Antes cuando nos hablaban de sensores de movimiento, lo primero que se nos venía a la mente eran aquellos que teníamos en nuestros garajes o en los baños de los bares que detectaban cuando había alguien en la habitación. En la actualidad podemos hablar de dos tipos de sensores de movimientos: los que detectan el movimiento de otra persona u objeto y los que detectan su propio movimiento. Estos últimos son el objeto de este artículo.
A qué nos referimos con los sensores de movimiento que se detectan así mismos
Si nos llevamos las manos a los bolsillos podemos encontrar un dispositivo que seguro cuenta con uno de estos sensores, nuestro teléfono móvil. El tipo de sensor que incorporan es el sistema micro electromecánico, entre los que se encuentran los acelerómetros y los giroscopios.
Los conceptos en los que se basan estos sistemas son bastante sencillos, los acelerómetros calculan el movimiento de nuestro dispositivo y, los que encontramos en los mandos de consola o smartphones, están hechos con una pequeña masa suspendida en una especie de pequeños muelles conectada a electrodos. Para detectar el movimiento utilizan la variación de la carga que se produce al mover la masa y variar los contactos que se producen con los electrodos.
Los giroscopios se utilizan para medir la rotación de nuestros dispositivos, funcionan bastante bien – a no ser que estén en caída libre-. En este caso la masa está suspendida en un eje que se ve afectada en función de la gravedad.
Sólo pueden calcular una posición relativa a ellos mismos
Estos dispositivos están limitados a calcular sólo los cambios en posiciones relativas a un punto de partida. Para poder conocer la posición exacta de los dispositivos en un espacio, necesitamos dispositivos que calculan la posición absoluta como los controladores de movimiento de detección de luz. Por ejemplo, como los utilizados por Nintendo para detectar nuestro mando de la Wii y como hemos podido comprobar al utilizarlos estos tienen un punto débil, cuando dejamos de apuntar a ellos, dejan de funcionar de repente.
Actualmente las gafas de realidad virtual, como las HTC Vive o las Hololens, mezclan una gran cantidad de sensores de este tipo para, trabajando junto a las cámaras, poder detectar nuestra posición exacta en una habitación. Este tipo de dispositivos tienen utilidades más allá de jugar, como la rehabilitación médica, una mejor monitorización del deporte o interactuar mediante realidad virtual con objetos físicos de nuestro entorno.