Actualmente contamos con una gran cantidad de dispositivos electrónicos a nuestro alcance, estos son muy accesibles y podemos adquirirlos muy fácilmente. Al haber tantos dispositivos electrónicos, el consumo de estos aumenta; pero también aumenta el número de dispositivos que son desechados. Ya sea por la aparición de un nuevo dispositivo o porque este ha dejado de funcionar. Pero ¿a dónde van todos los dispositivos?
Los dispositivos electrónicos acaban dónde acaban el resto de nuestros desechos: en vertederos, junto a sobras de comida y basura en general. La mayoría de dispositivos no son biodegradables y pueden tener materiales tóxicos como mercurio o cadmio y diferentes químicos que pueden verterse a nuestras aguas a través de los vertederos.
Los dispositivos suelen acabar en un lugar aún peor que nuestros vertederos
Hay muchos usuarios que optan por reciclar sus componentes electrónicos. Aunque parezca que estos puedan ser desechados de forma correcta, no es así, acaban siendo acumulados; pero en vez de en nuestros vertederos, en otros países más pobres. Creando una subeconomía en la que las personas acuden a estos lugares llenos de tóxicos a conseguir materiales como cobre u oro. Para ello prenden fuego a los dispositivos para que se queden en su «esqueleto», con estos incendios se emiten una gran cantidad de tóxicos al aire que generan enfermedades en la población.
Esto sigue ocurriendo porque es más barato desechar nuestros componentes electrónicos en otras partes del mundo que procesarlos y evitar riesgos en nuestro país. Pero esto no significa que no haya lugares dónde reciclan nuestros componentes.
Hay diferentes empresas y organizaciones que intentan darle un nuevo uso o reciclarlo de forma menos contaminante
Hay asociaciones y organizaciones dónde son voluntarios los que se encargan de desmontar las diferentes partes de los dispositivos para después ordenarlas según materiales y reutilizarlas o recicladas. También hay empresas que cuentan con tecnología que automatizan este proceso y separan los distintos componentes de un ordenador, altavoz o cepillo electrónico sin liberar los químicos que se producen al quemarlos.
Las piezas separadas por las máquinas son después ordenadas para poder vender los materiales a otras empresas que requieran de metales o plástico para utilizarlos en otros productos: desde baterías de coche a sillas de plástico.
Si contamos con dispositivos que aún funcionan, pero están anticuados, lo ideal sería que encontremos una forma de reutilizarlos: ya sea vendiéndolos o donándolos a diferentes organizaciones. Si este está roto, puede que alguna asociación se dedique a repararlos para después donarlos.