En qué se diferencian las tarjetas gráficas profesionales de las gaming
No es ningún secreto que, tanto AMD como NVIDIA, poseen dos líneas de tarjetas gráficas. Por un lado, tenemos la línea gaming, que es la más popular entre los usuarios de a pie, pero también tienen una línea de tarjetas gráficas profesionales que, como su nombre implica, suelen usarse más en configuraciones destinadas a trabajo. De igual manera, también sabemos que las gráficas de las líneas profesionales y gaming suelen compartir arquitecturas. Entonces, ¿en qué se diferencian las gráficas profesionales, de las gaming?
A pesar de que estas gráficas suelen tener la misma arquitectura pertenezcan a un segmento o al otro, en realidad tienen ciertas modificaciones internas que las diferencian, por no hablar de que algunas GPUs salen solo para entornos profesionales como por ejemplo las NVIDIA Tesla. En otras palabras, aunque una gráfica profesional puede servirte para ejecutar juegos y tener una tasa de FPS decente, podrías tener el mismo rendimiento con gráficas orientadas al gaming mucho más baratas, simplemente porque están diseñadas y optimizadas para tal efecto.
Una marca para cada tipo de producto
La primera diferencia entre las tarjetas gráficas profesionales y las gaming, es que el número de marcas que las fabrica es muy dispar. Por ejemplo: tanto AMD Radeon como NVIDIA tienen un gran número de marcas que se dedican a producir tarjetas gráficas de su serie gaming. ASUS, ASRock, GIGABYTE son solo algunas de estas marcas. Sin embargo, las tarjetas profesionales solo tienen una marca encargada de desarrollarlas. En el caso de las Quadro de NVIDIA, se trata de la marca PNY. Y, en el caso de las AMD Radeon Pro, estas son producidas por AMD Radeon y por Sapphire.
Por otro lado, y como ya hemos dicho, las tarjetas gráficas profesionales comparten la GPU con los modelos gaming. Sin embargo, hay detalles en ellas que no son los mismos. Por ejemplo, las gráficas profesionales van orientadas a ser dispositivos muy estables de trabajo. Por ello, la mayoría de estos modelos suelen usar memoria con corrección de errores (ECC). También suelen ser modelos en los que se instala una cantidad bastante superior de memoria VRAM, así que no son raros los modelos con 32 GB de VRAM en estos modelos.
Los drivers de las tarjetas gráficas profesionales habilitan características diferentes
Dado que hemos dicho que ambos tipos de tarjetas gráficas comparten modelo de GPU. El punto diferenciador son los drivers que emplean ambos tipos de gráficas. Y el proceso de certificación de estos con diferentes programas.
Todos sabemos que programas como AutoCAD, 3D Studio o Catia se pueden usar con cualquier modelo de tarjeta gráfica. Sin embargo, las características avanzadas de estos programas solo están disponibles, la mayoría de veces, para las gráficas profesionales. Esto es porque sus drivers están diseñados para ser excepcionalmente estables cuando se trabaja con ellas. Y es que, una empresa no se puede permitir el lujo de perder horas de trabajo invertidas en un proyecto, porque el driver de la gráfica se cuelgue.
Por otro lado, tanto AMD como NVIDIA suelen trabajar hombro con hombro con las compañías que desarrollan este tipo de software. Esto asegura que los drivers que emplean son capaces de extraer el 100% del potencial que los programas tienen en su interior. Pero también asegura que los usuarios de tarjetas gráficas profesionales recibirán soluciones a los problemas que puedan detectar con sus herramientas de trabajo, lo más rápido posible.
Una de las cosas por las que destacan los tarjetas gráficas profesionales es por su gestión del color, esto significa que los valores de color de la salida de vídeo no se desvían con el tiempo. En las GPUs para gaming habréis observado que una misma escena puede tener cambios en la temperatura del color, su contraste y demás valores. Todos ellos importantes de cara a la edición de imagen, sea del tipo que sea.
Ambos tipos de tarjetas gráficas tienen un usuario final muy diferente
Así como las tarjetas gráficas gaming se pueden encontrar en cualquier tipo de ordenador personal. Las gráficas profesionales solo las vamos a encontrar en PC de tipo estaciones de trabajo (workstations). Dicha estación de trabajo puede ser una caja de ordenador como las que tenemos todos, pero que suelen utilizar componentes que no están pensados para utilizarse en un PC.
También puede ser que se utilice un rack de servidores en el que se han instalado varias tarjetas gráficas, que se usan en remoto por varios usuarios. Es decir, los modelos profesionales suelen verse más en el entorno empresarial dedicado a la creación de contenido audiovisual a gran escala. Además el uso de varias de estas tarjetas gráficas en paralelo les permiten renderizar escenas en 3D complejas en las que un PC doméstico tardaría como mínimo diez veces más. Pero, no solo las podemos encontrar en entornos de creación gráfica, sino también en el mundo de la computación científica, aunque de un tiempo a esta parte dicho mercado tiene sus propias GPUs.
Y es que, el rendimiento de ambos tipos de gráficas es muy diferente. Así, un modelo profesional puede completar el render de una imagen en 1 hora (por poner un ejemplo). Mientras que esa misma imagen podría tardar hora y media en renderizarla una tarjeta gráfica para gaming. Debido a que carece de ciertas optimizaciones en su driver. Pero esa misma gráfica gaming es capaz de dar 100 FPS en un juego. Mientras que la profesional no pasa de los 70 FPS. Y, también por el mismo motivo que acabamos de citar.
Las tarjetas gráficas profesionales suelen tener una mayor cantidad de memoria VRAM y por tanto utilizarla en modo clamshell, que consiste en que dos chips de memoria comparten el bus de datos, pero cada uno tiene su bus de direccionamiento. Con ello el ancho de banda no aumenta, pero si que lo hace la capacidad de almacenamiento de la VRAM, permitiendo almacenar mayor cantidad de datos, lo cual es esencial para trabajar con ciertos programas.
Otro cambio común de las tarjetas gráficas profesionales es el hecho de tener un procesador de comandos más robusto que entre otras cosas puede llegar a soportar virtualización, lo que permite utilizarlas en entornos con una o varias máquinas virtuales ejecutando varios sistemas operativos al mismo tiempo.