La mayoría de gente piensa que para calibrar el monitor y que muestre sus colores lo más realistas posible, hacen falta herramientas profesionales que cuestan bastante dinero. Sin embargo, os vamos a enseñar cómo podéis calibrar el monitor vosotros mismos y además gratis, sin tener que comprar ninguna herramienta adicional.
Cuando compramos un nuevo monitor, éste viene con sus ajustes de fábrica (salvo algunos casos de monitores que vienen pre calibrados de fábrica) y, por norma general, suelen ser un desastre en cuanto a la representación de colores, por lo que es necesario calibrarlos. Así pues, en este artículo te vamos a contar cómo puedes realizar una calibración bastante decente (ojo, que no es una calibración 100% exacta como lo harías invirtiendo dinero) sin tener que gastar nada de dinero, y además de una manera bastante fácil y rápida.
¿Por qué debo calibrar mi monitor?
Realizar este proceso es importante, ya que nos garantizará obtener la mayor precisión de imagen posible. Aunque esto se suele hacer más en fotografía, para el gaming también es importante. Podemos llegar a obtener un mejor contraste y ver zonas que de otro modo, no se verían del todo nítidas.
Los monitores gaming que se venden, normalmente, no están calibrados. Queda, por tanto, en manos del usuario trabajar la calibración para obtener la mejor calidad de imagen. Un proceso que normalmente ningún usuario realiza, simplemente lo instala y a funcionar.
Hacer el proceso de calibración del monitor da como resultado una cantidad de detalles increíble. También se mejoran los colores, siendo más realistas. Son estos los motivos por los cuales deberías realizar este proceso de ajuste. De nada sirve realizar decenas de ajustes a un juego para obtener el mejor rendimiento si no has calibrado previamente el monitor.
El proceso de calibración, normalmente, se hace con dispositivos especiales que son caros. No vas a comprarte uno de estos elementos, es absurdo, hay una opción gratuita que te explicaremos como usar.
Prepara el monitor para la calibración
Antes de proceder a calibrar el monitor debemos tocar algunos ajustes para asegurarnos de que el resultado es óptimo. Para empezar, asegúrate de que el monitor lleva encendido por lo menos 30 minutos para asegurarte de que el resultado es preciso y consistente. También debes asegurarte de que está funcionando a su resolución nativa, es decir que, si el monitor es Full HD, lo tienes configurado en Full HD en el sistema operativo.
Una vez hecho esto, entra al menú OSD del propio monitor y realiza los siguientes ajustes:
- Pon el perfil «Normal» o «Default», o si el monitor lo permite crea un perfil Custom.
- Brillo al 35%.
- Contraste al 70%.
- Temperatura de color a 6500K.
- Desactiva cualquier tecnología de «mejora» de imagen, como «Digital Noise Reduction», «Dynamic Backlight Control», «Motion Interpolation» o «LED local dimming».
Estos números pueden parecer arbitrarios, pero el ajuste de brillo óptimo para la mayoría de monitores está alrededor de esta marca ya que la luminancia típica es de 120 cd/m2. Por cierto, no te preocupes si el monitor no se ve bien poniendo estos ajustes, porque como hemos dicho solo lo estamos preparando y es a partir de ahora cuando vamos a calibrarlo.
Un apunte extra: la calibración de un monitor es relevante para unas condiciones de luz específicas, así que es importante que lo hagas en la habitación con la luz en la que normalmente vas a usar el monitor. Si calibras un monitor durante el día, puede que por la noche no se vea bien, así que en este caso sería recomendable crear dos perfiles, uno por el día y uno por la noche, para poder cambiar entre ellos fácilmente.
Cómo calibrar el monitor
Hay muchas herramientas que permiten calibrar un monitor gratis, pero pocas son tan intuitivas y completas como Lagom monitor test suite, así que es la que vamos a utilizar. Además, no tenemos que instalar absolutamente nada puesto que todo se ejecutará directamente desde un explorador de Internet (recomendado Google Chrome), y solo tendremos que asegurarnos de realizar el calibrado en pantalla completa (pulsando la tecla F11).
Ajuste avanzado de brillo y contraste
Para un ajuste más fino del brillo y el contraste del monitor, vamos a utilizar la prueba Contrast, ubicada a la izquierda del todo en el menú.
Aquí debemos fijarnos en las escalas de color, y aumentaremos ligeramente el brillo y no logramos ver la parte más oscura de alguno de ellos, etiquetados como 1 en la parte izquierda. Asegúrate de no aumentar el brillo tanto como para que la parte negra se vuelva gris.
