Como ya hemos visto en anteriores artículos, existe mucha controversia entre GTG y MPRT que ha llegado, incluso, hasta los mismísimos fabricantes. Muchos especifican uno u otro parámetro dependiendo de sus intereses, por lo que en no pocas ocasiones nos vemos abocados a buscar más información sobre ambos pero, ¿en cuál de ellos nos tenemos que fijar realmente? ¿Cuál es más importante para gaming y por qué?
Para un usuario común las especificaciones de un monitor gaming le pueden sonar a latín y es en parte normal. Pero si hay algo importante que debemos saber para elegir correctamente un monitor gaming es (aparte del tipo de panel, los hercios y la resolución) su GTG y MPRT. Y es que estos dos valores dicen más de cada monitor que otros como el brillo, el contraste o certificaciones HDR y, aunque van de la mano, uno tiene más importancia que el otro.
Vamos a explicar qué es cada uno de estos dos parámetros y cómo afectan a las prestaciones de los monitores, muy especialmente cuando hablamos de los que utilizamos para exprimir al máximo un FIFA o un Call of Duty.
GTG vs MPRT: el debate está de vuelta
La historia de ambos ya la hemos visto en anteriores ocasiones en sucesivos artículos que tenéis en nuestra web, tanto para GTG como para MPRT, así que vamos a centrarnos en el extenso debate que recorre Internet. La primera cuestión es, ¿por qué ahora se empeñan en ofrecer dos parámetros?
La respuesta es simple: muchos fabricantes han desarrollado tecnologías propias para reducir el motion blur, por lo que ofrecer tanto GTG como MPRT les posiciona por delante de la competencia ya que consiguen un valor menor en el segundo.
Y es que lo que buscan los jugadores, una vez saciadas sus ansias de sincronización adaptativa con FreeSync o G-SYNC, es precisamente una mayor nitidez en los movimientos. Y esta, no lo olvidemos, va ligada al comentado motion blur y es por esa razón que es más vinculante el MPRT, ya que este está ligado a la velocidad de frames.
Al mismo tiempo, no hay que confundir Hz con FPS. Y es que el motion blur puede ser el mismo en pantallas con distintos Hz o en un monitor con distinta tasa de actualización. En cambio, a mismos Hz una tasa de FPS menor implica un tiempo mayor de visualización de los píxeles en pantalla y, con ello, se hace más evidente y es más molesto el motion blur.
¿Cuál de los dos es más importante y qué valores necesitamos?
Como decimos GTG y MPRT están relacionados, pero este último es más importante. ¿Por qué?, la respuesta es simple y para ello vamos a poner un ejemplo práctico: si dispones de un monitor gaming con un GTG de 4 ms, o inferior (típico de los mejores IPS actuales o TN), pero con un MPRT de 16 ms se produce un efecto entre ambos que se conoce como persistencia y delimita la calidad del monitor a la hora de jugar a la hora de sufrir ghosting y motion blur, los dos principales inconvenientes de un monitor gaming. Es obvio que se necesita un buen GTG, pero por debajo de los 4 ms ya hablamos de tiempos realmente muy buenos hasta tasas de Hz de 240, por ejemplo.
GTG lo que hace es medir el tiempo en milisegundos entre el cambio de color en un píxel (normalmente entre grises), aunque siempre se ha dicho que es entre blanco y negro, donde lógicamente el punto medio es el gris. En cambio, el MPRT no mide esto, sino el tiempo en el que un píxel es visible y, por tanto, recibe color o luz dependiendo de la tecnología del panel que se emplee. Por esto, hablar de uno u otro es distinto y por ello una medición o valor en un monitor no significa lo mismo y esto debes tenerlo en cuenta al referirte a cada uno de ellos.
Por ejemplo, un MPRT alto con un GTG bajo solo implicaría solucionar parte del problema, por lo tanto se necesitan tiempos de 2 ó 1 ms en este valor para que definitivamente hablemos de que no se va a producir motion blur. Es por eso que los fabricantes se están centrando en MPRT como distintivo de una mejor experiencia gaming, por lo que se convierte en un valor más importante que el GTG, siempre y cuando este último se encuentre dentro de unos valores acordes al tipo de panel que lleve instalado el monitor.
El problema del motion blur
La disparidad entre ambos genera problemas diferentes y experiencias gaming realmente nefastas. Aumentar la tasa de refresco de un panel, por ejemplo, a 360 Hz cuando ni siquiera DisplayPort 2.0 o HDMI 2.1 lo soportan tiene implicaciones directas en el ancho de banda y también en los tiempos. Se necesita DSC para lograr esa tasa de hercios, ya que estás comprimiendo el color y recortando parte de él, lo que afecta a la representación de los mismos en los píxeles que tienen que ofrecer una escala cromática menor y más complicada de gestionar por la velocidad que se les exige.
Por lo tanto, mayor resolución y hercios implican mayores MPRT aunque el panel consiga cambiar igualmente de color a un tiempo menor. Dependiendo de ambos tiempos se generan factores no deseables como ghosting omotion blur, por lo que se recurre a intercalar una lámina de luz blanca estroboscópica para que el ojo humano lo perciba reducido y, así, ocultar buena parte del problema.
En GTG vs MPRT el incluir tecnologías como VRR ayuda también, sobre todo si tenemos módulo G-SYNC físico en el monitor, porque cualquier sincronización en tiempo real influye a la hora de darle un respiro a los píxeles si la GPU ofrece mayores tiempos en milisegundos y estos están sincronizados con el clock del monitor, algo que por cierto muy poca gente comenta.
¿Te ha quedado clara la importancia de estos dos parámetros y cómo debes tenerlos en cuenta a la hora de comprar tu próximo monitor gaming?