Todos los componentes para PC tienen un uso específico con unas características que los usuarios deben tener en cuenta al montar un ordenador. La fuente de alimentación no se libra de esto, siendo una de las piezas más importantes a la hora de montar un ordenador ya que de ella dependen el resto del hardware. Os explicamos todo lo que debéis saber sobre ellas.
Uno de los grandes errores que encontramos en la mayoría de las ocasiones cuando un usuario decide montar un ordenador nuevo está en la selección que puede hacer de los distintos componentes que lo conforman. Es bastante común ver cómo para ahorrar dinero o para invertir más presupuesto en otras piezas como la GPU o el procesador, muchas personas tienden a reducir su inversión en la fuente de alimentación. Esto puede terminar siendo un problema realmente grave, ya que no solo afecta a la factura de la luz, sino que también puede tener un desenlace trágico si la PSU pertenece a una marca que no hace las comprobaciones de seguridad necesarias.
A esto hay que sumarle también el hecho de conocer si cuenta o no con los diversos sistemas de protección frente a problemas de voltaje ya que esto puede evitar que los componentes terminen completamente inutilizables. Por este motivo os vamos a explicar de forma detallada todo lo que debéis saber a la hora de elegir una fuente de alimentación para vuestro ordenador.
Qué es el consumo real y por qué importa al elegir una PSU
Cuando hablamos de la potencia que tiene una fuente de alimentación muchas veces las personas suelen quedarse en los vatios que aparecen marcados en la propia fuente. Los vendedores suelen marcar cada modelo indicando cuál es el máximo de energía que puede entregar la propia fuente de alimentación a los demás componentes de PC, pero debemos tener en cuenta que todo lo que esté conectado puede generar una carga de energía para la PSU. Si tenemos una fuente de alimentación de 650W pero utilizamos una combinación de GPU y CPU que tenga un consumo de 600W nos encontraremos con que tan solo quedarán 50 W disponibles para el resto de componentes.
No solo la gráfica y el procesador consumen energía, también lo hacen la RAM, los dispositivos de almacenamiento, los sistemas de refrigeración y prácticamente todos los periféricos que tengamos conectados al propio PC (sí, cargar el móvil también cuenta para estos casos). Siguiendo con el ejemplo que hemos comentado antes, esto implicaría que tendríamos que alimentar todos los demás dispositivos con los 50 W que nos quedan. En el caso de que la fuente de alimentación no sea capaz de suministrar la energía completa el sistema se volverá inestable, haciendo que los principales fallos que presente sean apagones, reinicios, BSOD y otros problemas de rendimiento causados por sobrecargas.
Esto es algo que todavía se agrava más en caso de que el usuario termine eligiendo una PSU sin conocer el consumo del hardware que más energía necesita, como bien hemos comentado antes son tanto la GPU como la CPU. En un principio el ordenador puede funcionar correctamente ya que no siempre está utilizando el 100% de los recursos, esto implica que incluso si una GPU tiene un consumo de 300W, cuando esté trabajando a la mitad de rendimiento consumirá 150 W. Por este motivo el ordenador no experimentará fallos durante cargas bajas, pero una vez se ejecute una aplicación que requiere más recursos, comenzará a fallar.
Cómo afectan los picos de consumo a una fuente de alimentación
Dentro de los problemas que encontramos en las fuentes de alimentación están los picos de consumo, esto hace referencia al último dato que hemos comentado anteriormente. Pero debéis tener en cuenta que esto no se limita únicamente al hardware de mayor consumo, sino que cualquier pieza conectada puede presentar un pico que termine volviendo el sistema inestable incluso si tan solo utiliza 10 W más de lo que debería. Los picos de consumo son uno de los principales motivos por los que siempre se recomienda elegir una fuente de alimentación con un 20-25% más de potencia frente al consumo total que puede tener el sistema.
En esencia hace referencia a los picos de energía momentáneos que el hardware puede generar, siendo a su vez un aspecto al que afectan varios factores que muchas veces no se tienen en cuenta como el hecho de aplicar un overclock sobre cualquier componente, ya que esto aumenta el consumo del mismo.
La eficiencia, un factor clave a tener en cuenta
Otra de las características más importantes que encontramos dentro de una fuente de alimentación es la eficiencia energética que tendrá a la hora de generar la energía necesaria para alimentar todos los componentes que hay dentro de un ordenador. La PSU toma energía CA del enchufe al que hayáis conectado el ordenador y la convierte en energía CC para que los componentes de un PC puedan funcionar. El problema está en que las fuentes de alimentación tienden a perder una parte de la energía en este proceso de conversión, haciendo que el resto se desperdicie en forma de calor.
Esto implica que un modelo con una eficiencia del 80% como son aquellas con certificación 80 PLUS, estará desperdiciando un 20% de la energía total que obtiene de la toma de corriente, haciendo que se note bastante en la factura de la luz. Si una fuente de alimentación es más eficiente, será capaz de convertir más energía con una menor pérdida en forma de calor. Por ejemplo, los modelos Titanium son capaces de hacer una conversión del 90% de la energía al 20% de carga, un 94% al 50% de carga y un 90% al 100% de carga.
En un ordenador de mayor consumo como son los modelos gaming, una mayor eficiencia implica que desperdiciará menos energía total por lo que es un factor clave sobre todo sabiendo que son sistemas creados para funcionar entre un 70% y un 100% de carga de manera constante.
