La mayoría de los aficionados al hardware saben que en el ecosistema de PC hay dos grandes arquitecturas base: la x86 que pertenece a Intel, y la x64 que es de AMD. Desde hace mucho tiempo ambas compañías decidieron licenciar su arquitectura a la competencia con el objetivo de crear un ecosistema homogéneo, pero con el tiempo todo ha tendido hacia la arquitectura x64 y la x86 ha ido quedando en desuso cada vez más. Conscientes de ello, en Intel se han dado cuenta de que la única forma de salvar la arquitectura x86 es… democratizarla.
En la década de 1990, no solo se podían comprar procesadores con arquitectura x86 de Intel y AMD, sino también de otras marcas como Cyrix, IDT o NEC. La competencia entre las distintas compañías que pagaban por usar esta licencia fomentó una gran innovación durante la era de los procesadores de 32 bits, pero hacia finales de siglo la cosa cambió irremediablemente…
¿Qué sentido tiene hoy la arquitectura x86?
A pesar de lo que la mayoría de usuarios de PC y aficionados al hardware damos por hecho, el principal competidor de Intel en el mercado de los procesadores no es AMD sino ARM, y esto es así porque cuentan con una gran cantidad de grandes compañías que utilizan sus diseños (recordemos que ARM no fabrica procesadores como tal, sino que crea sus diseños y los licencia a terceras empresas que son quienes los fabrican), como Apple, Qualcomm, Samsung, MediaTek o incluso NVIDIA.
Volviendo a los orígenes de esta arquitectura x86, donde Intel dominaba claramente el mercado pero compartiendo la licencia con un puñado de terceros, a finales de siglo el mercado vio una serie de consolidaciones, como la compra de Cyrix e IDT por parte de VIA Technology; este nombre seguro que os suena más, y es que sigue presente en PC modernos pero no en procesadores (CPU) como tales, sino en otro tipo de chips como los de las tarjetas de red, tarjetas de sonido, etc.
Y es que cuando hablamos de «chips» informáticos no podemos limitarnos tan solo a los procesadores como los conocemos, sino que hay una gran cantidad de micro controladores y todo tipo de chips que siguen basando su funcionamiento en esta arquitectura; dicho de otra manera, hoy en día no solo sigue teniendo sentido sino que es bastante necesaria.
Ahora bien, también es cierto que si esta arquitectura x86 se ha visto relegada a este segundo plano es por algo, y parte de ese «algo» es precisamente el hecho de que los fabricantes tenían que pagarle comisión a Intel, y eso no es del gusto de nadie, especialmente cuando han pasado décadas desde que se comenzó a hacer.
La solución es el licenciamiento
Siguiendo el modelo de ARM, Intel parece haberse dado cuenta de que la única manera de «salvar» esta arquitectura es abrirse del mismo modo: licenciando sus diseños para que terceras empresas puedan fabricar sus chips o procesadores y comercializarlos.
Pat Gelsinger, CEO de Intel, ya dijo que aspiraba a convertir su compañía en el «TSMC de América», y con esto en mente entendemos que con este nuevo movimiento estratégico pretenden que x86 sea el «ARM de América»: este nuevo modelo de licenciamiento sería como decimos similar a como hace ARM, mediante el que se concede a terceras empresas licencia para fabricar chips bajo la arquitectura de Intel y estos deberán pagar a Intel royalties en función del volumen de ventas.
No estamos muy seguros de la situación actual de Intel con su licenciamiento cruzado x86-64 con AMD, pero lo más probable es que tengan un acuerdo aparte que no afectaría para nada a este nuevo modelo de licenciamiento de la arquitectura x86. El caso es que este nuevo movimiento de los de Gelsinger debería tener un impacto notable en la industria de la computación, ya que abriría las puertas a compañías como Samsung o NVIDIA para que diseñen procesadores basados en x86 que podrían ser incluso competencia de los de Intel y AMD.
Algunos medios ya están hablando de que esperan que los primeros procesadores x86 que no serán ni de Intel ni de AMD llegarán a partir de abril de 2026, pero ya veremos cómo evoluciona el asunto.