
En el panel de la derecha, seleccionamos el monitor conectado y accedemos al apartado Frecuencia de actualización para pulsar en el cuadro desplegable y seleccionar la tasa de refresco que queremos. Finalmente, pulsamos en Aplicar.
No es necesario reiniciar el PC para que los cambios se apliquen. Si no se muestra la tasa de actualización que buscamos, puede significar dos casas: que el monitor no es compatible o que estamos utilizando el conector del monitor que no es compatible con una elevada tasa de refresco, como es el caso de algunos monitores con el puerto HDMI y DisplayPort.
Con el panel de control de NIVIDA, no solo podemos cambiar la resolución y la tasa de refresco, sino que, además, también podemos cambiar la orientación de la pantalla, activa la compatibilidad con G-Sync, activar la resolución RTX y mucho más.
NVIDIA App
Como hemos comentado más arriba, a finales de 2024, NVIDIA lanzó la versión final de la aplicación NVIDIA App, una aplicación que llega al mercado para integrar todas las funciones que hasta ahora se ofrecían de forma independiente a través de la aplicación GeForce Experience y Panel de control. NVIDIA App es una aplicación mucho más intuitiva y, como es de esperar, también nos permite modificar la tasa de refresco del monitor, aunque independientemente de si el monitor es o no compatible con NVIDIA G-Sync.
Para cambiar la tasa de refresco de un monitor con la aplicación NVIDIA App, debemos acceder a la pestaña Sistema. Dentro de este apartado, tenemos 3 opciones más: Pantallas, Rendimiento y Mi equipo, siendo la primera de todas la que nos interesa. Dentro de esta sección, nos dirigimos a la parte inferior de la aplicación, concretamente al apartado Propiedades de pantalla. Aquí se muestra el tipo de conector que estamos utilizando (HDMI o DisplayPort), la resolución y el número de Hz que tenemos configurado.
Para modificarlo, tan solo debemos pulsar en el cuadro desplegable Frecuencia de actualización y seleccionar cuál queremos establecer. La pantalla parpadeará unos cuantos segundos para fijar la nueva frecuencia de actualización. No es necesario reiniciar el equipo para que los cambios se apliquen al sistema, ya que no se trata de un elemento que forme parte de Windows, sino de uno de sus periféricos.
¿Si no se muestra la frecuencia de refresco que quieres?
En la ventana anterior hay una opción, en gris, que dice que oculta las frecuencias de refresco no compatibles con el monitor. Dependiendo de la versión de Windows que tengáis y de los controladores de la gráfica, esta opción podría estar disponible y, tras desmarcarla, veríamos todas las opciones de frecuencia de refresco posibles, sean o no compatibles con el monitor. Pero lo más inteligente es no usarlas porque se podrían producir problemas de sincronización o en la manera de mostrar ese contenido correctamente.
Si estamos seguros de que nuestro monitor es compatible con una frecuencia de refresco determinada y no aparece en la lista, solo hay tres cosas que deberías comprobar:
- Que tienes los últimos drivers de la tarjeta gráfica instalados.
- Que el cable que estás utilizando es compatible con la frecuencia de refresco. En este sentido, algunos monitores únicamente permiten mostrar una elevada tasa de refresco únicamente si se utiliza un conector DisplayPort no a través del tradicional puerto HDMI. Una vez reemplacemos el cable HDMI por uno DisplayPort, Windows mostrará todas las opciones de tasa de refresco que ofrezca el monitor.
- ¿Estás utilizando el conector del monitor adecuado?
Por lo que te aseguramos que tengas el equipo en perfectas condiciones y que sea el adecuado. Y, por cierto, antes de comprar un monitor asegúrate que se lleva bien con tu hardware, no sea que los controladores de la tarjeta gráfica den problemas concretos y te encuentres no solo con que la tasa de refresco no las puedes cambiar como quieres, sino además problemas como artefactos de imagen.
¿Para qué sirve cambiar la frecuencia de refresco en Windows?
Windows está pensado para, por defecto, funcionar al máximo de frecuencia de refresco que permite el monitor. En otras palabras, si tienes un monitor de 144 Hz, funcionará a esa frecuencia incluso estando en el escritorio. Si bien esto es idóneo para juegos, dado que se verán las imágenes y transiciones más fluidas que a 60 Hz por poner un ejemplo, en algunos casos da problemas –dependiendo de la calidad del monitor.
Por ejemplo, hay usuarios que tienen monitores de 144 Hz o más que se quejan de que cuando trabajan con un archivo de Excel y hacen scroll con el ratón se marean, or la suavidad del movimiento de la pantalla. Precisamente, para este tipo de usuarios es ideal la posibilidad de poder configurar Windows con una frecuencia de refresco más baja, ya que sirve para evitar estos problemas a la hora de utilizar programas que no tienen apenas exigencia gráfica y que exprimen al máximo esa suavidad de movimientos que parece que se desplazan sin apenas lag por el panel del monitor.
No todos los juegos pueden correr a la máxima frecuencia
Cada uno de los videojuegos que hay en el mercado tiene sus propias especificaciones y no funcionan todos igual y muchas veces nos interesa ejecutar un juego a la máxima velocidad posible, pero ¿de qué nos sirve que el monitor funcione a 144 Hz si la mayoría de los juegos que tenemos funcionan a 60 fotogramas por segundo? Es más, si utilizamos un portátil gaming el consumo de la batería se dispara en tasas de refresco muy altas, ya que los píxeles tendrán que apagar y encenderse una mayor cantidad de veces por segundo.
Por eso si tienes un equipo gaming modesto es recomendable quedarse en los 60 Hz e ignorar las tasas de refresco más altas. Por suerte podemos cambiar la tasa de refresco cuando queramos para disfrutar de ese juego que requiere poca potencia gráfica, pero que pide una alta tasa de frames y con ello nos estamos refiriendo especialmente los relacionados con el mundo de los eSports.
¿Cuál es la mejor tasa de refresco?
A la hora de disfrutar de un juego, el mínimo que debemos buscar es siempre 60 FPS. En aplicaciones de ofimática, aunque no es imprescindible, con 60 Hz no vamos a tener problemas de imágenes cortadas. Si utilizas el ordenador para trabajar, modificar el número de Hz de la pantalla para que muestre el contenido de forma más fluida (al navegar por una web, desplazarnos por un documento u hoja de cálculo) para lo único que sirve es para consumir más recursos.
En los videojuegos que no son shooters en primera o tercera persona, con 60 FPS es más que suficiente, especialmente si priorizamos la calidad gráfica por encima de los FPS. En juegos tipo shooters, cuando mayor sea el número de FPS, más fluido se verán todas las imágenes, algo de extrema importancia en este tipo de juegos y que puede suponer ganar o perder contra un enemigo.
Teniendo en cuenta estos datos, es fácil llegar a la conclusión de que comprar un monitor gaming para tareas de ofimática es tirar el dinero, ya que no nos aporta una ventaja adicional que nos permita rendir mejor en el día a día. Sin embargo, en los videojuegos si supone una importante ventaja con respecto a los competidores.