Como diría el clásico «esta no es mi Blizzard» porque me la han cambiado. De un tiempo a esta parte, cada vez que llega uno de sus juegos parece como si hubieran perdido esa aura que tenían hace una década, cuando todo lo que tocaban los de Irvine se convertía en oro y daba la sensación de tener cada detalle de sus lanzamientos pensado al milímetro. Y siempre poniendo por delante a los jugadores. Ahora, ¿eso ha desaparecido?
El lanzamiento de Overwatch 2 ya nos olió bastante mal: vienes a cargarte la scene del primer Overwatch, cambias el juego, el modelo de negocio por un free2play y nos fríes a micropagos y microtransacciones mientras el shooter todavía está lleno de fallos, clases desequilibradas y un META que está a años luz de su predecesor. Y de Diablo Immortal ya ni hablamos, con su obsesión por las compras que han convertido el juego para móviles y PC en prácticamente un objeto de lujo para muchos.
Diablo IV, ¿qué ha pasado?
Si lo anterior ya daba miedo, cuando Diablo IV llegó a las tiendas muchos nos congratulamos: el juego llegaba bien –dentro de lo que es un desarrollo como este que puede fallar por infinidad de sitios– a pesar de no ser exclusivo de PC, las clases podían mejorarse pero en general el equilibrio estaba muy conseguido y la dificultad se ceñía sin problemas a lo que un jugador promedio de la saga es capaz de superar sin demasiados problemas.
Pero ha llegado la primera temporada, la de los Malignos –el pasado día 20 de julio–, y Blizzard se ha vuelto loca. Ha llevado a cabo un nerfeo general, ha reducido drásticamente los stats de todas las clases y aquéllos que ya tenían personajes muy avanzados se han visto convertidos en una versión recortada de los anteriores al parche. De tal forma que si eran necesarias un par de horas para subir de nivel en los estadios más avanzados del juego, ahora esa cantidad de tiempo podía elevarse hasta las seis o más.
Así que con este panorama no es raro que los jugadores se hayan pillado un cabreo de los gordos y estén reventando con notas bajas en Metacritic a Diablo IV. Ahora bien, ¿por qué Blizzard ha decidido tomar un camino tan delicado?
Nos quieren más tiempo jugando
Es obvio que Blizzard ya no es la que era y seguramente, con la excusa de la primera temporada –por cierto, otro día hablamos de las recompensas que son de risa y no invitan a invertir demasiado tiempo en conseguirlas–, ha aprovechado para hacer un punto y seguido pero se lo tendría que haber pensado mucho más, incluso tener en cuenta a la comunidad para testar cuál es el sentir general de la mayoría.
La solución que ha tomado es tan sencilla como ancestral: vamos a complicar el juego por la vía de hacer perder poder a las distintas clases y así tendremos más tiempo a los jugadores con nosotros, intentando conseguir lo mismo que antes solo que invirtiendo el triple de horas. Ah, y si el jugador se pasa por la tienda y pica para ganar poder o adquirir ítems pues mejor para nuestras arcas. Es decir, volvemos a los errores de Overwatch 2 y Diablo Immortal, donde los niveles de avaricia parecen estar muy por encima del umbral de comodidad del jugador, ese límite que nos indica que empezamos a ser utilizados.
Sea como fuere, Blizzard está claro que lleva cada vez peor camino porque lo que antes a lo mejor no se notaba tanto –todo por la pasta– ahora sí que está al descubierto y lo estamos viendo todos. Así que ojalá no vuelva a cometer más errores o los usuarios, como han hecho ya con otras muchas compañías a lo largo de la historia, se lo harán pagar muy caro. Y no precisamente en malas notas en Metacritic.