En este punto, deberías poder diferenciar en la escala los números 30, 31 y 32. De no ser así, incrementa ligeramente el contraste del monitor hasta que puedas diferenciarlos.
Nitidez y gamma
Para acceder al patrón de Nitidez, debemos pulsar sobre el icono de Sharpness del menú.
Este patrón se ve mejor estando un poco alejados de la pantalla. La idea es mirar el patrón desde la distancia y ajustar el parámetro nitidez del monitor hasta que veamos la imagen de un gris uniforme. Las dos imágenes de arriba y abajo muestran cómo el patrón de nitidez se combina con el ajuste cuando se ve desde la distancia.
Hecho esto, ya tendremos el monitor calibrado y sin haber invertido nada de dinero. Es cierto que no es tan efectivo como un colorímetro o un espectrofómetro, pero en cualquier caso no hemos gastado ni un solo euro y seguro que los valores están muy próximos a los de estos.
Ajusta los niveles de negro
Empezamos ajustando los niveles de negro porque son los que más impacto visual tienen. Para ello, debemos pulsar sobre Black level en el menú superior.
Aquí veremos una serie de cuadrados con distintos tonos de negro, enumerados del 1 (negro puro) al 255 (blanco puro). Con esta vista en pantalla debemos reducir o incrementar el brillo del monitor (desde su propio menú) hasta que la zona alrededor de los cuadrados está casi tan negra como el cuadrado número 1.
Si el fondo ya está en esta situación, entonces debes incrementar el brillo hasta que esté ligeramente gris, pero solo un poco, y entonces baja de nuevo el brillo hasta que sea del todo negro nuevamente (de esta manera nos aseguramos).
Sabremos que hemos ajustado este nivel correctamente cuando el cuadrado 1 ni siquiera sea visible, confundiéndose con el fondo, y especialmente hasta el cuadrado 10, progresivamente deberíamos ir viéndolos cada vez un poco más grises.
Configurar el contraste óptimo
Pasamos al siguiente punto, que es el test White Saturation que está colocado justo a la derecha del Black Level que acabamos de usar.
Aquí lo que veremos serán de nuevo cuadrados pero que van del 200 al 254, siendo el blanco puro el 255. En este caso, el parámetro que tendremos que modificar en el menú del monitor es el contraste.
Lo primero que debemos hacer es subir el contraste todo lo posible, antes de que aparezca una especie de aura alrededor del 255. Notarás que las muestras más brillantes de la fila inferior desaparecerán, así que a partir de aquí debes bajar el contraste paulatinamente hasta que puedas ver bien las cuatro últimas muestras (del 251 al 254).
Una vez que la muestra 254 sea visible, sabrás que estás en la configuración de contraste óptima.
Otros aspectos a tener en cuenta a la hora de calibrar un monitor
Hasta aquí hemos visto cómo se puede calibrar de forma sencilla el monitor, pero hay otras cosas que debemos saber cuando utilizamos una pantalla para PC, ya que hay varios factores que afectan a la propia visualización que tiene este tipo de periférico. Para empezar y lo primero que debemos tener bastante claro es el hecho de que obviamente si hay una fuente de luz que llegue desde un ángulo que de sobre el monitor, puede que calibrarlo no haya servido de nada ya que no mostrará los colores ni la iluminación de forma realista, sino que lo hará dependiendo de la luz ambiente que haya, algo bastante básico a tener en cuenta.
Esto obviamente no pasa en todos los monitores, ya que hay algunos paneles que cuentan con un tipo de filtro que impide que la luz afecte directamente a la pantalla, aquellos que son antirreflejos y similares, por lo que si nuestro monitor es así obviamente no habrá ningún problema. Por otra parte, si la fuente de luz está afectando a la visualización del monitor entonces lo tendremos un poco más complicado por el simple hecho de que tendremos que configurarlo para que se ajuste a la misma, si es necesario que la tengamos durante una gran parte del tiempo que utilicemos el monitor.
Obviamente esto es algo que podemos evitar si no dejamos que llegue directamente, por ejemplo si tenemos la pantalla orientada de frente a la luz, lo mejor sería buscar la forma para que no sea así, es decir, tratar de ponerla en dirección contraria para que no llegue, ya que además esto puede ser bastante dañino para la vista. Más allá de esto no hay mucho más que debamos tener en cuenta, como mucho deberíamos ver el ángulo de visualización por el hecho de que puede afectar también a la calibración, pero esto es algo que también aparece en la propia página que os hemos mostrado.
