¿Merece la pena cambiar tu SSD SATA 3 por uno PCIe NVMe?

¿Merece la pena cambiar tu SSD SATA 3 por uno PCIe NVMe?

Rodrigo Alonso

Tal y como está la tecnología actualmente, sería absurdo montar un PC que no tenga un SSD. Ahora bien, entre estos tenemos para elegir los que tienen interfaz SATA 3, bastante más baratos y con mayor capacidad, o los PCIe NVMe (sean 3.0 o 4.0), mucho más rápidos pero también bastante más caros. En el supuesto de que ya tengas un SSD SATA 3 pero tu placa base admita un SSD PCIe NVMe, ¿merecerá la pena invertir dinero en comprar un SSD NVMe para cambiar tu actual SATA 3? Vamos a verlo.

En este artículo partimos por lo tanto de la premisa de que ya cuentas con un SSD con interfaz SATA 3, pero que tu placa base admite la instalación de SSDs en formato M.2 con interfaz PCIe (ya sea PCIe 3.0 o 4.0) NVMe, es decir, estaríamos hablando de una mejoría sin tener que cambiar nada más que el dispositivo de almacenamiento, ni placa base ni ningún otro componente.

SSD SATA o PCIe NVMe, la elección depende de tu presupuesto

Como bien sabéis, los SSD con interfaz SATA 3 están actualmente en un momento dulce. Precisamente por la llegada de los más modernos SSDs PCIe NVMe su precio ha bajado mucho en los últimos tiempos, y los modelos de 1 TB ya se pueden comprar por debajo de los 100 euros en muchos casos, e incluso podemos encontrar ofertas con unidades de 2 TB por apenas 140 euros. Es por esta relación capacidad / rendimiento / precio que casi siempre recomendamos estos SSDs para presupuestos ajustados, pero obviamente un dispositivo de estado sólido PCIe NVMe nos da un rendimiento muy superior.

Aquí podéis ver un ejemplo comparando un SSD SATA 3 de altas prestaciones (Corsair Neutron XTi) con un SSD PCIe 3.0 NVMe (Transcend SSD 220S):

SATA 3 vs NVMe carga juegos

El aumento de rendimiento es evidente, y este ejemplo en cuanto al tiempo que tardan algunos juegos en cargarse es solo uno de muchos que podríamos poner, puesto que el desempeño de estos dispositivos es superior en literalmente todo, salvo en su precio por GB como ya hemos comentado.

Entonces, ¿merece la pena cambiar tu actual SSD?

A la hora de montar un nuevo PC desde cero, y siempre y cuando tu presupuesto te lo permita, nuestra recomendación es que no lo dudes y vayas a por un SSD PCIe NVMe porque el rendimiento es mayor en todo. Ahora bien, si ya tienes un SSD SATA 3 en tu sistema, y salvo que esté ya en los últimos estertores de su ciclo de vida y su rendimiento se haya degradado demasiado, todavía tendrás un buen dispositivo de almacenamiento que te entrega un gran rendimiento para todo lo que haces.

En esencia, cambiar un SSD SATA 3 por uno NVMe no te va a proporcionar una diferencia demasiado tangible -diferencia obviamente hay, pero no es como cuando tienes un disco mecánico y saltas a un SSD que hay una diferencia abrumadora- como para que merezca la pena la inversión.

Cabe la posibilidad, obviamente, de que el SSD SATA 3 que tengas actualmente sea algo antiguo ya y que por lo tanto su capacidad se te quede corta para lo que necesites, en cuyo supuesto es probable que quieras cambiar de SSD. Si es este tu caso, la elección dependerá de tu presupuesto o más bien de lo que te quieras gastar y de la necesidad de almacenamiento que tengas; por ejemplo, si tu SSD actual es de 500 GB de capacidad y se te queda pequeño lógicamente querrás comprar una unidad de por lo menos 1 TB; si eliges SATA 3 por menos de 100 euros ya tienes dispositivos más que decentes, mientras que si quieres un SSD PCIe NVMe, tendrás que desembolsar bastante más dinero por norma general.

Dicho de otra manera: si quieres cambiar de SSD porque necesitas más espacio, tiene sentido invertir algo más de dinero y comprar un SSD PCIe NVMe, pero si tu presupuesto es algo corto, entonces un SSD SATA 3 sigue siendo perfectamente válido y sale mucho más rentable en términos de capacidad por precio. Si pretendes cambiar tu SSD SATA 3 por uno NVMe simplemente por rendimiento, salvo que seas un entusiasta que busca estrujar hasta el último ápice de rendimiento de tu sistema no es algo que vaya a merecer la pena.

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