La industria del hardware es una de las que nunca dejan de avanzar, pero generalmente siempre lo hacen paso a paso y poco a poco, y no hemos visto demasiadas revoluciones que podamos decir que han cambiado la industria del hardware. Así pues y puestos a ello, vamos a permitirnos soñar un poco para imaginar cuáles son las próximas revoluciones en el mundo del hardware que podemos esperar de cara al futuro. ¿Te animas a hacer este viaje con nosotros?
Podemos decir que cuando aparecieron los SSD sí que supusieron una verdadera revolución en la industria del hardware del PC, porque pasamos de discos duros mecánicos de alto consumo, ruido y baja velocidad a dispositivos de estado sólido muchísimo más veloces, silenciosos, pequeños y que no se calientan. De hecho, a día de hoy el ponerle un SSD a un PC antiguo es la mejor actualización de hardware que se le puede hacer para mejorar su rendimiento.
Pero, ¿qué nos depara el futuro?
La memoria RAM, ¿una de las revoluciones en hardware?
Mucho se habla de la memoria RAM DDR5 que está a punto de llegar, y es asombroso cómo va a mejorar el rendimiento con respecto a la actual DDR4 porque mejora la capacidad a la vez que reduce el voltaje, ofreciendo unas transferencias de hasta 8400 Mbps. Pero, ¿es esto una revolución en la industria?
La respuesta es que no. La memoria RAM DDR5 supone una evolución con respecto a la DDR4, pero no es una revolución ya que esencialmente tendremos lo mismo que tenemos hasta ahora, pero más eficiente y más rápido. Una revolución, sin embargo, serían las memorias de cambio de fase que llevan en desarrollo desde hace muchos años y que sí cambiarán completamente el concepto de RAM que tenemos hasta ahora, o si llegara un momento en el que pudiéramos utilizar memoria HBM como RAM para el procesador.
Las baterías de estado sólido
Este tipo de baterías también está en desarrollo, y se planea que hacia 2022 ya tengan modelos comerciales de las mismas (al menos Toyota, que quiere implementarlas en sus coches eléctricos). Este tipo de batería es una evolución de las que conocemos de iones de litio, pero con la diferencia de que mientras que en las baterías actuales el litio se va solidificando y la vida útil de la batería termina por finalizar, en las de estado sólido esto no sucede y teóricamente son eternas. Además, debido a su estado sólido, también son más seguras.
Por supuesto, esto comenzará en coches pero terminará en todos los dispositivos, como portátiles o smartphones, así que sin duda supondrá una auténtica revolución en el hardware.
Los procesadores cuánticos son el futuro del hardware
También se habla mucho de los ordenadores equipados con procesadores cuánticos, que llevan ya lustros postulados como el futuro de la informática computacional. Este tipo de ordenadores maneja qubits en lugar de bits, lo que permite llevar muchísimo más allá la capacidad de proceso de los equipos añadiendo una nueva dimensión a los cálculos.
Sin embargo, a día de hoy son inviables en un entorno extendido debido a que hasta ahora los investigadores no han logrado crear entornos fiables y que sean viables más allá de en entornos industriales (cámaras de vacío).
Esta tecnología sigue y seguirá en desarrollo porque sigue considerándose como el futuro, y realmente sí que llegará un momento en el que represente la mayor de las revoluciones en hardware que hayan existido… pero lamentablemente todavía estamos bastante lejos de que esto suceda. Los investigadores más optimistas fechan una utilización viable, fiable y extendida de esta tecnología para por lo menos dentro de 50 años.
El hardware molecular, ¿es la solución a todo?
Otra de las tecnologías que se postulan para convertirse en una de las mayores revoluciones en el mundo del hardware es el conocido como hardware molecular. Desde hace mucho los fabricantes se enfrentan al reto que supone el meter tantos transistores como sea posible en espacios cada vez más pequeños, así que de lo que estamos hablando es de hardware del tamaño de moléculas de agua, aproximadamente de 0,275 nanómetros.
Aunque se han hecho avances realmente interesantes en esta tecnología, los investigadores todavía se han topado con una pared que hasta este momento parece insalvable: cuando tratamos con objetos de nivel atómico o molecular es inestable. En términos prácticos, han logrado crear transistores de nivel molecular, ya son una realidad, pero el problema es que su esperanza de vida es de apenas tres horas, por lo que es inviable crear productos con eso.
Igual que los ordenadores cuánticos, el hardware molecular continúa en desarrollo y se considera que podría representar otra revolución en el mundo del hardware, ya que se aumentaría muchísimo la densidad de los procesadores, entregando un rendimiento muy superior con menor consumo y menor calor generado. Según los investigadores, igualmente estamos todavía bastante lejos de poder lograr que esta revolución se haga realidad.
La Inteligencia Artificial revolucionará el hardware
Llevamos ya décadas hablando de la Inteligencia Artificial, especialmente en películas de ciencia-ficción. Haciendo un resumen elemental, la Inteligencia Artificial consiste en crear máquinas capaces ya no solo de pensar, sino también de aprender por sí mismas. Hoy en día ya se utilizan en sistemas que utilizamos a diario, como buscadores que aprenden de nuestros hábitos, aunque esto es más bien Machine Learning, que es el paso anterior.
Pero la auténtica revolución que causaría la Inteligencia Artificial en cuanto al hardware debería ir un paso más allá. Ya no hablamos de robots, androides y demás conceptos de ciencia-ficción, o de la famosa mente «Skynet» de las películas de Terminator. Hablamos de que al final el conocimiento humano tiene ciertas limitaciones, básicamente por el tiempo de vida que tenemos, pero el de las máquinas técnicamente no tiene límites.
Esto significa que una vez que la Inteligencia Artificial, la de verdad, sea una realidad, podrían utilizar todo el conocimiento que la humanidad lleva almacenando durante milenios para crear innovaciones que ni siquiera imaginamos. De hecho -y esto no es ciencia-ficción- es una de las esperanzas que tienen los científicos para desarrollar los viajes interestelares.