¿Merece la pena calibrar un monitor?
A la hora de comprar un monitor, lo primero que debemos tener claro es el uso que le vamos a dar. No es lo mismo comprar un monitor para tareas de ofimática que un monitor para jugar o para editar imágenes o en la edición de vídeo. Por muy sibaritas que podamos ser con la fidelidad de los colores, calibrar los colores que muestra un monitor, si lo vamos a utilizar para escribir documento o incluso para jugar, es absurdo, a no ser que queramos cambiar por completo la gama de colores para tener una ventaja adicional o si tenemos algún problema de visión.
Sin embargo, cuando se trabaja editando fotografías y vídeos, es muy importante comprar un monitor que ofrezca la mayor cobertura de patrones de colores, dependiendo de nuestras necesidades para así poder ajustar la colorimetría para que sea lo más fiel posible a la realidad. Saturar los colores, algo que habitualmente podemos observar en muchos teléfonos móviles, no siempre queda bien, ya que el contenido con el que se trabaja, no se muestra en un único tipo de monitor.
Si queremos que el contenido con el que trabajamos sea lo mejor posible en cualquier tipo de pantalla (móviles, pantallas o Smart TV) es importante, además de elegir un monitor de calidad, calibrar los colores que se muestran en pantalla, un proceso que, tal y como os hemos mostrado sobre estas líneas, podemos hacer de diferentes formas, aunque la más recomendada, especialmente si estamos iniciándonos en este apartado, es utilizar un dispositivo digital sobre la pantalla, ya que no tenemos entrenado el ojo al igual que otras personas que llegan años trabajando en la edición de vídeo y fotografía.
Cómo afecta calibrar la pantalla a las diferentes aplicaciones
Una vez hemos terminado de calibrar nuestro monitor, podemos pensar que está todo hecho, pero ni mucho menos este es el caso, ya que hay ocasiones en las que tendremos que, además de calibrar el propio periférico, configurar las aplicaciones que utilicemos. En casos relacionados con ver vídeos no afecta mucho, ya que las propias opciones que hemos configurado de la pantalla ya son suficientes, pero en el caso de los videojuegos por ejemplo es algo más complejo, ya que no cuenta únicamente lo que hayamos hecho en la pantalla, sino también la propia configuración que hagamos dentro del juego.
En este caso, lo mejor es optar por reestablecer los ajustes gráficos del título que vayamos a jugar a los predeterminados, y una vez hecho esto, comenzar a configurar todos los parámetros necesarios para que se ajuste a nuestra forma de visualización preferida. Por lo general los ajustes que más debemos tener en cuenta en estos casos son el contraste, la nitidez y el gamma, por lo que obviamente es extremadamente sencillo ajustarlo, pero si no lo hacemos es probable que nos resulte extraño visualmente.
Consejos finales para calibrar un monitor
Por lo general una vez conseguimos calibrar el monitor lo normal es que no tengamos que volver a hacer nada, ya que no suele tener problemas en los que se descalibre solo, por lo que una vez hecho ya nos podemos prácticamente olvidar. Aunque si que es verdad que debemos tener en cuenta que no todas las situaciones son similares, lo que implica que tras un tiempo de uso puede ser que nos hayamos adaptado a ciertas configuraciones específicas que podemos encontrar en algunos casos, sobre todo si utilizamos el monitor para jugar, ya que cada título tiene una diferencia en términos gráficos y en general de iluminación, contraste y demás.
Esto puede causar que tras un tiempo comencemos a notar las grandes diferencias que puede haber entre uno en el que tengamos un contraste muy alto u otro que esté muy bajo, haciendo que nuestra vista se pueda terminar acostumbrando a algo que no es lo que hemos configurado. Es por ello que una de las recomendaciones que podemos seguir en estos casos es comprobar cada cierto tiempo los parámetros, para ajustarlos y que nos ofrezcan lo que realmente queramos, ofreciendo una mejora ya sea en calidad visual o simplemente por tener una manía de cambiar cada cierto tiempo las cosas para adaptarlas.
Dicho esto, no es necesario obviamente estar cambiando la configuración cada dos por tres, pero si que es una buena práctica ajustarlo dependiendo de la situación, aunque si nos ponemos cada día a tocar los ajustes es posible que no acabemos nunca, sobre todo si somos personas demasiado quisquillosas. En definitiva, a la hora de cambiar parámetros lo mejor es cambiar aquellos que no ofrezcan una variación demasiado grande con lo que estamos acostumbrados, pero que notemos una mejoría al realizar estos ajustes.