Cuando hablamos de disipadores de CPU, podemos encontrar muchísimas formas y tamaños. Cada fabricante diseña su disipador para ofrecer el mejor rendimiento posible pero, ¿cómo influye la forma de las aletas del disipador en su rendimiento? ¿Cuánto afecta la aerodinámica? En este artículo vamos a explicaros cómo funciona la aerodinámica de un disipador, qué factores influyen en él, y cómo afecta la forma a su rendimiento.
Por norma general, los disipadores -ya sean de tipo torre, doble torre o concha- cuentan siempre con una estructura de láminas de aluminio atravesada por heat pipes de cobre, que son los que «sacan» el calor del procesador. Salvo en los disipadores pasivos, se utiliza un ventilador (o varios) para refrigerar la estructura del disipador introduciendo aire fresco entre las aletas para que se enfríen, y dada la alta conductividad térmica de los materiales utilizados (cobre y aluminio), se consigue enfriar el procesador.
Cómo afecta la forma y disposición de las aletas al rendimiento del disipador
Dependiendo de la marca y el modelo de disipador, os fijaréis que las láminas de aluminio pueden estar en una disposición diferente, e incluso tener grosores y formas distintas. Se supone que cada fabricante ha estudiado esto para proporcionar el mejor rendimiento pero, ¿por qué cada uno lo construye de una manera y no hay un criterio unificado? ¿No se ha descubierto la manera más óptima?
La respuesta estriba en que la disposición, forma y grosor de las aletas de aluminio de los disipadores depende en gran medida del ventilador que se utilice. Por ejemplo, si en un disipador de mucho grosor utilizáramos un ventilador con poca presión estática o que simplemente no tuviera la suficiente fuerza, lo que conseguiríamos sería enfriar solo la primera parte de las láminas de aluminio, quedándose el calor acumulado en la zona más alejada del disipador.
De igual manera, unas láminas de aluminio más gruesas podrían tener mejor capacidad de disipar el calor, pero su mayor propiedad que es la de poder cambiar rápidamente de temperatura perdería eficacia, así que es importante encontrar el punto justo.
Así mismo, unas láminas más gruesas harían mayor interferencia con el ventilador, permitiendo que pasara menos aire entre ellas, y por si esto fuera poco, también hay que tener en cuenta la separación entre aletas, ya que si están demasiado juntas puede que no pase el suficiente aire entre ellas, o si están demasiado separadas, el aire que pasa podría no llegar a refrigerar bien la superior o la inferior. Todo ello depende, como hemos dicho, del ventilador que se utilice y sus propiedades.
Por otro lado, hay que tener en cuenta la forma de las aletas. En la mayoría de casos son simplemente aletas planas, pero muchos fabricantes crean formas en éstas para generar turbulencias en el aire que empuja el ventilador, de manera que el flujo de aire se reparta mejor y la disipación de calor sea más eficiente.
Por lo tanto, y respondiendo a la pregunta del enunciado, sí que influye y mucho la forma, disposición y tamaño de las aletas de aluminio que conforman la estructura de los disipadores.
Casi siempre es mejor usar el ventilador que viene de serie
Como hemos visto, la aerodinámica es tan importante como los materiales utilizados en el disipador para obtener el mejor rendimiento térmico. Por este motivo, el ventilador que incorporan de fábrica los disipadores siempre será específico para el disipador en cuestión, orientado a ofrecer el mejor rendimiento y el nivel acústico más bajo posible, motivo por el que no es recomendable cambiar el ventilador o ventiladores que vienen junto con el disipador por otros distintos.
Evidentemente hay excepciones, y es que hay ventiladores que están específicamente diseñados para radiadores de refrigeración líquida, por ejemplo, y por supuesto podemos considerar los disipadores «genéricos» los que tienen las láminas de aluminio lisas y en los que podremos cambiar su ventilador de serie por otro de mejores características. Pero debéis tener en cuenta que no siempre es así.