En las últimas semanas nos ha llegado mucha información sobre GPUs externas. Con el diseño que ha estandarizado AMD en colaboración con Razer e Intel entre otros, ahora podremos utilizar la conexión Thunderbolt 3 para dotar a nuestros equipos portátiles u otros sistemas de baja potencia gráfica de todo el potencial que nos da una GPU de escritorio. La teoría de esto está muy bien pero, ¿merece realmente la pena?
En la práctica, si tenemos un ordenador portátil con conexión Thunderbolt 3, a partir de ahora podremos conectarle una GPU externa a través de una caja como la Razer Core. De ésta manera, tendremos en nuestro pequeño equipo toda la potencia que nos da una tarjeta gráfica de escritorio, pudiendo utilizar nuestro equipo para jugar entre otras muchas cosas, de manera satisfactoria. Esto junto a que nos da la posibilidad de ir actualizando / mejorando nuestra tarjeta gráfica cada cierto tiempo sin problemas son los únicos pros que le vemos a ésta tecnología de GPUs externas, pero por el contrario vemos muchas desventajas que nos hacen plantearnos si merece o no la pena.
Para empezar tenemos que hablar, claro, del precio. La Razer Core cuesta 499 dólares si la compramos suelta en la Razer Store, un precio al que hay que sumarle lo que cueste la tarjeta gráfica que queramos instalar. Poniéndole simplemente una gráfica de gama media como una GTX 960 estaríamos hablando de un precio total de unos 700-750 euros, precio al que habría que volver a sumarle lo que nos cueste el ordenador portátil con puerto Thunderbolt 3 en el que querríamos utilizar ésta solución. Desde luego sale bastante caro.
Por otro lado, el ordenador portátil dejará de ser portátil. Por mucho que la GPU se conecte de manera externa estamos ante un “armatoste” de más de 5 Kg (con la gráfica instalada) no demasiado ameno de llevar de un sitio a otro. Necesitaremos, por supuesto, tener la caja externa permanentemente conectada a la red eléctrica, así que le podemos decir adiós a la movilidad. Claro está que podemos tener éste sistema en nuestro escritorio de casa y conectar y desconectar el portátil según nos convenga. Pero entonces, ¿por qué no comprar un sobremesa directamente? Bueno, entendemos que habrá gente que le saque partido, claro está.
Para terminar, hay que plantearse si realmente merece la pena utilizar un ordenador portátil para jugar. La pantalla es pequeña, el teclado incómodo, y por supuesto necesitaremos comprar un ratón porque jugar con el touchpad es extremadamente complicado. Claro está que hay portátiles específicamente diseñados para jugar, pero en esos casos ya vienen con tarjetas gráficas muy potentes por lo que no necesitarán una GPU externa, lógicamente. En resumen:
PROS:
- Potencia de GPU de sobremesa en portátiles con conexión Thunderbolt 3.
- Incrementa la conectividad del equipo.
- Nos permite cambiar de tarjeta gráfica según nuestras necesidades.
CONTRAS:
- El precio es muy elevado.
- Perdemos movilidad.
- Compatibilidad muy limitada de momento.
- Ya hay portátiles específicamente diseñados para jugar.
En resumen, mi valoración personal es que a día de hoy no merece la pena una solución de GPU Externa, al menos no a éste precio. Quien quiera jugar en su portátil se compra un equipo Gaming, y quien quiera hacerlo en su escritorio se comprará un PC de sobremesa, más potente y cómodo en general.
¿Qué pensáis vosotros? ¿Estáis de acuerdo conmigo o pensáis que las GPUs externas tendrán una buena acogida en el mercado?