Han inundado nuestras vidas y actualmente están desplazando a los discos duros tradicionales en una guerra sin cuartel por llegar a un mayor rendimiento y capacidad por menos dinero. Hablamos de los SSD, un término que seguro has escuchado, pero puede que no sepamos a ciencia cierta qué es y qué características principales tiene en nuestro día a día.
Los SSD se han convertido en el almacenamiento del futuro sin duda alguna, no solo cada vez más PCs los incorporan, sino también las consolas de nueva generación los traen de serie. Cada día esta más cerca el día en el que los discos duros convencionales o HDDs ya habrán desaparecido.
De platos a celdas: el SSD revolucionó el concepto de almacenamiento
SSD son las siglas de Solid State Drive o traducido a nuestro idioma: disco de estado sólido. Como su propio nombre indica y sugiere, es una unidad de almacenamiento que poco o nada tiene que ver con unidades como los HDD/discos duros que vimos la semana pasada.
Es una unidad que contiene un almacenamiento que no es volátil, lo cual quiere decir que los datos se mantendrán en él incluso sin electricidad. A diferencia de un disco duro tradicional, un SSD almacena los datos como un dispositivo flash.
Esto quiere decir que los datos no son accesibles mediante imantación y polarización de un plato, sino que son guardados en chips de memoria NAND Flash, concretamente en sus celdas. Para ello, se necesitan dos componentes clave que todo buen SSD tiene: un controlador Flash y los chips de memoria NAND Flash.
Esto significa que es una unidad que no tiene partes móviles de ningún tipo, ya que se basa en la tecnología usada en los pendrives tradicionales, solo que elevado a su máxima potencia. Por ello, la fortaleza de su tecnología reside en el apilamiento de capas de silicio para dar vida a unos sustratos que contendrán las celdas.
A mayor número de celdas y chips mayor capacidad tendrá el SSD y por norma mayor rendimiento conseguirá.
Por propia arquitectura consigue multiplicar por varias veces el rendimiento del disco duro más rápido existente ya que no hay apenas tiempo de acceso, la controladora lee y escribe directamente en las celdas de memoria, lo cual evita el tiempo de giro del plato de un disco duro tradicional.
Cómo retienen los datos estos discos de estado sólido
Los HDD tradicionales cambian la polaridad del plato mediante magnetismo y así escriben los datos y evitan que se pierdan si se quedan sin energía. Los SSD al igual que un pendrive usan los llamados FGT o Floating Gate Transistors, los cuales son un tipo de MOSFET basados en óxido de metal donde la Gate está aislada eléctricamente.
Para mantener la carga eléctrica, la Floating Gate está rodeada de materiales altamente resistentes que impiden la entrada o salida del voltaje, no al 100%, pero sí en un porcentaje muy alto, por ello se dice que cada pocos años debemos volver a conectar los SSD y darles corriente si queremos evitar la pérdida o corrupción de datos.
Esta carga determina el uso de los datos, ya que cada FGR contiene un bit, por lo tanto, si está cargada la controladora entiende que es un 1 y si está descargada entiende que es un 0.
Una de las peculiaridades de los SSD es que solo pueden escribir en bloques vacíos, por lo que el espacio y técnicas como el sobreaprovisionamiento son fundamentales para mantener tanto el rendimiento como la vida útil del mismo.
¿Qué utilidad ofrecen?
Después de leer toda la información, suponemos que os preguntáis qué utilidad pueden ofrecer estos discos duros, los cuales son significativamente más caros que los HDD. Principalmente, ofrecen unas velocidades de transferencia que cuadriplican a las de los HDDs, lo que se traduce en un cambio de rendimiento brutal.
Para que os hagáis una idea rápida, si instalamos Windows en un HDD tardará alrededor de 30 segundos en iniciar sesión desde que encendemos el PC. Por el contrario, los SSDs pueden iniciar sesión en menos de 12 segundos, un tiempo que se puede reducir si nuestro PC es potente. Este cambio de rendimiento se extrapola a todos los ámbitos de uso en nuestro PC, cuando abrimos el explorador, ejecutamos una aplicación, etc.
El sector gaming ha hecho un especial énfasis en estos componentes porque los tiempos de carga se reducen a la mitad cuando instalamos un videojuego en un SSD. Y es que no es para menos, teniendo en cuenta que sus velocidades de lectura y escritura van desde los 400 MB/s hasta los 600 MB/s en algunos modelos. Sin embargo, todavía tienen que bajar más los precios para poder acceder a una unidad con 1 TB sin tener que sobrepasar los 100€.
En definitiva, los HDD están destinados a morir para dejarle todas las tareas de almacenamiento a los SSDs, como a su variante SSD NVMe de alta velocidad, los cuales ya pueden alcanzar velocidades de hasta 7 GB/s gracias al uso de la interfaz PCI Express 4.0.
Los formatos de los SSD
A pesar de que algunos formatos ya prácticamente han desaparecido (como el obsoleto mSATA) y son dos los formatos principales que puedes encontrar en las tiendas, a continuación vamos a enumerar en qué formato puedes encontrar los SSD:
- 2,5 pulgadas: es el primer formato en el que aparecieron al mercado, y como su nombre indica tiene un factor de forma de 2,5 pulgadas igual que los discos duros de portátil o externos porque, de hecho, se diseñaron así precisamente para encajar donde antes encajaba un disco duro de 2,5 pulgadas. Generalmente te los encontrarás con interfaz SATA pero también los hay con interfaz SAS e incluso algunos modelos empresariales, SCSI.
- M.2: el formato M.2 es actualmente el más utilizado por SSDs modernos, y es un formato que va seguido del tamaño, siendo el más habitual M.2 2280. Generalmente su interfaz es PCI-Express que puede ser 3.0 ó 4.0, pero también hay SSD en formato M.2 que tienen interfaz SATA 3.
- mSATA: actualmente en desuso, este formato se usaba sobre todo en mini PCs tipo NUC y como su nombre sugiere, la interfaz era SATA pero el formato era similar a un M.2 2230 pero más ancho.