¿Deberías comprar una gráfica NVIDIA RTX si no la vas a usar para jugar?

Por norma general, cualquier usuario que se disponga a comprar una tarjeta gráfica NVIDIA RTX moderna, lo hace pensando en utilizarla para jugar. Sin embargo, estas tarjetas gráficas tienen también grandes facultades para aplicaciones profesionales, y en este artículo lo vamos a probar de primera mano para poder enseñaros su rendimiento.
Es cierto que NVIDIA tiene, dentro del segmento de consumo, dos categorías de tarjetas gráficas: las diseñadas para el gaming, y las profesionales. El problema estriba en que para el usuario de a pie, comprar una gráfica profesional puede suponer un desembolso de dinero demasiado grande así que, ¿será suficiente con una gráfica diseñada para gaming? Vamos a verlo.
Un PC «gaming» normal y corriente
Para las pruebas que hemos realizado para este artículo, hemos querido emular una situación cotidiana de un usuario de a pie, es decir, que vamos a probar el rendimiento que tendríamos en un PC de altas prestaciones, pero un PC normal y corriente con hardware que se puede comprar en cualquier tienda; de hecho, es nuestro banco de pruebas habitual:
- Intel Core i9-14900K.
- be quiet! Dark Rock Pro 5.
- ASUS ROG STRIX Z790 WiFi II.
- 2×16 GB Corsair Vengeance RGB DDR5-6000 MHz.
- TeamGroup Cardea A440 2 TB PCIe 4.0.
- Corsair RM1000i.
Como ya supondréis viendo la imagen de arriba, la tarjeta gráfica que vamos a utilizar para estas pruebas no es otra que una NVIDIA GeForce RTX 4080 SUPER Founders Edition, gráfica que analizamos en el pasado y ya pudimos ver su rendimiento en juegos y benchmarks sintéticos.
Así funciona una NVIDIA RTX 4080 SUPER en aplicaciones profesionales
Obviamente, de cara a medir el rendimiento de cualquier componente de hardware, no hay mejor herramienta que los benchmarks, y por ello hemos sometido a esta gráfica NVIDIA RTX a diversas pruebas que, en lugar de estar orientadas a medir el rendimiento bruto o el rendimiento en juegos del hardware, están más enfocadas a aplicaciones profesionales.
Este hecho no quita que hayamos utilizado también algunos benchmarks que no solemos utilizar, enfocados a juegos pero que se pueden usar también para medir el rendimiento en aplicaciones profesionales, como por ejemplo la prueba de Ray Tracing de 3DMark, que mide el rendimiento con trazado de rayos en tiempo real, algo que vemos en los juegos pero que, para un desarrollador, obviamente también tiene su utilidad.
En una situación parecida tenemos la prueba VRS (Variable Rade Shading), también de 3DMark.
Y de igual manera, la prueba Sampler Feedback, que es una de las novedades de la API gráfica DirectX 12 y que ofrece formas más eficientes de manejar texturas y sombreados.
Si pasamos ya a verdaderas aplicaciones profesionales, muchas de ellas tienen incorporado un benchmark interno para que podamos medir el rendimiento del PC antes de comenzar a utilizarlo. Por ejemplo, este es el resultado que nuestro banco de pruebas da en Blender.
Y así se comporta en Octane Bench.
Hay otras aplicaciones profesionales como V-Ray en las que además podemos ver la diferencia entre utilizar el procesador o la tarjeta gráfica, así que a continuación podéis ver la «paliza» que una NVIDIA RTX 4080 SUPER le da a un todopoderoso Core i9-14900K de última generación.


Esto es bastante normal, ya sabéis que una de las mayores diferencias que hay entre CPU y GPU es que una CPU tiene muchos menos núcleos pero son de propósito general, de manera que son capaces de ejecutar una enorme cantidad de tareas diferentes. Una GPU, por su parte, tiene muchísimos (pero muchísimos) más núcleos pero con una función determinada, por lo que hay muchas tareas que no son capaces de ejecutar; sin embargo, cuando se trata de renderizar imágenes o vídeos, hacerlo utilizando la tarjeta gráfica resulta en un incremento de rendimiento abrumador, máxime si como es el caso se trata de una NVIDIA RTX que cuenta con diferentes tecnologías enfocadas precisamente en esto, no solo para juegos.
Entonces, ¿vale o no la pena?
Como hemos dicho al principio, las tarjetas gráficas NVIDIA RTX Series están diseñadas para jugar, pero eso no significa que no nos proporcionen también un rendimiento sobresaliente en aplicaciones profesionales, especialmente para desarrolladores de videojuegos o editores de vídeo, por ejemplo.
NVIDIA tiene una completa gama de tarjetas gráficas profesionales que, como es lógico, están diseñadas más para esto que la gama RTX y por lo tanto el rendimiento que nos van a ofrecer será mayor. Sin embargo, estas gráficas profesionales tienen muchas veces precios prohibitivos para el usuario de a pie, y optar por una NVIDIA RTX puede ser una solución más que satisfactoria y por bastante menos dinero. Ah, y son gráficas ideales para jugar también.
Por lo tanto, la respuesta a la pregunta formulada en este artículo es que sí, sí que merece la pena comprarse una de estas tarjetas gráficas para entornos profesionales porque aunque el rendimiento que ofrecen es lógicamente menor que las gráficas profesionales, sigue siendo sobresaliente y valen bastante menos dinero.