A pesar de que el auge de los SSD en detrimento del disco duro mecánico tradicional ya hace años que está entre nosotros, todavía mucha gente sigue utilizando discos duros como almacenamiento secundario en el PC. Esto está bien y no pasa nada, siempre y cuando sigas al pie de la letra una serie de recomendaciones que evitarán tanto pérdidas de rendimiento como potenciales problemas. En este artículo, te las contamos todas.
A día de hoy, mucha gente utiliza un SSD (sea en formato 2,5″ o M.2) como dispositivo de almacenamiento principal, para el sistema operativo, y un disco duro tradicional como secundario para hacer las veces de almacenamiento adicional. Esto está genial, ya que por ahora los discos duros mecánicos siguen proporcionando la mejor relación capacidad / precio, pero hay que tener cuidado porque hay una serie de malas prácticas que podrían llevarte al desastre.
Lo que NO debes hacer si tienes un SSD y un disco duro a la vez
Especialmente cuando hablamos de usuarios que tienen SSD de poca capacidad, es frecuente que decidan utilizarlo solo para el sistema operativo e instalar los programas y juegos que más utiliza, dejando el disco duro normal para el resto de cosas, incluyendo otras instalaciones de programas o juegos que no se utilizan con demasiada frecuencia. Esto es un grave error, ya que de esta manera estaremos «enlazando» el disco mecánico al sistema operativo, de manera que si el disco se estropea o si lo desconectamos, el PC dejará de arrancar.
Fijaos que estamos entrecomillando ese «enlace» entre el disco duro y el SSD, y lo hacemos porque obviamente no es un enlace como tal, pero sí que hay rutas («paths») en el sistema operativo que llevan al disco duro y que, por el modo en el que está programado el sistema operativo, provocan que si éstas no funcionan, el sistema no es capaz de arrancar).
Esto, al mismo tiempo, provoca que Windows esté constantemente comprobando si los datos del disco duro siguen ahí, y claro, el disco duro es mucho más lento que el SSD (de nuevo, sea de tipo que sea, un disco duro siempre es más lento que un SSD) y eso provoca un incremento de las latencias de acceso a la información que, en resumidas cuentas, lastra el rendimiento del equipo. Esto se nota especialmente a la hora de iniciar el sistema, pero también lastra el rendimiento general del PC.
Sigue las «buenas prácticas» y todo funcionará mejor
La buena práctica cuando tienes un SSD y un disco duro al mismo tiempo en el PC es que uses el SSD para TODAS las instalaciones, sean programas o juegos, dejando el disco duro simplemente para almacenamiento masivo. De esta manera, incluso aunque el disco mecánico se estropee o aunque lo desconectes del PC, el sistema operativo podrá seguir arrancando sin problemas, como si nada hubiera pasado y, al mismo tiempo, evitarás esa lastra de rendimiento que hemos mencionado antes.
Este es uno de los principales motivos por los que deberías pensarte muy bien qué capacidad de SSD necesitas cuando vas a comprarlo, especialmente en aras de no quedarte corto. Cuando vayas a comprar un nuevo SSD para el sistema, piensa que no solo instalarás en él el sistema operativo, Office y los programas o juegos que más uses, debes pensar que TODO irá instalado en el SSD, dejando el disco duro simplemente para guardar tus fotos, documentos, vídeos, etc. pero no para instalar nada en él.
Ahora vendrá la pregunta: ¿qué capacidad de SSD es recomendable comprar? Eso dependerá de ti, pero normalmente en un PC utilizado para ofimática y navegación, con 256 GB tendrás más que de sobra, mientras que en un PC gaming en el que vas a instalar varios juegos, deberías pensar en adquirir 1 TB o incluso más.