Protecciones eléctricas: el seguro de vida de tu PC
Una fuente de alimentación de calidad no solo entrega potencia, sino que protege tu inversión. Es imperativo que cualquier modelo que consideres incluya, como mínimo, el siguiente conjunto de protecciones certificadas según el estándar internacional IEC 62368-1:
- OVP (Over Voltage Protection): Corta la energía si el voltaje en una línea supera el límite seguro, evitando ‘freír’ tus componentes.
- OCP (Over Current Protection): Impide que un componente demande más corriente de la que un raíl puede suministrar de forma segura.
- SCP (Short Circuit Protection): Detecta cortocircuitos y apaga la fuente instantáneamente para prevenir daños catastróficos o incendios.
- OTP (Over Temperature Protection): Un sensor térmico interno apaga la unidad si supera su temperatura de operación segura, protegiéndola de fallos por sobrecalentamiento.
- OPP (Over Power Protection): Evita que el sistema en su conjunto demande más potencia de la que la fuente está diseñada para entregar de forma continua.
Marcas de prestigio como Seasonic, Corsair o be quiet! no solo incluyen estas protecciones, sino que calibran sus puntos de activación con gran precisión, una diferencia clave frente a modelos genéricos.
¿Cuál es la norma general al elegir una fuente de alimentación?
Una vez hemos visto los principales aspectos que debemos tener en cuenta cuando hablamos sobre fuentes de alimentación tan solo nos quedaría explicar cómo elegir el modelo ideal para cada PC. Por lo general la idea es, como bien hemos comentado anteriormente, que escojáis una PSU con una potencia que sea entre un 20% y un 25% superior al consumo que tendrán las piezas de vuestro ordenador. Si utilizáis una combinación que tan solo consume 300W por ser un modelo realmente básico, una fuente de 550W es más que suficiente, pero si optáis por un ordenador gaming con una gráfica potente de última generación, seguramente tendréis que empezar a mirar fuentes de 1000W o más.
Para que entendáis un poco cómo funcionaría en cada caso, vamos a explicaros con ejemplos reales cómo sería elegir una fuente de alimentación en cuatro casos distintos.
PC básico
Los ordenadores más básicos que encontramos en en mercado tienden a utilizar componentes que cuentan con un consumo realmente bajo. Estos se caracterizan por tener una combinación de hardware que no suele incorporar tarjeta gráfica, uno de los que más consume dentro de un ordenador, ya que el procesador suele llevarla integrada. Por este motivo la combinación de todas las piezas no suele superar los 250-300W de consumo incluso al utilizar una CPU que utilice 100 W de media. Contando los picos que pueden tener los componentes, lo ideal sería tener los 350 W como base, por lo que lo óptimo estaría en buscar fuentes de alimentación dentro de un rango de 400W y 450W.
PC orientado para gaming ligero
Cuando un ordenador está diseñado para gaming debemos tener en cuenta que implica utilizar más componentes que un modelo básico, si añadimos la GPU a la suma encontramos que necesitaremos aumentar bastante la estimación de potencia. En este caso si nos referimos a un modelo que pertenezca a una gama baja-media la combinación de CPU+GPU puede consumir fácilmente 300W como carga máxima dependiendo de la configuración que tengan. A esto hay que sumarle el resto de componentes orientados para gaming, teniendo en cuenta también otros aspectos clave como la refrigeración y otros aspectos clave de las piezas así como la de los periféricos ya que también afectan.
Esto nos dejaría con un consumo total que rondaría los 500-550W, por lo que lo ideal en estos casos serían aquellas fuentes que ofrecen como mínimo 650W, si queréis dejar un mejor margen de mejora podéis optar por modelos de 700W-750W, destacando además que sería óptimo buscar un modelo con una eficiencia que mínimo sea Gold, ya que es un sistema que estará trabajando siempre por encima del 50% de carga.
PC avanzado para gaming
Entrando en los modelos que incorporan los componentes más exigentes tenemos los ordenadores que se utilizan para gaming avanzado. En esta categoría entrarían los modelos de gama medio-alta y alta, por lo que la combinación de los dos componentes básicos de mayor consumo, el procesador y la gráfica, suele superar en la mayoría de las ocasiones los 500W, sobre todo en ordenadores que utilizan gráficas como la RTX 5080. A esto, tal y como sucede con el ejemplo anterior, hay que sumarle la refrigeración junto con las demás piezas orientadas para obtener el mayor rendimiento posible.
Esto no os va a quitar como mínimo unos 600W o incluso 700W de consumo total, por lo que aplicando la misma regla del 20-25% de margen para futuras mejoras o picos de consumo lo ideal es optar por fuentes que como mínimo tengan 850W de potencia con una certificación Gold-Platinum, pero si buscáis modelos avanzados que tengan una certificación Titanium para conseguir la mejor eficiencia, la mayoría son de 1000W.
PC para profesionales
Para terminar ya nos quedaría hablar sobre esos modelos de PC que se centran en ofrecer la mayor potencia para quienes trabajan con aplicaciones extremadamente pesadas, los modelos de Workstation que encontramos son ordenadores con una potencia combinada de CPU y GPU que, dependiendo del modelo que utilicen, pueden llegar hasta los 800W de consumo combinado. El mejor ejemplo que encontramos está en la gráfica RTX Pro 6000 de NVIDIA, ya que esta versión de 10.000€ puede consumir entre 400-600W. La recomendación en este caso está en optar por una fuente de mínimo 1100W-1200W con eficiencia Platinum.
