Xeon vs Core: ¿merece la pena pagar más por estos procesadores de Intel?

Todos sabemos que las gamas de procesadores de Intel están divididas en dos mitades: por un lado tenemos los procesadores Intel Core, que se destinan más a trabajos más ligeros o a juegos; por el otro lado, tenemos la gama Intel Xeon, que van más orientados a cargas de trabajo más severas, y con ciertas optimizaciones específicas para ese mercado. Sin embargo, los modelos de procesadores Xeon, suelen ser sustancialmente más caros que los procesadores de la gama Intel Core. ¿Merece la pena pagar el extra de precio?
Los procesadores de la gama Intel Xeon son modelos que se han desarrollado, desde el principio, para destinarse a un entorno de trabajo muy específico. Estos procesadores van destinados a workstations empresariales y a ser montados en servidores y centros de datos. Porque una de las ventajas que poseen estos procesadores de Intel es que se pueden montar en placas base con varios procesadores.
Esta capacidad permite que se puedan manejar cargas de trabajo que requieren muchísimos hilos de trabajo, ejecutados de manera simultánea. Y con acceso a ingentes cantidades de memoria RAM.
Sin embargo, si hay algo de lo que carecen los procesadores Xeon de Intel es de altas frecuencias de funcionamiento. Dado que las cargas de trabajo a las que van orientados estos modelos de procesadores prefieren el paralelismo que el rendimiento mono núcleo, sus frecuencias de funcionamiento son bastante inferiores a las de sus hermanos de la serie Core.
¿Por qué son los procesadores Intel Xeon más caros que los Intel Core?
Los procesadores de la gama Xeon de Intel suelen incorporar ciertas tecnologías que no son tan necesarias en la gama de escritorio, con los Core.
Por ejemplo, este tipo de procesadores soporta la memoria RAM ECC (Error-Correction Code) que evita, de manera efectiva, que se produzca la corrupción de los datos dentro de las células de la memoria RAM. Con ello, se asegura una mayor estabilidad de los sistemas donde se emplea. Algo que es imprescindible cuando hablamos de servidores y/o centros de datos, donde una caída del sistema puede representar decenas de miles de dólares en pérdidas.
Otra funcionalidad de los procesadores Intel Xeon es la de soportar una mayor cantidad de memoria RAM que los procesadores de la gama Core. Así, si una placa base para la serie Core puede soportar hasta 256 GB de memoria RAM, las placas base (especialmente las multi socket como la que hemos mostrado antes) pueden llegar a soportar varios TeraBytes de memoria RAM.
Y, finalmente, estos procesadores suelen incorporar más vías de datos para el bus PCIe de la placa base, donde se pueden conectar tarjetas de expansión. Las tarjetas de expansión en la gama de escritorio suelen limitarse, especialmente en la gama Core con menos número de hilos, a una tarjeta gráfica. A veces, ni a eso. Sin embargo, en el mercado de servidores las tarjetas de expansión son bastante usadas. Especialmente para configuraciones de equipos en RAID.
¿Merece la pena pagar el extra por los procesadores Intel Xeon?
La realidad es que esto va a depender, en gran medida, del uso final que le queráis dar al sistema. Si lo vais a destinar a jugar, la respuesta es NO. Un procesador Xeon no posee características que lo hagan más rápido en los juegos, que suelen buscar más un alto IPC y altas frecuencias en los núcleos, que mayor número de núcleos e hilos.
Ahora bien, si vais a destinar el sistema a trabajar con él de manera más profesional (y necesitáis características que no os puede dar la gama HEDT), entonces, desde luego, sí que os va a merecer la pena comprar un procesador Xeon.